Cuando el pasado 11 de enero, en Cabildo Abierto en Caracas el diputado Juan Guaidó convocó a Cabildo General el 23 de enero, nos pareció una eternidad esperar 12 días. El tiempo ha transcurrido y lo más importante, los objetivos se han logrado. Hoy más que nunca el 23 de enero tiene sabor a libertad, no solo por la gesta popular de 1958 que derrocó la dictadura de Pérez Jiménez, sino porque en este 2019 toca su fin el narco régimen de Nicolás Maduro, una dictadura castro comunista destructora.
En mi juventud decíamos, y durante largos años repetimos, que el 23 de Enero marcó el final de la última dictadura en Venezuela, y el inicio del ejercicio democrático, que entendimos sería para siempre y por siempre. No podíamos imaginar entonces que pudiésemos caer en otra dictadura, que una vez más, como tantas otras en nuestro recorrido como pueblo, quedásemos sometidos al dominio absoluto de un hombre y sus secuaces, que como en el remoto y legendario siglo XIX actúan desconociendo la Constitución, violando los derechos fundamentales y con desprecio absoluto de la voluntad popular.
Dije en Sesión Solemne en el Interamerican Institute Democracy, en Coral Gable, hace dos años, el 23 de enero de 2017, que nadie podía imaginar que la actualdictadura sería peor que las peores, más sanguinaria que las otras sufridas en dos siglos de República, peor que la del General Juan Vicente Gómez que nos sometió a sus primitivos métodos durante 27 años, de 1908 a 1935. Esta de ahora es una dictadura comunista, lo que encierra además de depravación política, un brutal retroceso social y económico que, en 20 años, nos ha colocado a la cola de América Latina, el rico país petrolero padece niveles de pobreza y hambre nunca imaginados.
Después de consolidada la República de Venezuela en 1830 -acabada la Gran Colombia, sueño de Bolívar- en los primeros 128 años de vida republicana hasta la caída de Pérez Jiménez (es decir, de 1830 a 1958) apenas tuvimos, sumando de aquí y de allá, algo menos de once años de gobiernos civiles, y algo más de 117 años de gobiernos militares. La lucha en Venezuela ha sido por la civilidad, por devolver a los militares a sus cuarteles y dejar que los civiles gobiernen la República en los términos establecidos en la Constitución.
En el total general de más de 200 años de vida republicana, iniciada en 1811, hemos visto desfilar revolución tras revolución, y son muy pocas las huellas buenas que han dejado; la mayoría de ellas son regresivas, revoluciones de a pa’tras, como diríamos en expresión popular. En el Siglo XIX se contaron 52 revoluciones, en promedio una cada dos años, y fueron numerosas las del Siglo XX. Me atrevo a afirmar de manera absoluta que la única revolución auténtica que hemos tenido, y con la cual pasó mucho, ha sido la revolución de la Independencia.
El hecho de que este pasado 10 de enero no tuviese Venezuela un presidente electo legítimamente, que asumiese la primera magistratura del país, lleva al Presidente de la Asamblea Nacional a la obligación constitucional de asumir la Presidencia de la República de manera temporal, mientras el pueblo elige un presidente en propiedad. Guaidó dijo que atendería a plenitud su responsabilidad con Venezuela, pero que estando en dictadura, no basta con su disposición, él requiere de respaldo popular, de acatamiento de nuestros soldados y de la solidaridad de la comunidad internacional.
Guaidó convocó Cabildo Abierto para el 11 de enero, y luego para el 23 de enero un Cabildo General. En el ínterin la esperanza y la fuerza de cambio es un río crecido, el pueblo tomó la ofensiva y está en la calle, la solidaridad internacional se palpa por doquier y los militares saben lo que les toca hacer, no hay que pedirles pronunciamiento previo. Bienvenido el 23 de enero, bienvenido el tiempo de cambio. Venezuela lo merece. El 23 de enero sabe a libertad.
Paciano Padrón / pacianopadron@gmail.com / @padronpaciano