El caos en Venezuela es absoluto. Nada funciona bien, todo es desastroso. No hay agua potable, los acueductos están abandonados, no terminaron de construir los proyectos que quedaron pendientes. Está el caso del sistema del Tuy, que surte a toda Caracas. Pues bien, ya se sabe que más del 64% de la población no recibe agua potable, las bombas que se instalaron para que impulsen el chorro hacia la capital, están en su mayoría fuera de servicio. Las tuberías rotas, son regueros por todas partes.
No hay gas doméstico, que paradoja, eso ocurre en el país con más reservas probadas de crudo en el mundo, además el que ocupa el sexto lugar en reservas de gas. Y la gente tiene que cocinar con leña en pleno siglo xxi, porque no se consigue la bombona de gas. No hay profesores suficientes para dictar clases de matemáticas, química, ni de física. Así, imposible “sembrar el petróleo”. No hay insumos ni equipos en los hospitales. Los miles de millones de dólares que se entregaron a los “camaradas” para que compraran esos bienes fueron a parar a otros sitios distintos a los centros de salud. La gente muere por falta de medicinas, no hay servicios para atender a los enfermos renales, ni quimioterapia a los que padecen de cáncer.
No hay seguridad, los crímenes están a la orden del día, asesinatos, robos, secuestros, sicariatos, hurtos y tráfico de droga, son “moneda corriente” en un país que está en manos de la delincuencia. Las cifras son aterradoras, por esos altos índices de criminalidad Venezuela ocupa los primeros lugares como uno de los países con mayor nivel de inseguridad. No hay comida. Así, sin retórica, no hay que comer, por eso Maduro “monto en cólera” cuando el periodista Jorge Ramos le mostró las imágenes en las que aparecían jóvenes famélicos resolviendo su hambre con las sobras mezcladas con la basura acumulada en uno de los camiones que se usan para retirar los desperdicios de las calles.
La agricultura es fantasmagórica en Venezuela, expropiaron más de 5 millones de hectáreas donde antes se sembraba y cosechaba, ahora esas tierras están desoladas. No hay transporte público decente, antes habían unidades aceptables, hoy la gente se sube como animales a las “perreras”. Que indignación. Qué manera de arruinar un país portentoso. Los apagones son de vieja data. Hay regiones de Venezuela resignadas a vivir sin energía eléctrica. Se robaron más de 40 mil millones de dólares dispuestos para equipar los sistemas que deberían producir y distribuir energía eléctrica.
No hay nada, todo está colapsado. Hay que sacar a Maduro, el jefe de la mafia, el responsable del genocidio, del exterminio, del saqueo de PDVSA, del crimen ecológico en El Arco Minero, del despilfarro de los dólares de CADIVI. Hay que solicitar la activación del Principio de Injerencia Humanitaria, del artículo 187 numeral 11 de nuestra Carta Magna. Hay que apagarle la luz a Maduro.
Mitzy Capriles de Ledezma