En realidad el derrumbe comenzó con el desmoronamiento de la industria petrolera, que desde 1998, con la llegada de Hugo Chávez, ha venido en declive hasta ver reducido en un tercio su producción al cierre de 2008 con respecto a los valores de apenas cinco años antes.
Mientras, el valor del salario ha sido liquidado, millones de trabajadores están desempleados y se agrava la crisis humanitaria que ha generado el peor flujo de refugiados en el mundo hoy después de la de Siria.Pero con el inicio de las sanciones económicas aplicadas por Estados Unidos al régimen de Nicolás Maduro, a partir del 28 de abril, este negro panorama de Venezuela se oscurecerá aún más, porque ya el país está quebrado.
Venezuela no tiene fuentes externas de financiamiento, su aparato productivo interno fue destruido por los controles e intervenciones del chavismo, la industria petrolera está arruinada, y los servicios públicos colapsados.
El salario mínimo, que ya es el más bajo del mundo, con 3,4 dólares por mes hasta ahora, apenas subirá hasta 7,6 dólares al cambio actual.
En Venezuela el ingreso formal ha perdido todo su valor, no hay sistema de crédito, la banca está técnicamente quebrada y solo vive de comisiones; las personas en general carecen de seguro médico, a menos que tengan la fortuna de comprar una póliza en dólares.
Los seguros a la propiedad también son insignificantes, pues las primas y las sumas aseguradas son barridas cada día por la hiperinflación.
“Esperamos que el Producto Interno Bruto venezolano caiga 37,4% en 2019. Este sería el sexto año consecutivo de decrecimiento”, señala el economista Francisco Rodríguez, cuyo escenario es más pesimista que el del FMI.
“Para finales año, nuestra economía tendrá aproximadamente un tercio del tamaño que tenía en 2013. Estos números apuntan a que la debacle de la economía venezolana sería la peor registrada en la historia de América Latina y una de las más profundas a nivel mundial. La causa principal de esta crisis con pocos precedentes ha sido una política económica completamente errada”, agregó en comentarios a El Estímulo.
AVN | Prensa Presidencial
La propaganda oficial chavista, y su intenso lobby internacional se ha apresurado a echarle la culpa de esta caída a las sanciones del gobierno de Estados Unidos, contrariando las evidencias de un proceso que lleva 20 años.
“Si bien Venezuela ha enfrentado condiciones externas desfavorables desde 2014, incluyendo una fuerte caída en los precios de los hidrocarburos y la imposición de sanciones económicas por parte del gobierno estadounidense, la realidad es que la magnitud del declive no guarda relación con estos choques adversos”, dice Rodríguez.
Recuerda que otros países han sufrido de caídas en los precios de sus principales productos de exportación, restricciones al financiamiento externo e incluso sanciones económicas, pero estas condiciones no han desencadenado crisis de la magnitud de la venezolana.
“De hecho, las únicas experiencias comparables son las de países que fueron devastados por guerras internas o intervenciones militares extranjeras”, señala.
Rodríguez, cuya firma Torino, hace frecuentes análisis y proyecciones sobre la data macroeconómica, señala que el PIB per cápita de los venezolanos estaba en 3.000 dólares a finales de 2018, de acuerdo a cifras del FMI.
“Para finales de 2019, prevemos que el PIB per cápita en dólares podría ser de aproximadamente la mitad de esta cifra. Esto nos colocaría por debajo de Honduras y Nicaragua, y solo por encima de Haití en la región”, sentencia.
Con este inaudito desmoronamiento Venezuela cosecha años de desidia, dogmas, corrupción e incapacidad en un sistema que logró el milagro de empobrecer al país más rico del mundo en recursos de hidrocarburos.
“Estos dos gobiernos no acumularon activos externos netos durante los años de bonanza (petrolera) y mantuvieron un prolongado sistema de control cambiario y de precios que asfixió la producción interna y generó resultados catastróficos. Estos factores profundizaron el impacto del colapso de la producción petrolera e impidieron el ajuste de la competitividad del sector privado ante la caída de los ingresos petroleros”, dice Rodríguez.
A la fecha no hay la vista ni en el escenario ninguna razón para pensar que este cuadro pueda revertirse en las condiciones actuales, y un cambio político es una posibilidad cada vez más lejana en el horizonte, pese a los voluntariosos esfuerzos de la oposición y de líderes emergentes como el diputado Juan Guaidó, presidente del malogrado Parlamento, reconocido por 55 países como presidente encargado de Venezuela.
