“Donde no habrá puertas abiertas ni al populismo ni a la izquierda disolvente.”
Sin política pero con gobierno, con la erradicación de la política, a esa considerada como fuente de conflictos y como un obstáculo para el logro del orden. En esta etapa, no proponemos hablar de su exclusión, para lograr su posterior redefinición, con otro concepto clave, la democracia, a esa democracia integrará, uno de los pilares básicos de lo que deberá ser el discurso oficial en el País.
Venezuela, un País, como el nuestro, donde la corrupción, la falta de legitimación de los poderes, el hambre y la miseria, han declarado una guerra endémica a sus ciudadanos, Quienes huyen despavoridos del País, emigrando a otras latitudes, donde el hombre de armas no ha estado, pronto para encauzar el proceso desviado. El País, la República corre el extremo peligro de dejar de ser la Venezuela de Bolívar, de Páez, de Sucre y de Urdaneta, para ser la tierra de sectores, de grupos y extranjeros extremistas.
El hombre de armas tiene la ineludible vocación y el irrenunciable deber de salvarla cueste lo que cueste.
Nuestra patria se ve acosada por ideologías foráneas, apátridas e inhumanas, que buscan sojuzgarnos quitándonos nuestros principios y nuestros ideales, creando confusión y caos, sembrando terror y muerte. Quienes han cultivado, el “caos económico y social” y el peligro de la “subversión terrorista”, aspectos que conducirán a la “disolución de la Nación” y a la “anarquía”. Como alternativa a esta crisis.
Se han refugiado en la población, se han infiltrado en lo gremial, en los distintos sectores sociales, en las parroquias, iglesias, para subvertir a la población para lograr una adhesión masiva.
Clamamos, un gobierno con autoridad, coherencia, eficacia y responsabilidad, “una empresa orgánica y eficiente a cargo del Estado, que sea expresión de la sociedad jurídicamente organizada. Para ganar la batalla contra la subversión cultural. Este tipo de batalla integral e irreversible de que se tengamos antecedentes, donde podamos, conquistar la mente y el corazón de los venezolanos.
Estamos librando la segunda Batalla de la independencia, donde Venezuela es el campo de Batalla. Pues no es la lucha militar la más importante, sino la acción civil, defendiendo los valores tradicionales de nuestro pueblo.
El País, Venezuela recorrió con nuestros héroes y mártires, el victorioso camino de la Libertad, para quienes tienen la pretensión de pensar que el crimen alevoso, la corrupción de la cosa pública o la emboscada criminal, doblegara nuestra fe en Dios, nuestro amor a la Patria y nuestro espíritu de lucha.
El actual Proceso emprendido por el Presidente de la Asamblea Nacional, tiene legitimidad de origen, por el consenso circunstancial contenido en el preámbulo constitucional de la Constitución de 1999, más allá de sus posibles errores, en función de una acción sostenida, exenta de toda demagogia y legitimidad de destino que se ha de convalidar ante la historia. Que permitirá afianzar la soberanía nacional, armonizar intereses sectoriales, ejercitar responsablemente la libertad de elegir, exhibir una auténtica representatividad, a través de verdaderos dirigentes y que asegure la participación efectiva de toda la ciudadanía.
El Proceso que hoy vivimos, los venezolanos a pesar de las diferencias, se consolida y avanza hacia la consecución de sus fines. Las medidas de arrestos, como las amenazas de los altos funcionarios del Régimen contra la sociedad civil, ponen en evidencia las fragilidades e incertidumbres del Régimen. Los hechos a desarrollarse, este 23 de Enero debe de ser considerados, como un llamado de atención sobre la necesidad, que las Fuerzas Armadas y los civiles comiencen un diálogo sincero, profundo, directo y respetuoso a los grades problemas del País.
Vamos a construir la democracia plena. Donde nunca se prometa nada que no podamos cumplir. La República esta a punto de desaparecer y el esfuerzo de las Fuerzas Armadas y la colaboración tácita de la ciudadanía, deberán de permitir el inicio de la democracia de los mejores, no de la demagogia.
En un contexto, las Fuerzas Armadas, deberán y son los garantes como custodios de la marcha hacia el rescate de la democracia. Donde no habrá puertas abiertas ni al populismo ni a la izquierda disolvente.
Johnny Galue / Abogado, Político / @COOTUR