La Ayuda Humanitaria es mucho más que una simple ayuda. Es, en síntesis, el desprendimiento, sentimiento, recuerdo y acuerdo constante y sonante de los problemas y necesidades que vive el prójimo. Es, además, la conciencia universal que deposita el hombre en su corazón, y en el bolsillo de su alma, como la reserva material y moral que tiene guardada para sus actos de grandeza, ahora más que nunca, cuando con la G de Grandeza se escribe Globalidad.
La cercanía, en los días de hoy, va uniendo la vida colectiva de la sociedad por ancha que sea, a pesar del portugués Julio Alegría quien pensaba que el mundo era ancho y ajeno. El hombre ha resultado ancho de cuerpo pero no ajeno del sentido de vida y razón para dar. Así pues, el hombre pelea y, otras veces, divide para ganar, pero no es mezquino. Luego, “no importa perder una pelea si se gana la voluntad de un pueblo”.
La idea de la globalización lleva mucho de ese extracto. A mayor cercanía, mayor posibilidad de vender, hacer un negocio o trabajo mutual o, también, para ver con generosidad a la familia del prójimo. Así, según los numerólogos, la clase media mundial en los últimos 20 años ha pasado de 700 millones a mil 400 millones de ciudadanos, por lo tanto y como consecuencia, se han movido lo extremos de otros renglones. De esta manera, se ha bajado la pobreza extrema pero no podemos esperar otros 2020 años para salvar de este flagelo de la miseria a otros tantos millones. En efecto, Lula Da Silva dice que sacó en Brasil de la miseria a 20 millones de personas y Evo Morales habla de dos millones de bolivianos sacados de ese pozo. Pero el costo de Lula ha sido mal enseñado. Pasó de gobierno al calabozo por lo que no es ni un buen ejemplo, ni un buen resultado para Da Silva.
Entonces, decíamos, que en tiempos del viejo Petrarca y el holandés Erasmo, en pleno renacimiento, ellos se ocupan de atender al hombre, ensenarlos a amar y fortalecer su área terrenal. Erasmo planteaba que la humanidad mucho podía hacer en el desarrollo de su alrededor, un volumen de gente, que hoy llega a los siete mil millones de seres que, aunque no sabemos cuántos eran, deducimos que eran muchos millones menos. Erasmo se emocionaba cuando hablaba de la posibilidad de una humanidad con ideas lineales para ayudar al prójimo como lo plantean todos los planes de la iglesia ayer y hoy. Nosotros pensamos que el mundo debiera ser más leal y fecundo con su especie humana porque entre todos podemos achicar las vicisitudes mientras la globalidad crece.
Luego, si el hombre y la ONU han logrado sacar adelante la preferencia mágica y progresiva de los derechos humanos, entonces cuanto más debe trabajar en sacar de toda competencia el uso abierto y sin limitaciones en los derechos humanos porque nada debe ser más importante y definitivo que evitar que el hambre acabe con el hombre y que el hombre muera por falta de medicamentos viendo morir y fallecer a sus semejantes.
Le oímos al fino político e historiador, el abogado Rafael Simón Jiménez, decir: “la soberanía, de la cual tanto hablan el gobierno y los líderes políticos, la ejerce el pueblo con su voto, en uso pleno, libre y sano desde la democracia, como autodeterminación de sus habitantes”. Luego, unas elecciones sin partidos, sin líderes y sin pueblo no existen. En consecuencia, el CNE tiene que velar, como principio de igualdad, que no le den luz a censuras dentro de los votantes en ninguna elección. Deben fingir el voto obligatorio como derecho humano sin interferencia ni prohibición alguna, salvo que el pueblo lo niegue en consulta popular. De modo que la Ayuda Humanitaria, se pida o llegue espontanea de los vecinos, sus instituciones, y de los países del mundo, debe recibirse con beneplácito y complacencia porque su llegada significa: “la obra de Dios andando y amparando el bien sin limitaciones.
Luis Acosta