Los fanáticos del equipo de futbol Real Madrid usan el “Hala, Madrid” como consigna para arengar a su equipo a la victoria. Permítanos el joven Guaidó, usar el mismo estribillo para animarlo a triunfar. Juan Gerardo Guaidó Márquez, un diputado venezolano de 35 años es hoy, por mérito y cabriolas del destino, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, en medio de un follón difícil de explicar.
Durante 20 años de gobierno de corte socialista cubano, Venezuela pasó de ser un País libre, democrático y de una economía de mercado a uno dictatorial, de control marxista y muy pobre. A sabiendas de que perderían cualquier elección, la dictadura simuló un proceso electoral fraudulento que fue desconocido por casi todos los países del mundo occidental, todos los partidos políticos locales y el 90% de los ciudadanos.
A pesar del inmenso rechazo mundial, el dictador se juramentó como presidente de la República a inicios de 2019, casi al mismo tiempo en que Guaidó lo hacía como presidente de la Asamblea Nacional. El caso es que ahora, al desconocerse la elección fraudulenta del dictador, la Asamblea Nacional pasa a encargarse, legítima y temporalmente,del poder el Ejecutivo.
Los entendidos alegan que este caso no está explícitamente señalado en la Constitución ypor ello no está claro para los diputados si deben nombrar a Guaidó como presidente de la República o nombrar un gobierno de transición.Las dudas han llevado a numerosos debates, aunque,mientras tanto, lo único claro y notable es que la población ansía y reza para que pase algo y pronto para al menos poder comer y tener atención médica y por supuesto lograr alguna esperanza de regresar a ser un País normal.
Cualquier inventado observador interplanetario estaría asombrado de vernos consumir el tiempo en asuntos interpretativos, olvidando que lo que realmente importa son los resultados. La pregunta lógica sería entonces que hacer para que, utilizando la oportunidad existente, con la mayor rapidez y contundencia se empiecen a arreglar las cosas. Los resultados deseados y factibles son los que guiaránlasdecisiones que se deben tomar.
Lo que sigue es entonces una propuesta sobre qué hacer.
El camino lógico es seguir creando presión sobre el régimen hasta lograr su quiebre. El dictador abandonará el poder cuando la amenaza sea real. Analizando las opciones podemos recordar que varios países han manifestado su deseo de traer a Venezuela ayuda humanitaria para aliviar a los ciudadanos en sus muchísimas carencias. El régimen dictatorial siempre se ha opuesto alegando que es una treta para intervenir al País con fuerzas militares.
La autorización para que ingrese la ayuda humanitaria es una atribución del presidente, de manera que nombrar a Guaidó presidente de la República y que, luego de acordarlo con varios Países,autorice la entrada de ayuda humanitaria con el respaldo de laseguridad externaque requiera la operación, crearía un enorme problema para la dictadura que vería esa acción como un ataque simultáneo de varias naciones y por distintos frentes.
La presión sobre el régimen dictatorial sería inmensa y con dos posibles escenarios de desarrollo, uno que el dictador, sintiéndose amenazado y débil, no impida la entrada de la ayuda. Esto le daría una inmensa credibilidad a Guaidó sobre su poder. De allí en adelante el dictador perdería rápidamente su influencia en todas las áreas incluyendo la militar. El otro escenario sería que se produzcaalguna tensión militar entre los países que tienen la autorización del presidente Guaidó para entrar y quieren hacerlo y un régimen tratando de impedirlo usando a la FAN. Con una adecuada información y estímulo, la misma población se uniría al clamor para recibir la ayuda dejando al dictador en medio de dos focos de presión, la interna de la población y la externa de los otros Países. En cualquiera de los dos escenarios el régimen sería el gran perdedor.
De manera que la acción correcta de la Asamblea Nacional es nombrar a Guaidó presidente de la República para que autorice la entrada de la ayuda humanitaria.Así, el primer decreto de Guaidó tendría asegurado su éxito y sería la acción más veloz y contundente contra la estabilidad del régimen. Cualquier otra decisión podría ser desconocida o torpedeada por la dictadura, sin embargo, esta solo depende de los Países amigos.
Esta acción en contra del régimen influiría mucho en el reconocimiento internacional y le abriría el paso al nuevo gobierno a la obtención del apoyo financiero externo que desnivelaría al régimen definitivamente.También encendería el ánimo a la población venezolana que la vería como una luz real al final del túnel y el poder de convocatoriaadquiriría un renovado entusiasmo. De paso, en todos los muchos planes que se han elaborado post caída de régimen, la obtención de la ayuda humanitaria siempre está dentro de las primeras decisiones y acciones a realizar.
Tal vez ya podríamos empezar a hablar con los Países dispuestos a participar en esteproceso, esperar el respaldo a Guaidó el 23 E, nombrarlo presidente y que al día siguiente decrete lo aquí sugerido.
Agárrate dictadorzuelo que lo que te viene es candanga.
Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es