Betania Ibarra
De este modo, Venezuela se consolida como un caso de lástima y de ayuda humanitaria internacional.
El quinto de los infiernos
“Todavía no hemos tocado fondo y no tenemos referencias para situarnos en este hundimiento generalizado”, señala el cineasta Carlos Oteiza en breves comentarios para este artículo.
“Me puedo imaginar que sentimos vergüenza dolor e indignación, no todos vemos las mismas razones para tanto sufrimiento. Pero igualmente la mayoría comparte las consecuencias de lo que nos ocurrió, sean cuales sean las razones que le atribuimos a esta desgracia”, dice este también historiador y realizador de reconocidas piezas documentales sobre etapas clave de nuestra existencia como país.
“Como venezolanos creemos saber cómo éramos. Pienso que es muy difícil saber quiénes somos en este momento. Seremos lo que logremos construir”, añade.
Las fallas generalizadas en los servicios públicos aceleran el deterioro de la economía y harán más cuesta arriba un rebote, mientras se alejan las posibilidades de una pronta salida política que cambie la suerte de millones de empobrecidos ciudadanos.
Venezuela depende casi exclusivamente del petróleo para vivir, y ya esta fuente se agotó, lo que hace prever que a falta de sustitutos la escasez generalizada será aún más grave, como si estuviéramos en una guerra real, como esas de las películas y la historia, de ejércitos desplegados y metralla.
Venezuela, una economía más pequeña que Puerto Rico
“Una serie de apagones en curso en todo el país que comenzaron el 7 de marzo cortaron la electricidad en las áreas productoras de petróleo del país, probablemente dañando los reservorios y la infraestructura asociada”, señala un informe de abril de la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos.
En efecto, el colapso general de los servicios en Venezuela parece marcar un nuevo punto de inflexión en esta crisis y cada día que pasa será más difícil una recuperación.
El derrumbe de la producción de petróleo, acelerada justamente por las fallas masivas de energía, reduce aún más la ya escasa disponibilidad de divisas para financiar importaciones en un país cuya estructura productiva interna, manufactura, agricultura, servicios y comercios ya están en sus peores niveles históricos.
Venezuela era el país más rico de América Latina, y la cuarta economía más poderosa, detrás de Brasil, México y Argentina. Tras 20 años de chavismo, hoy está entre los cuatro más pobres.
Pequeños vecinos como República Dominicana, Panamá, Puerto Rico y Guatemala ya producen o pronto producirán más riqueza que esta arruinada ex potencia petrolera convertida en un caso de ayuda humanitaria internacional.
“Para una nación que miraba por arriba del hombro a las otras naciones del continente, lo vivido nos deja perplejos, frustrados, sin aire”, dice al respecto Oteiza.
“Ahora nos toca pedir permiso y si bien fuimos durante décadas alegres viajeros y consumidores, lo que estamos viviendo no puede considerarse una consecuencia directa de nuestra levedad”, agrega.
“Por supuesto que un país petrolero puede tener un choque económico con mayores consecuencias que otros porque depende principalmente de una fuente económica, pero el país también había construido una infraestructura industrial y agrícola que si bien no era decisiva era un logro y era importante. La Revolución Bolivariana acabó con mucho más que con el petróleo”, agrega.
En efecto, Venezuela es hoy el único país petrolero del mundo con un colapso de este tamaño.
Es difícil tener que compararse con Haití, que es el país más pobre del Hemisferio Occidental, con un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de 870 dólares en 2018 y un Índice de Desarrollo Humano de 163 de 188 países en 2016, de acuerdo a los datos del Banco Mundial.
Más de seis millones de haitianos viven por debajo del umbral de pobreza, con menos de 2,41 dólares diarios, y más de 2,5 millones caen por debajo del umbral de pobreza extrema (1,23 dólares diarios).
“Haití también es muy vulnerable a los desastres naturales,
principalmente huracanes, inundaciones y terremotos. Más del 93% del país y más del 96% de la población están expuestos a estos desastres naturales”, señala el Banco Mundial.
