El ventilador quedó encendido, así como el único bombillo que tenía el rancho en donde vivía. Sus asesinos no tuvieron piedad y le asestaron contundentes golpes con un martillo en la cabeza.
El cadáver quedó tendido boca arriba sobre la cama. Se desconoce el paradero de sus verdugos.
Nadie vio ni escuchó nada en la calle 95H del barrio San Agustín, en la parroquia Francisco Eugenio Bustamante, del estdentro de la humilde vivienda sin nomenclatura.
Cuentan los vecinos de la barriada que la última vez que vieron con vida a Leezing Fontalba Bracamonte (40), fue el jueves por la noche, cuando hizo una pequeña compra en una bodega del barrio.
“Conversamos un rato y se fue a su casa, desde ese entonces no lo vimos más”, manifestó el señor Leonel, vecino de la víctima y dueño del negocio.
No fue hasta la noche del sábado cuando un olor putrefacto proveniente de la casa de Fontalba encendió las alarmas.
“Nos pusimos de acuerdo entre todos los vecinos y llamamos por teléfono a su esposa María Alejandra, que vive en Maicao. Ella le notificó a unos familiares que tiene aquí en Maracaibo y ellos vinieron hasta el lugar”.
Aproximadamente dos horas después unos primos del infortunado llegaron y, al abrir la puerta de lata del inmueble y entrar a la habitación, se toparon con la fatal escena: Hallaron muerto a su consanguíneo. El arma homicida —un martillo— yacía a un lado, el colchón estaba impregnado de sangre, su cabeza estaba destrozada.
Del rancho se llevaron un televisor, el celular de Fontalba y una cantidad no precisada de pesos colombianos.
A las 12:00 de la medianoche de ese mismo sábado, una comisión del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), llegó al lugar de los hechos.
Colectaron las evidencias de rigor y procedieron al levantamiento del cuerpo, el cual fue trasladado hasta la morgue forense de LUZ. Las primeras investigaciones apuntan al móvil del robo, pues al parecer muchas personas sabían que la víctima regresaba con pesos de Maicao, e incluso los estaba ahorrando, pero no se descartan otras hipótesis.
Leezing fue descrito como un buen hombre, honesto y trabajador. Trascendió que deja cuatro hijos y “de vez en cuando viajaba a Maicao para vender allá mercancía”, dijeron sus vecinos.
Su esposa llegará próximamente para darle cristiana sepultura.
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