Que en Venezuela impera una narcotiranía, no hay dudas. Tampoco que Maduro encabeza un régimen fallido que ha hundido al país en un agujero muy oscuro. Que la inseguridad tiene a los venezolanos en la mira para convertirlos en pasto fácil de un asesinato, de un secuestro, de una extorsión o de un arrebatón de su cartera, celular o despojo de los zapatos que le quitan a un adolescente junto con su vida, tampoco de eso hay dudas.
De esa tragedia hay evidencias certificadas, como también son verídicas las estadísticas que revelan la catástrofe humanitaria compleja que se pone de manifiesto en el retorno de las epidemias de Malaria, Sarampión, Difteria y Dengue, así como la hambruna generalizada que coloca a la sociedad venezolana como una prueba viviente de la responsabilidad de Maduro de la comisión de un genocidio silencioso, al igual que el exterminio que se perfeccionó el pasado 23 de febrero entre las fronteras de Venezuela con Colombia y Brasil.
En definitiva, ese malandraje que desgobierna a Venezuela son, sin dudas, narcotraficantes, corruptos, criminales, torturadores, contrabandistas, etc., pero además traidores entre sí. Hay algo también de lo que no debe caber la más minina duda: «Maduro ya no duerme como un bebe». No confía siquiera de su mujer, ni de su hijo, lo cual debe ser muy triste para un ser humano. Peleó con Rafael Ramírez, el zar petrolero de la «revolución». Tiene preso al sucesor de Ramírez en PDVSA, Eulogio Del Pino. Enjuició y defenestro a su ministro policía, al que le encargo meter presos a decenas de estudiantes relacionados con el Movimiento «La Salida» promovido por María Corina, Leopoldo y Antonio Ledezma en febrero de 2014.
También ha reducido a prisión a más de 200 militares, eso tiene a las Fuerzas Armadas incomodas, muy molestas. Pero hasta ahí «no llega la sangre al rio». Recordemos sus discordias con Diosdado, con Elías Jaua y con Tarek. O sea, el rancho está ardiendo desde hace tiempo, como dice Antonio «a esa gente los une el delito y el miedo».
La cosa esta tan mal para Maduro, que es imposible que él confíe en su aparato de inteligencia. Se le volteo el director del SEBIN. Se vio obligado a llamar al Gral. González López, después de haberlo despedido sin honores. No se puede dudar que «esa fiera herida» regresa a su anterior cargo con mucho rencor. El actual jefe de La Casa Militar y al mismo tiempo comandante de la Dirección de Inteligencia Militar, Gral. Hernández Dala, aparece en todas las papeletas de la conspiración junto al ministro de la Defensa, Padrino López. Pero hasta ahí no llega la cosa, es público y notorio que el inefable Magistrado Chimbín, Maikel Moreno, también estaba metido de cabeza en la jugada para dejar entendido a su «Comandante en Jefe».
En conclusión, ese régimen está podrido, no tiene como sostenerse, van a caer, y será muy pronto. ¡Desde luego!, Hay que empujarlos para terminar de derribarlos. Y para eso la ciudadanía está dando lo mejor de su coraje. Pero sola no podrá desalojar a esas mafias, es vital contar con la colaboración de la comunidad internacional. Es hora pues de activar el artículo 187 de nuestra Carta Magna, así como también invocar la intervención humanitaria con base al concepto de Responsabilidad de Proteger que es doctrina aceptada por la ONU.
Mitzy Capriles de Ledezma