En Venezuela, una sociedad expuesta a grandes errores de manejo económico y social, hasta esta fecha de abril ese salario mínimo mensual, que reciben unos 4 millones de trabajadores, equivale hoy a apenas 11 centavos de dólar por día.
Archivo
Lo del salario es tan grave que aunque se aumentara 10 veces, todavía estaría en un dólar por día, la mitad del 1,90 por día que es considerado límite de pobreza extrema por el Banco Mundial.
Todos los indicadores sociales de Venezuela se han deteriorado y las costuras son más evidentes porque en el pasado el gobierno solía usar el tipo de cambio oficial (artificialmente bajo) para medir los indicadores de PIB, pobreza por ingreso y hasta los indicadores de bienestar, que, tras ser falseados y anclados en 2012, todavía son usados por los propagandistas del gobierno en foros internacionales para mentir diciendo que hay altos estándares de calidad de vida en el país.
“Lo más importante es que por primera vez cada vez los organismos multilaterales y agencias internacionales vinculadas al sistema de Naciones Unidas están reconociendo la desgracia venezolana”, confió un estudioso venezolano en temas de pobreza que prefirió el anonimato.
En efecto, en el pasado agencias de la ONU, como la FAO y la Cepal dieron sus bendiciones y promovieron las falsas virtudes del chavismo en materia social.
Fuertes cabildeos de grupos de la “izquierda caviar” internacional acompañaron la ofensiva de la propaganda chavista para vender al mundo unos resultados que nunca ocurrieron o que no fueron sustentables en materia de educación, salud e indicadores de desarrollo social, como los Desafíos del Milenio.
Desde la Universidad de Harvard un grupo de economistas venezolanos vinculados al Centro de Desarrollo Económico han calculado cuantos años le tomará a Venezuela emprender una reconstrucción para al menos volver a los niveles previos al actual colapso.
“A pesar de que a pesar que Venezuela sigue teniendo un enorme potencial de largo plazo, el camino de la recuperación va a ser complejo, con muchos obstáculos y mucha incertidumbre”, dice Douglas Barrios, uno de estos expertos del Centro Kennedy.
Este potencial que no basta incluye el energético, turístico y geográfico. También cuenta ahora con una diáspora capacitada integrada a redes productivas y de conocimiento en el mundo.
“En el corto plazo puede haber un enorme potencial de cambiar rápidamente la tendencia, como detener la hiperinflación, estabilizar el cambio, recuperar y sostener el poder adquisitivo del fruto del trabajo, desmontar regulaciones predatorias que buscan perseguir y castigar al que se quiere ganar la vida haciendo cosas por los demás”, advierte para este análisis.
“Creo que la ruta de la recuperación tiene que tener una base amplia y convertirse en un gran consenso social, una suerte de proyecto generacional”, agrega.
“Obviamente vamos a contar con el apoyo de expertos nacionales e internacionales para ayudar a pensar sobre cómo darle vuelta a esto, pero el tamaño de la crisis demanda que la recuperación sea un proyecto compartido de base amplia o no será sostenible en el tiempo”, dice.
Considerando el colapso completo de los servicios, la pérdida de un tercio del PIB, y que ya estamos del tamaño de Guatemala, República Dominicana y Puerto Rico en tamaño de la economía, ¿cuál sería un umbral de tiempo para la recuperación hipotética?
“La pregunta central que nos hacemos nosotros es qué entendemos por recuperación. Si la recuperación es “volver a un nivel de bienestar” o si la recuperación es darle la vuelta a la situación”, explica Barrios.
“Si la recuperación es volver a un nivel de bienestar como el que se vivió en pleno boom petrolero de los años 2000 o finales de los 70 entonces se ha dificultado mucho más la recuperación”.
“La misma máxima que destruir es mucho más difícil de construir. Para que nosotros pudiéramos llegar a nuestro nivel de actividad económica del año 2012 tendríamos que crecer al 10% anual todos los años por más de una década”.
“Ese es un enorme reto, que va más allá de un gobierno de transición y probablemente más allá de los primeros dos gobiernos luego de la transición.
“Si definimos recuperación de otra forma. Como ponerle fin al deterioro. Detener el colapso y darle la vuelta a las principales variables sociales, es muchísimo el bienestar lo que se puede lograr los primeros días, semanas y meses. Probablemente la verdad está en algún lugar en el medio”, dice Barrios.
El Estímulo
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