Las grandes diferencias en el mundo moderno sobre la igualdad se empezaron a visualizar y observar como problema por las distintas colocaciones en la vida social, pública y económica de los pueblos y sus gentes. Así ha sido, por un lado, la recesión de los años 29-33 y, luego, la II Guerra Mundial del 39. En efecto, quedó demostrado que para los años 1941-1948 había 4 potencias bélicas: Alemania, Rusia, Inglaterra y USA; y una sola productora de bienes y servicios: Los Estados Unidos. En la II Guerra Mundial se observa que Los Estados Unidos no solo le dio alimentos a sus aliados sino también a toda Latinoamérica desde La Patagonia a Chile, desde Chile a Colombia; desde Haití, Hondura y Guatemala hasta México. Llegaron al triunfo en la guerra y ganaron la confianza para manejar los conos monetarios tanto como las reservas internacionales mundiales. Crearon el Banco Mundial, la ONU y sus ejercicios de acción y control tales el BID, el FMI, la UNESCO, la CELAC y la OEA. Todo esto ha funcionado con éxito durante décadas y su prestigio moral y político crece, desde luego no con pocas dificultades. Difícil es decir que Estados Unidos no tomó las riendas del protectorado. Igualmente, nadie puede negar el rendimiento expansivo y uniforme del sistema neoliberal, impuesto y legitimado por Adam Smith en aquello de “dejar pasar, dejar hacer” como lema de la conducta productiva, social e industrial de la sociedad norteña cuya penetración ha llegado hasta donde las leyes propias lo permiten. Así, se puede hacer todo menos lo que está prohibido por las leyes. De forma y manera que, el chiquito comerciante, en función social y especulativa, puede crecer y acumular bienes materiales ilimitados y los grandes comercios e industrias pueden ganar y guardar dinero hasta donde alcance su austeridad y su rendimiento económico. Todo se puede realizar manteniendo su trabajo bajo los parámetros permitidos por las leyes y los límites monopólicos.
Ahora bien, mientras en Venezuela, América Latina y los países asiáticos las constituciones se han cambiado cada vez que se cambia a un gobierno, en Norteamérica solo se han propuesto, en cerca de 250 años, veintisiete enmiendas a la constitución de las cuales se han aprobado veintiuna de ellas mientras que cinco de ellas están pendientes de aprobación. Eso les ha garantizado a los pueblos terceros, bajo su cobija, y a los 50 Estados de la Unión que las reglas de juego se respetan y que nadie puede temer a perder sus bienes porque el estado norteño le robe lo que le pertenece cada cual.
Después, se notó que el crecimiento iba a partir de California hacia otras fuentes económicas. Empero, simultáneamente, se despegaba el nacimiento tecnológico de los norteños, después de la II Guerra Mundial, tanto que aumentaba la producción a la velocidad del relámpago cuando el resto del mundo subía al bajo correr de los ascensores. Pero, también, se desarrollaba el transporte por tren y carretera. De esta manera, hicieron posible el control de los precios aforísticos y los costos del transporte hasta la propia aviación. En eso no se paró nunca Norteamérica. Fueron a la Luna, y apareció el 747 como avión de pasajeros de 500 plazas.
Nadie paralizó a Broadway, ni a los Estudios Universales, ni la MGM, ni los estudios FOX. Tomaron el empleo como causa nacional y el desempleo como algo para mantener en los niveles más bajos. Mientras tanto, el sembradío de manzanas, peras, melocotones, uvas, y legumbres crecieron manteniendo los precios.
Los Estados Unidos no son la panacea del mundo. Sin embargo, tiene sus encantos que son el orden y la disciplina, a pesar de sus errores que se contemplan en sus conductas como la falta de control en el consumo de droga y estupefacientes; así como también, en la rigidez grosera y abusiva de algunas de sus leyes agresivas y faltas de templanza. Pero crearon, no un norteño sino un ser doliente; no un pisatario común sino un sembrador de esperanzas y de sus fieles hijos que vendieron la idea del sueño americano que tanta gente atrae a su territorio.
Lo cierto es que, en líneas generales, estamos algo lejanos de manejar esas conductas que son mas inglesas que gringas pero que ellos aprendieron con dedicación e inteligencia a hacerlas útiles y propias. Nosotros, en cambio, discutimos mucho y disciplinamos poco. Ya esto basta para detectar y saber de nuestras debilidades. Luego, oír, leer y estudiar es lo que tenemos que hacer. Bolívar sabía lo que quería decir cuando aseguró “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”.
Luis Acosta