Nicolás Maduro está recurriendo a los recursos mineros de Venezuela, como el oro, el coltán y los diamantes, para conseguir las divisas que su régimen desesperadamente necesita para no colapsar ante las crecientes sanciones estadounidenses a la industria petrolera, describe la revista alemana Der Spiegel en un reciente artículo publicado por Infobae.
Los metales preciosos venezolanos, en especial el oro, y otros productos mineros han comenzado a aparecer en numerosos mercados de todo el mundo y las operaciones para su extracción, fraccionamiento y venta ocurren entre las sombras y en forma no oficial, a diferencia de las exportaciones petroleras de PDVSA ahora parcialmente bloqueadas por las sanciones.
Por ejemplo, la semana pasada se incautaron cinco toneladas de coltán, un mineral esencial para la fabricación de teléfonos celulares, en el puerto italiano de Trieste, como reporta Der Spiegel. Según fuentes locales, la materia prima provenía de una mina no oficial en el estado de Bolívar que está administrada por Nicolás Maduro Guerra, hijo del líder autoritario venezolano.
Por si esta operación clandestina fuera poco, se reportó que la mina está protegida por militantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), grupo terrorista colombiano al que el fallecido Hugo Chávez y ahora Maduro han dado protección.
El régimen venezolano se encuentra bajo una enorme presión política luego de que la Asamblea Nacional proclamara en enero a Juan Guaidó como presidente interino, en desafío al gobierno de Maduro, considerado ilegítimo por gran parte de la comunidad internacional.
Guaidó ha sido encargado por el Parlamento con la tarea de asumir un gobierno de transición y llamar a elecciones libres, y cuenta con el apoyo de Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y gran parte de América Latina. Pero el chavismo se aferra al poder en base a su alianza con Rusia, Cuba y China.
Mientras tanto la crisis socioeconómica no da tregua en el país, aquejado por años de hiperinflación, aumento de la pobreza y la criminalidad, caída constante del producto, apagones, escasez de alimentos de todo tipo y éxodo masivo de sus habitantes, lo que ahora se ha acrecentado por la falta de acceso a divisas internacionales tras el derrumbe de la producción petrolera de PDVSA y las sanciones estadounidenses.
El saqueo de los recursos mineros se ha convertido en el nuevo modus operandi del régimen, y quizás el descubrimiento reciente más importante haya sido el realizado en Uganda a principios de marzo, cuando las autoridades hallaron 7,4 toneladas de oro de las reservas venezolanas.
El metal precioso valuado en 300 millones de dólares fue llevado de contrabando al país africano para ser refinado, un movimiento que Venezuela solía hacer a Turquía y Emiratos Árabes Unidos (EAU) para su refinación antes de que la presión de Estados Unidos aumentara y esto se tornara imposible.
Sólo este año se cree que 24 toneladas de oro de la reservas fueron vendidas para obtener divisas, gran parte en el mercado negro y en operaciones como la realizada en Uganda.
Se cree que ocho toneladas de este total fueron a EAU, y el resto al país africano. Mientras que el año pasado unas 21 toneladas fueron liquidadas en Turquía a cambio de unas 31.000 toneladas de comida y 120 toneladas de medicamentos, según ha dicho el economista y miembro de la Asamblea Nacional Ángel Alvarado.
En total, en los últimos dos años se han rematado unas 100 toneladas de oro de las reservas del Banco Central de Venezuela, pero gracias a esto y a la liquidación de otros minerales el régimen ha obtenido el mínimo de alimentos para llenar las cajas distribuidas por el Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y evitar un levantamiento motivado por el hambre.
“Maduro está tan desesperado que saquea la riqueza de Venezuela para mantenerse en el poder por cualquier medio”, indicó Alvarado a Der Spiegel.
De acuerdo al semanario alemán las materias primas provienen de un área de 111.000 kilómetros cuadrados conocida como Arco Minero Orinoco y se extraen sin ninguna consideración por el medio ambiente.
En este negocio las Fuerzas Armadas de Venezuela llevan la administración y se cree que también el grupo terrorista libanés Hezbollah, ligado al ex vicepresidente venezolano Tareck el Aissami, ahora convertido en ministro de Industria, podría también ser parte del esquema.