El pasado jueves, los vecinos de las islas de Sanibel y Captiva, en el suroeste de Florida, se vieron sorprendidos por un repentino y fuerte oleaje. Pero su origen no tiene que ver con un movimiento de tierra como sucede con los tsunamis, sino que se debe a una serie de factores meteorológicos.
Un aumento inesperado del mar sorprendió el pasado jueves a quienes estaban en las playas de las islas de Sanibel y Captiva, en el suroeste de Florida. No hubo pérdidas humanas que lamentar, pero el agua entró en las casas de la costa.
El oleaje sorprendió a vecinos y turistas —como se puede observar en los videos compartidos en redes sociales— que tuvieron que huir corriendo y comenzaron a buscar explicación al repentino fenómeno.
Según los metereólogos locales, se trató de un meteotsunami, una subida y bajada del mar en un periodo de tiempo relativamente corto que se debe a una serie de fenómenos metereológicos.
La Administración Nacional de Océanos y Atmósfera (NOAA) define los meteotsunamis como grandes olas originadas por perturbaciones en la presión del aire generalmente asociadas a fenómenos atmosféricos que se mueven a gran velocidad, como tormentas eléctricas, borrascas u otros frentes.
«La tormenta genera una ola que se mueve hacia la costa y que es ampliada por una placa continental profunda en una entrada, bahía u otra zona costera», se puede leer en la web de NOAA, que indica que los meteotsunami pueden producir olas de hasta 6 pies de altura (más de 1.80 metros).
Como explica el metereólogo Matthew Cappucci en su cuenta de Twitter, en el caso de este meteotsunami, los niveles del agua ascendieron diez pulgadas (25 centímetros) en menos de diez minutos durante una tormenta con vientos de 54 millas por hora. Eso provocó simultáneamente una caída considerable de la temperatura.
Univisión