Unos con los bolsillos vacíos, otros comprando apartamentos de lujo en las zonas más caras de la capital española. Los dos extremos de la diáspora venezolana, salida de su país huyendo de la aguda crisis, conviven en Madrid.
Fran Leal, de 36 años, llegó de Maracay (norte de Venezuela) hace dos meses con su esposa y sus dos hijos.
“¿No tendrían una maletita? La necesito porque me voy a Toledo, es más barato allá y tengo visto un trabajo”, dice Leal al entrar a la Casa Venezuela, una asociación de ayuda a los venezolanos en dificultad instalada desde hace poco más de un mes en un barrio popular de Madrid.
Este electricista tiene planes de trabajar en esa ciudad cercana a Madrid unos “seis meses”, en negro.
“No me queda otra, porque todavía no tengo papeles y no me queda ningún ahorro”, explica a la AFP, en momentos en que la crisis en Venezuela se agravó después de que Juan Guaidó, opositor de Nicolás Maduro, se autoproclamara y fuera reconocido como presidente interino por unos cuarenta países.
Forzado a emigrar al igual que Leal, Juan Leonardo López no ha conseguido trabajo desde que llegó hace tres meses.
“Antes de la crisis no era millonario, pero vivía superbién, tenía buen carro, todo lo necesario lo tenía”, se lamenta este hombre que trabajaba en cuidados paramédicos, quien dice haber visto niños morir de deshidratación en el hospital en Maracay donde trabajaba.
Escalada de pedidos de asilo
Unos 2,3 millones de personas han salido de la nación petrolera desde 2015, según la ONU, y España es uno de sus destinos predilectos fuera de América Latina.
Según el Institucional Nacional de Estadística, unos 255.000 venezolanos vivían en España en 2018, frente 208.000 un año antes y 160.000 en 2014, al inicio de la crisis en Venezuela.
Pero serían en realidad cerca de 300.000, contando a los sin papeles, según Tomás Páez, del Observatorio de la Diáspora Venezolana.
Los pedidos de asilo en España casi se duplicaron en un año, cerca de los 20.000 en 2018, pero solo 29 tuvieron una respuesta positiva, según el Ministerio del Interior, que señala la dificultad de obtenerlo para un venezolano emigrado por razones económicas.
A falta de asilo, la catastrófica realidad económica en Venezuela ha llevado a España a otorgar visas por razones humanitarias, pero con cuentagotas.
‘Little Caracas’
En el lado opuesto de la escala social, numerosos venezolanos adinerados también han emigrado a España, como César, de 42 años, quien rehúsa dar su apellido.
Este rico hombre de negocios llegó desde Caracas a Madrid en 2014, con su esposa e hija después de que su hermano sufriera un intento de secuestro.
“Tienes que estar con cuatro guardaespaldas, coches blindados, no puedes salir en la noche porque es muy peligroso”, afirma.
En España, “disfrutamos mucho de lo que no podemos disfrutar en Venezuela, que es vivir al aire libre, estar, salir, comer” afuera, dice este jefe de una consultora en Madrid.
Se benefició de la llamada “golden visa”, una residencia que se obtiene a cambio de una inversión de al menos un millón de euros en empresas o 500.000 euros en inmuebles.
Esta visa, controvertida por la dificultad de verificar el origen de los fondos en los 20 días legales para otorgarla, es muy codiciada por los venezolanos ricos.
En 2018 se otorgaron unas 249 a venezolanos, un 20% más que en 2017, según cifras del gobierno.
Ángel García Loriente, un agente inmobiliario especializado en el lujo, concluyó cinco operaciones con clientes venezolanos en 2018 por un total de 9,7 millones de euros.
Son clientes que buscan apartamentos en “edificios representativos”, dice.
César M. compró tres en el exclusivo barrio de Salamanca en Madrid, por 800.000 euros.
La afluencia de venezolanos en esta zona ha sido tal desde 2014 que ha empezado a ser conocida como “Little Caracas” por la prensa española.
Los venezolanos ricos “están huyendo de la inseguridad, porque quieren disfrutar de su dinero, y porque es imposible tener un negocio que funcione en las condiciones actuales en Venezuela”, explica Juan Carlos Gutiérrez, abogado en Madrid del opositor preso Leopoldo López, quien cuenta con millonarios venezolanos entre su clientela.
AFP