Una multitud de argelinos manifestó sin incidentes por noveno viernes consecutivo, enardecidos por las concesiones obtenidas desde el inicio de sus protestas contra el poder y determinados a rechazar la transición prometida tras la renuncia del presidente Abdelaziz Buteflika.
Aunque las autoridades no dieron ninguna cifra oficial de participación, las calles del centro de Argel, se vieron repletas de manifestantes tal como ocurrió el viernes anterior, cuando los observadores la calificaron de histórica.
«Solo nos detendremos cuando todos se vayan», «Barakat (ya basta) este sistema», cantaron los manifestantes mientras marchaban a media tarde. Miles de ellos se habían reunido en la mañana frente a la Grande Poste, edificio emblemático del centro de Argel, que se convirtió en el punto de reunión de la protesta en la capital.
La multitud se dispersó sin incidentes al anochecer.
En el resto del país, especialmente en las ciudades de Orán (oeste), Constantina y Annaba (este), también hubo concentraciones importantes, según periodistas locales y la televisión estatal. Además de Bordj Bou Arreridj y Tizi Ouzou.
«Lárgate Bensalah», corearon los manifestantes contra el presidente de la Cámara Alta, Abdelkader Bensalah, a quien consideran la viva encarnación del régimen de Buteflika, que en apego a la Constitución, asumió la jefatura de Estado interina el 9 de abril, después de la renuncia de Buteflika.
Desde el 22 de febrero millones de argelinos bajan a las calles a protestar contra el gobierno de Abdelaziz Buteflika –que gobernaba el país desde hacía 20 años–. Éste renunció a postularse a un nuevo mandato y luego anuló una elección presidencial prevista el 18 de abril, antes de abandonar finalmente el poder.
La protesta del viernes se realizó después de que el presidente del Consejo Constitucional de Argelia, Tayeb Belaiz, una de las principales personalidades del régimen, dimitiera el martes.
Belaiz, de 70 años, formaba parte, junto al jefe de Estado interino Abdelkader Bensalah y el jefe de gobierno Nureddin Bedui, de las «3B», miembros del entorno cercano a Buteflika, que los manifestantes quieren sacar del poder.
– Contra el aparato –
La dimisión de Belaiz no bastará para satisfacer a los manifestantes, pues su reemplazo, Kamel Feniche, alto magistrado miembro desde 2016 del Consejo constitucional, tiene según los manifestantes el perfil de fiel servidor del «sistema» del que quieren deshacerse.
Más allá de la persona de Belaiz, los manifestantes rechazan que las instituciones y las personalidades nombradas por Buteflika gestionen la transición generada por su dimisión. Y critican, por ser muy corto el plazo, que se celebre una elección presidencial en 90 días, tal como lo prevé la Constitución.
Esa transición es apoyada por el ejército, protagonista esencial del proceso, mientras la clase política –tanto el campo presidencial como la oposición– carece de mensaje inteligible ante la revuelta.
Así, la salida de Belaiz se asemeja más a una enésima concesión que a un salida de crisis.
El ejército «está convencido que la gestión de la crisis pasa por una serie de medidas de apaciguamiento», según Hasni Abidi, director del Centro de estudios e investigación del mundo árabe y mediterráneo (Cermam) de Ginebra.
– Irreconciliables –
¿Hasta cuando el ejército podrá mantener su defensa del ‘proceso constitucional’? se preguntan los observadores. Ahora viene «lo difícil» pues las posiciones son «irreconciliables», explicó a la AFP uno de ellos, que requirió el anonimato.
El jefe del Estado Mayor del ejército, el general Ahmed Gaíd Salah, reiteró el martes la importancia de una transición en el marco institucional actual –rechazado por los manifestantes– aunque hizo saber que «todas las opciones siguen abiertas» para «hallar una solución a la crisis en el más corto plazo».
También afirmó que el ejército no dispararía contra el pueblo y velaría para que «no se derrame una sola gota de sangre argelina».
Bensalah, jefe de Estado interino, inició el jueves una serie de reuniones «en el marco de una voluntad de concertacion», según la presidencia.
Pero las primeras reuniones con «personalidades nacionales» parecen ajenas a los deseos de cambio de los manifestantes. Entre ellas figuran Abdelaziz Ziari, sucesivamente ministro, consejero presidencial y presidente de la Asamblea nacional bajo el reino de Buteflika, así como Abdelaziz Belaid, jefe de un micropartido cercano al poder o el abogado Miloud Brahimi, conocido en los tribunales desde hace décadas.
El Movimiento de la sociedad por la paz, partido islamista que rompió con la coalición proButeflika, rechazó participar de esta «reunión de concertación».
AFP