Un mundo de caricias. Por Eugenio Montoro

Si de alguna manera deberíamos referirnos a la raza humana es por una forma de vida que privilegia las caricias. Estas líneascomentan sobre eso.

Las caricias pueden ser físicas, pero también mentales y por supuesto su combinación. Las caricias normalmente poseen aalguien quien la da y alguien quien la recibe, pero también puede serla misma persona y su imaginación quien haga las dos cosas. Una sonrisa, un abrazo, una palmada de aliento, una lectura, una foto. Existen miles de maneras de acariciar.

¿De dónde adquiere el humano su necesidad de caricias? Es un instinto según algunos. Al igual que el instinto de supervivencia, se trataría de un instinto que nos empuja a querer destacarnos dentro del grupo social. Por similar razón, la necesidad de caricias es ampliamente aceptada por todos los psicólogos y cualquiera de nosotros puede ser testigo de lo bien que nos sentimos cuando alguien nos felicita, nos destacamos en algo y nos admiran.Pero también en el mundo de las caricias está su ausencia o “no caricias” causante de muchos problemas.

Algunas cosas son necesarias para sobrevivir, pero en el mundo moderno la mayor parte de las cosas que hacemos persiguen las caricias. Una maestra de niños pequeños adora el abrazo de sus alumnos, pero también disfruta de la interacción con los padres quienes la hacen sentir importante. Un empresario disfruta cuando ve que sus ventas aumentan, siente el reconocimiento de sus clientes, sus colegas lo felicitan y su familia se siente orgullosa de él.

La mayoría de nosotros gusta de contar sucesos antiguos donde hicimos algo importante o destacado pues, aunque sea pasado, queremos que nuevamente nos acaricien, nos admiren y nos alaben. De igual forma evitamos ser criticados o “no acariciados” y usualmente inventamos alguna excusa que minimice nuestra responsabilidad en la metida de pata.

Así transcurre nuestra existencia buscando caricias y evitando que dejen de acariciarnos. No me atrevería a concluir si esta conducta es buena o mala, pero no hay duda que así es y es muy fácil de demostrar. Cualquier actuación humana se puede relacionar con las caricias.

Una pareja discute y se separa. Ella le acusa de infidelidad. El dice que no soporta más sus regaños.Ella quiere caricias, pero al no tenerlas sus celos suponen que otra las recibe. El “no caricias” usualmente promueve la conducta inadecuada pues frente a la nada que significa el ignorarnos o abandonarnos preferimos una la relación, aunque sea de conflicto. Él también quiere caricias, pero al sentirse solo y frente a la nada prefiere la pelea. La tormenta sigue (los dos en realidad pidiendo las caricias del otro) hasta que deciden separarse

Cosas similares suceden en el trabajo, en nuestras relaciones con los amigos, vecinos y familia. Cada vez que en nuestro interior nos sentimos bien,seguro que hay una caricia directa o imaginaria envuelta y cada vez que estamos enojados hay una pérdida de caricias real o potencial.

La diáspora venezolana está cargada de pérdida de caricias físicas que tratan de ser compensadas con caricias mentales. La necesidad de caricias hará que muchos las busquen en los nuevos Países. Algunos se quedarán y otros volverán a reencontrar las caricias del terruño.

El “fenómeno” Guaidó es el resultado de una caricia colectiva donde aparece la posibilidad real de terminar con un opresor (una no caricia) de muchos años. La alegría que produjo se ha expresado en inmensas concentraciones de ciudadanos. De la misma forma, pero al revés, se ha convertido en una “no caricia” para las personas relacionadas con la dictadura y por ello se sienten muy mal y preocupadas por su destino.

La vida seguirá con sus caricias y sus no cariciasluego que termine la dictadura. De cada uno de nosotros dependerá, para ser felices, manejar nuestro instinto de destacarse sobre el grupo para, alegrarnos cuando lo logremos y para, tener la actuación serena frente a la posibilidad de no lograrlo.

En cualquier caso, estaremos en una Venezuela libre con muchas caricias y alegrías. Un País en plena reconstrucción de su infraestructura, de su normativa y de su moral.

 

Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es

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