Muchos venezolanos piensan que los causantes de la catástrofe que nos ha sumergido en la tragedia política, económica y social que hoy padecemos, nos han traído hasta aquí, por su ignorancia e impericia Es oportuno, en este momento, cuando la esperanza nos permite establecer signos firmes del inminente final del llamado socialismo del siglo XXI, develar desde adentro, cómo se forjaron las estructuras de poder, porque cuando los pueblos desconocen los hechos reales, están condenados a repetir los mismos errores.
No debemos dudar, que el padre de este proceso, traicionó su juramento de lealtad con su país y le entregó al sátrapa de la isla pequeña, quien, por décadas, a pesar del fracaso de su revolución, atrapó la fascinación de muchos demócratas latino americanos.
En Venezuela se aplicó, con la complicidad de sus gobernantes, la cartilla que conocen todos los que han militado en el partido comunista. Según esta doctrina, para la conquista del poder y mantenerse en él, luego de conquistado, los comunistas forman a sus denominados cuadros desde muy jóvenes en la disciplina marxistaleninista, les instruyen en diversos textos y les colocan preceptores especializados, de distintas nacionalidades, quienes les inoculan en sus jóvenes cerebros, el conocimiento del materialismo dialéctico ( Filosofía ), Materialismo Histórico ( Sociología ) y principios de Economía socialista, igualmente les enseñan sobre el pragmatismo leninista y el pensamiento de Mao Tse-Tung.
En Venezuela esta ideología llegó en la década de los años veinte del siglo pasado, como consecuencia de quienes se habían opuesto a la dictadura del general Gómez. Cuando tuvieron que emigrar a Europa, allí, se empaparon de este pensamiento totalitario, lo que dio origen al Partido Comunista de Venezuela. Producto de esta formación que invadió todos los segmentos sociales de la nación, muchos jóvenes como Nicolás Maduro, quien, desde adolescente, había militado en la juventud comunista, fue enviado a la Cuba castrista para culminar en la isla su adoctrinamiento. En esa forma, fue fácil para aquel muchacho inculto, convertirse en un fanático totalitario y luego, en el tirano que los todos los venezolanos conocemos. Más recientemente, Hugo Chávez, ya empoderado y con el señuelo del petróleo, fue el encargado de constituir distintas escuelas para la formación de estos cuadros, a lo largo y ancho del país. La egolatría lo arrastró en su paranoia de ser el nuevo Fidel, a invertir lo que fuera necesario, para defender su “revolución bonita” y para exportarla por toda América.
A continuación, presento a los lectores las principales rutinas que un joven comunista debe aprender para ser un revolucionario exitoso:
Simón Trujillo