Hace muchos años asistimos a un curso sobre gerencia de proyectos, abundante en gráficos, formatos, fórmulas y procedimientos. Todos los pasos de un proyecto estaban bien definidos, clasificados y analizados con mucho detalle, tanto que el material de apoyo era una gorda carpeta con anillos y separadores, llena de hojas sobre el tema.
Tuvieron los organizadores la ocurrencia de invitar a un veterano gerente para que compartiera su experiencia con nosotros. El viejo hizo un agradable recuento de algunos proyectos que había manejado y como había resuelto situaciones difíciles. Casi al concluir dijo algo que grabé para el resto de mi vida y apliqué no solo a los proyectos, sino a las organizaciones que llegué a gerenciar “Lo más importante para que un proyecto se ejecute bien no son las tablas, ni los procedimientos que les puedan enseñar (con eso, sin querer, le apretaba el cogote al detallado curso que estábamos recibiendo, bajo las sonrisas nerviosas en los profesores), lo más importante, dijo, para que un proyecto tenga éxito, es la calidad y el talento de las personas que usted pueda reunir para ejecutarlo”.
Hace poco,mientras conducía, escuchaba en la radio una entrevista que le hacían al primer ministro del ambiente que tuvimos en Venezuela, Arnoldo Gabaldón,donde hablaba sobre la recuperación del país después de que esta triple marabunta roja se marche. Casi repetía lo que aquel viejo gerente de proyectos nos había dicho “Lo que realmente requiere nuestro país para superar esta crisis es que coloquemos en los puestos de la administración pública y empresas del estado a los mejores talentos que tengamos”.
Si bien parece una verdad de Perogrullo, lo cierto es que la usanza ha sido colocar en los puestos de la administración pública a amigos,personasleales o de compromiso político. Chávez y Maduro llevaron esto al máximo de la desfachatez colocando a diestra y siniestra individuos poco calificados, pero obedientes.
El criterio chavista de selección de directores y gerentes privilegiaba a la lealtad sobre el talento. Esto generaba dos problemas, uno, que los resultados que se lograban usualmente eran muy malos ydos, que por cuanto los tipos eran “panas” revolucionarios, les aguantaban las torpezas y asícontinuaba el entuerto. Era usual, por ejemplo, que en cada empresa que expropiaban pusieran de gerente algúncombatiente con alta capacidad para repetir altisonantes consignas, pero nada más.Caso especial fue el de los militares que, con tal de mantenerlos contentos y ocupados, fueron nombrados en decenas de puestos de alta responsabilidad para los que no tenían la preparación y mucho menos laexperiencia.
De manera, que ante el problema mayúsculo que enfrentaremos como lo es la recuperación de Venezuela, no solo es recomendable sino absolutamente necesario, colocar en cada posición al más capacitado y talentoso venezolano o venezolana que esté disponible. No hay tiempo para que el recién nombrado llegue a aprender cómoes la vaina, debe caer y correr como la iguana pues no hay tiempo para novatos.
Los amigos del partido, los leales, los simpáticos y los que se partieron el lomo para salir del régimen, deben jugar banca por ahora y buscar alguna otrachamba o prepararse para el futuro. Tenemos que dejar que la gente con experiencia entre a resolver con la mayor rapidez y eficiencia posible el enorme entuerto. El resto de la sociedad debe animarlos a realizar su titánica tarea y eso incluye hasta nuestros amigos de los sindicatos que tendrán durante muchos años ayudara su patrono más que exigirle.
No sé de donde saldría lo de “la créme de la créme” para significar “lo mejor de lo mejor” pero ese debe ser el norte en este período de reconstrucción venezolana. Démosle paso a los mejores. Ese es el camino adecuado y, además, como bono extra, los mejores son usualmente profundamente honestos.
Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es