Por estos días se nos hizo claro, que la diferencia principal entre la democracia y, por ejemplo, el marxismo cubano, es el contrato que se establece entre el gobierno y los gobernados.
En democracia los dueños indiscutibles son los ciudadanos que “contratan” a un presidente para que les administre el país. Para ello le dan suficiente autoridad, pero le colocan poderosos contrapesos para controlarlo. También, en democracia, los dueños cambian al administrador-presidente con frecuencia.
Los grupos similares a los marxistas cubanos usualmente acceden al poder mediante la violencia, pero a veces optan por disfrazarse de oveja y lo hacen democráticamente. Cualquiera sea el camino, en cuanto “agarran el coroto”, establecen un contrato de aparcería.
El contrato de aparcería es una figura muy antigua empleada por los dueños de una finca o un terreno que convienen con otra persona para que lo administre,lo maneje y produzca algún rubro, generalmente agrícola, y luego se repartan las ganancias en una proporción previamente acordada.
En silencio, los gobiernos de estilo cubano, establecen un contrato de aparcería con los ciudadanos-dueños, para manejar el país.pero le agregan tres coletillas, una, el contrato de aparcería no caduca, dos, ellos establecen cuanto de la ganancia va para el dueño y cuanto para ellos y, tres, nada de controles. En la práctica pasan a ser como los dueños de todo y los ciudadanos se convierten en un “pueblo feliz” pues al que no esté feliz y proteste lo meten preso o lo fusilan.
Los venezolanos, acostumbrados a cambiar a los administradores presidentes con frecuencia, no parecen aceptar esta moda de aparcería con gobernante eterno, en especial cuando hay sobradas razones que demuestran que el administrador es requete malo y tiene hecho flecos a un país que era extraordinario.
De tener presidentes temporales hemos pasado, con trampas electorales, al intento del gobernante eterno mientras que los ciudadanos-dueños quieren cambiarlo. Esa es la foto de nuestros días. Un contrato de aparcería puyado, establecido sin el permiso de los dueños y los dueños, que están arrechísimos,quieren sacar al usurpador.
Casi desde el comienzo de este calvario rojo en 1998 los venezolanos han protestado masivamente en las calles pidiendo la salida de estos locos marxistas. En abril 2002 una marcha gigante sacó a chávez, en diciembre 2002 un paro general y en especial de petroleros, hizo tambalear al gobierno, también se han realizado centenares de protestas y se han producido referéndums, elecciones y centenares de presos y asesinados. En 2014 y se llenaron de trancas y protestas las calles pidiendo el cambio, luego se repitió en 2017 y ahora en 2019 vuelve a resurgir la protesta masiva liderada por un joven político.
Algunos creen que tampoco esta vez podremos sacar al régimen, pero hay grandes diferencias con las anteriores. La principal es un apoyo intenso y extenso de decenas de países y en especial de los estados unidos. Otra es el descalabro en la salud, la educción, la seguridad, los servicios básicos y el alto costo de la vida. Otra es la falta de empleo en un país paralizado que hace que miles se marchen de Venezuela diariamente. Y otra, muy importante, es que la experiencia de lucha de tantos años ha formado aun grupo inmenso de zamarros ciudadanos que ya no se dejan embaucar con manipulaciones ni diálogos.
El contrato de aparcería lo vamos a enrollar y a metérselo por donde se debe a los usurpadores. Aquí lo que queremos es democracia y libertad y no dejaremos de luchar hasta lograrlo.
El 1ro de mayo con las super marchas que se anuncian será un buen día para despejar el horizonte.
Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es