Lorent Saleh, ex preso político en el exilio, publicó una carta tras seis meses tanto de su excarcelación como de la muerte del concejal Fernando Albán.
En el escrito, Saleh relata los detalles de su traslado hacia España y cómo se enteró de la muerte de Albán, calificada por la oposición como un asesinato luego de que el concejal cayera del piso 10 de la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin).
Asimismo, valoró a Albán como una persona se que dedicaba al servicio social. “Creía en lo humano y en el amor al prójimo”, recalcó.
A continuación, la carta de Lorent Saleh:
El asesinato de Fernando Albán y mi destierro. A 6 meses de un horrible crimen.
8 de octubre del 2018. No podré olvidar ese día. Estaba en mi celda, el rumor se venía colando lentamente por el pasillo del Sebin a pesar del aislamiento y el castigo. Me llegó por asalto, como un puñal al corazón, y llenó la celda toda de miedo, frío y dolor. Habían asesinado a alguien – otra vez. Saber si era verdad era casi imposible, pero el silencio del silencio me hacía sospechar que sí. Le pregunté a un funcionario si era verdad que había muerto un detenido y bajó la mirada, me estaba confirmando la desgraciada noticia.
Unos días después, inesperadamente, entraron a mi celda, y sin opción me sacaron y me montaron en un avión junto al gobierno de España. Me quitaron todos mis documentos de identidad como venezolano y, sin derecho a regresar, me desterraron, me echaron de mi propio país.
Luego de años secuestrado no había lógica aparente en lo que estaban haciendo conmigo. Pero sí, había una y muy vil: buscaban desviar la atención del grave crimen que habían cometido.
El 8 de octubre de 2018 la policía política de Venezuela le quitó la vida al concejal Fernando Albán. Lo secuestró y torturó hasta asesinarlo y, por si fuera poco, lanzaron su cuerpo por la ventana del piso 10 del centro de tortura del cuartel general del Sebin, en Plaza Venezuela, queriendo desvirtuar lo realmente sucedido vendiendo un suicidio. ¡Cobardes, bestias, asesinos!
Albán fue víctima de las torturas que he denunciado desde hace años, incluso desde antes de estar preso, y que yo mismo viví: su detención tenía como finalidad la mentira, el engaño y la falsa acusación de líderes. Su muerte desenmascaró, una vez más, el terrorismo de Estado que sufrimos los venezolanos, y que yo mismo viví unos años antes en el mismo lugar de su asesinato.
Fue un punto y aparte, un quiebre para que el mundo de cómodos volteara su mirada por un instante hacia Venezuela y sus presos políticos.
Todos los días pienso en ello, lo retorcido de nuestra realidad y la forma de actuar de la dictadura. ¿Tuvo que morir Albán de esa forma para que, por fin, me liberaran? Esa cruz me duele y me pesa, la llevo conmigo en silencio, en mis pensamientos, en mi vida diaria.
A Fernando Albán lo asesinaron en unos de los mayores actos de cobardía. Fernando Albán era un ser dedicado al servicio social, creía en lo humano y en el amor al prójimo. Dejó un legado, dejó un trabajo, dejó un sinfín de bonitos recuerdos y enseñanzas a todos los que le rodearon.
Me cuesta dormir por las noches asediado por la pregunta, constante y permanente, ¿cómo haremos para que haya justicia y no quede impune este asesinato?
No puedo olvidar este capítulo. Debo ofrendar lo que me queda de vida a trabajar por todos aquellos que, como Albán y como yo, han sido víctimas de la tiranía y el abuso del poder. Debo investigar, documentar, denunciar y consignar estos crímenes en todos los organismos de Derechos Humanos, así muchos lo crean una pérdida de tiempo.
SuNoticiero