ristocles, para muchos el más importante pensador de la humanidad, vino a pasar a la inmortalidad de la historia con el sobrenombre que le puso su profesor de gimnasia: Platón, el de gran espalda.Gracias a sus escritos conocimos a su maestro, un vago de la filosofía de inaudita brillantez de nombre Sócrates. Platón lo usará como personaje en sus obras principalmente es sus “Diálogos”.
Los “Diálogos” son casi como obras de teatro con sus personajes, escenario y por supuesto temas que se analizan, despellejan y discuten de las más variadas formas. A través de ellos Platón abarca casi todo y son una piedra angular del pensamiento occidental.
Por celebrarse en estos días uno dedicado al amor y a los enamorados nos vino a gusto releer a uno de los diálogos de Platón dedicado al amor y que tituló “El banquete”.
La escena transcurre en casa de un tal Agatón (atención maracuchos que gustan de estos nombres curiosos), quien ofrece una comida a Fedro, Pausanias, Eriximaco, Aristófanes y a Sócrates.
Platón les va dando vida y carácter a cada intervención. Fedro es un joven de pasiones y dice que el amor es el dios que hace más por los hombres pues no consiente la cobardía a los amantes. Pausanias explica que hay dos tipos de amor, el sensual que se dirige al placer de los sentidos y el otro se relaciona con la inteligencia. Eriximaco lo hace como médico y propone la idea de que el amor no reside solo en los humanos sino en todos los seres y es la unión y armonía de los contarios. Lo seco y lo húmedo, lo caliente y lo frío se unen para producir lo agradable. Aristófanes lo hace como poeta y dice que originalmente había tres especies, unos todos hombres, otros todas mujeres y unos hombre-mujer, los Andróginos. Estos eran dobles, dos hombres unidos, dos mujeres unidas y un hombre y mujer unidas. Júpiter se encargó de cortar estas uniones y curar las heridas, pero la atracción entre todos permanecería para siempre. Agatón, el anfitrión, también habla y defiende al amor como de naturaleza divina pues su estancia es el ama de los hombres. Sócrates remata (que evidentemente son también las ideas de Platón) y va desbaratando las ideas anteriores. Dice que el amor no es bello por lo mismo que lo desea y no es bueno por cuanto lo bueno y lo bello son inseparables y tampoco esun dios. Esto no quiere decir que sea feo y malo pues siempre hay un intermedio. El amor es el intermedio entre lo mortal y lo inmortal. Un intérprete entre los dioses y los hombres. El hombre se encanta con los cuerpos bellos, luego se enamora de las almas bellas y luego se siente enamorado de las ciencias, pero, entre todas las ciencias, hay una que cautiva toda su alma, que, es la ciencia misma de lo Bello, cuyo conocimiento es el colmo y la perfección del amor. Es la belleza en sí, eterna, divina, única belleza real, y de la que no son todas las demás sino un reflejo. Iluminado con su pura é inalterable luz, elque llega a contemplarla, engendra en los demás toda clase de virtudes. Este hombre es el verdaderamente inmortal.
El discurso lo interrumpe la entrada a la fiesta de Alcibíades, pero dejemos el cuento hasta aquí.
Como las muchas cosas con que el humano se enfrenta sin respuesta el amor sigue siendo una de ellas. De cualquier forma, lícito es disfrutar lo que podamos y enamorarnos de la vida.
Feliz día del amor y guardemos algo para usarlo en el difícil proceso de reconciliación nacional que pronto va a llegar.
Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es