Luego del derecho a la vida, sin duda alguna que el más importante derecho humano es la libertad, decidir y optar según nuestra propia voluntad, sin depender del designio de otro. Nacemos libres y tenemos derecho a vivir en libertad, con el único límite del derecho de los demás cuando vivimos en sociedad, por aquello de que mis derechos llegan hasta donde comienzan los tuyos.
Lo que justifica la existencia del Estado, que per sé limita los derechos humanos, es precisamente la protección de esos derechos, el interés de garantizarlos a todos, particularmente a los socialmente más débiles, para que el ser humano no abuse de sus congéneres. No obstante hay una reiterada tendencia en la historia de la humanidad a agigantar el Estado en detrimento de las personas. En Venezuela -con el comunismo aderezado con crimen organizado y narcotráfico- el Estado se hizo rey y los ciudadanos súbditos.
El objetivo es tener ciudadanos felices, libres y ductores de su propio destino; tener una sociedad sana, activa y productiva, y un Estado efectivo, reducido a su mínima expresión, mientras más pequeño, mejor. Como ha sido dicho, “Tanta libertad como sea posible, y tanto Estado como sea necesario”. Que el Estado intervenga para garantizar los derechos de todos, y no para limitar los derechos de todos. El Estado venezolano es hoy una aberración, una negación absoluta de la libertad. Tenemos un Estado metiche, que quiere hacerlo todo en lugar del ciudadano, negador de libertades que impone el criterio de un grupito, de un cogollo, que se ha erigido en dueño de nuestro destino.
No digo nada nuevo, y expreso deseos de la mayoría, al afirmar que estamos en los últimos días de esta desgracia, cuyos actores han denominado socialismo del siglo XXI o revolución bolivariana, pero que no es del siglo XXI, ni revolución y menos aún acorde con el pensamiento libertario de Bolívar. Muy pronto cesará la usurpación, estamos en el pataleo de quien se niega a morir, pero que indefectiblemente morirá, porque la historia no se detiene, ni la voluntad del pueblo puede ser contrariada durante tanto tiempo, cuando los hombres deciden ser libres y forjar su propio camino.
El fin de la usurpación, pasando por la transición, tiene que dar origen no solo a un nuevo gobierno, sino a un nuevo modelo de sociedad con instituciones fuertes y suficiente contrapeso. Si algo ha sido dañino es la tesis de Chávez, “una sola revolución, un solo gobierno”, dando a entender que toda la administración debía estar bajo su control. Nada ha resultado más dañino que la subordinación de los poderes públicos al capricho del presidente. Los poderes públicos tienen que ser independientes, no sumisos, prestos sí a colaborar entre sí, para cumplir el objetivo final del Estado que es servir a los ciudadanos. Adicionalmente, la administración tiene que ser descentralizada, con fuertes poderes municipal y estadal, en claro contraste con el centralismo que se ha impuesto, aun contrariando el texto constitucional.
En VenAmérica hemos venido trabajando y seguimos haciéndolo en el procesamiento de ideas para el día D+1, para el día en que cese la usurpación y el presidente encargado, de conformidad con la Constitución, asuma a plenitud sus funciones. Hemos hecho aportes concretos para lo que podría hacerse en los primeros 100 días de transición, y seguimos trabajando en los aportes para el mediano y largo plazo, para la labor de reconstrucción que tiene necesariamente que hacerse bajo un nuevo esquema y con una nueva visión. Tenemos derecho a vivir en libertad y en democracia, con un Estado garantizador de nuestros derechos, promotor de la iniciativa privada, estimulador del crecimiento de la sociedad y no aniquilador, centralista, usurpador de los derechos ciudadanos. Ese es el desafío que va por cierto más allá de sustituir a un hombre por otro, a Maduro por Guaidó, sino que tiene que encerrar el compromiso de hacer nacer una nueva sociedad donde haya “tanta libertad como sea posible y tanto Estado como sea necesario”. Afortunadamente, Guaidó luce plenamente comprometido con esta idea.
Paciano Padrón / pacianopadron@gmail.com / @padronpaciano