Nos hemos cansado de impugnar y rebatir las acciones controversiales del régimen. Cuando deben bajar sus ofensas por estar en el ojo de la polémica, toman las decisiones más enigmáticas. Abren fuego contra los reglamentos y los estándares lógicos de un país racional. Por supuesto, el mundo entero sabe con conciencia en orden, que en Venezuela se esfumó hace mucho el Estado de Derecho y las normas se vuelven excusas para las fechorías.
La aprehensión del vicepresidente de la Asamblea Nacional, Édgar Zambrano, no solo se erige como un acto indigno, ilegal y atroz, sino que deja en claro que dan vueltas en círculos, buscando a los cercanos antes de llegar a Guaidó. No se han atrevido a sabiendas que encarcelar a este nuevo líder revestiría una condena de las más de 50 naciones que lo consideran el presidente verdadero, además de que se pulsaría inmediatamente el botón enfebrecido de la irrupción militar internacional.
Las bocanadas de injusticia de la dictadura no sorprenden. Siempre dejan el mal sabor de aliarse con la inconsciencia y de parecerse del todo a una burla circense. Montan su espectáculo deplorable y meten como calzador sus leyes en desorden. Hoy a todo trapo tratan de luchar por no vestirse de presidiarios. Y desdigo a quienes impávidos, creen que la lucha se disminuye, que la presión continúa y cada vez conocemos más de la intrincada combinación para abrir la caja de las libertades.
Desde el pasado 30 de abril los contactos de los Estados Unidos con los militares venezolanos han aumentado. También la nación norteña ha lanzado amenazas estrepitosas para cualquier compañía local o extranjera, que haga negocios con sectores de defensa y seguridad de Venezuela, pues serán objeto de sanciones. Igualmente han enseñado los dientes contra 25 magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.
Por cada movimiento que efectúen los malhechores de la tiranía venezolana, recibirá su dosis de presión y atosigamiento norteamericano. Por eso el quitarles la inmunidad parlamentaria a 10 diputados e iniciar una persecución de “gato caza ratón” deja en claro al planeta, que el apego de Maduro a las leyes es inexistente.
Veo con desazón cómo los legisladores se esconden por temor a ser rastreados por esta perversidad gubernamental. Les allanan sus viviendas. Los señalan de conspiradores. Es una lucha intestina de estos hombres de bien por no desvanecerse ante la opinión pública y cumplir con este momento determinante para la historia del país.
Los ciudadanos quieren que la resolución definitiva pase por las armas. La desconfianza es creciente, pues es Miraflores se atrinchera una panda de sanguinarios. La última encuesta de Meganálisis reveló que 89.7 por ciento de los venezolanos aspiran una ayuda militar y no creen en ningún tipo de diálogo, pues estiman que viven un genocidio por la carencia de alimentos, medicinas y libertades.
Un tuit nos llenó de asombro, esperanza y comprimió un tanto las emociones hasta de los más incrédulos. El jefe del Comando Sur manifestó hallarse a la espera de la invitación de Guaidó para dar apoyo a la restauración del orden constitucional en Venezuela.
Utilizó las redes sociales con conocimiento de causa, pues es la mejor vía en estos tiempos, para llevar su anuncio espectacular. Craig Faller redactó su mensaje en dos idiomas. Con un inglés preciso y un español si faltas ortográficas, sentenció: “¡Estamos listos!”. Tampoco descartó su apoyo a aquellos líderes de la Fuerza Armada venezolana que tomen la decisión correcta.
El presidente interino está muy claro de esta alternativa concluyente. Lo ha esbozado casi entre dientes y con el valor dominante de saber lo que hace. Este proceso tiene sus plazos. Muchos se han adelantado y otros, por falta de humanismo y buenos modos del régimen, se han rezagado. Ya los países empiezan a comprender que no se puede esperar compasión de los despiadados.
Sin mediar mucho y con el pensamiento proyectado en el futuro, el pasado fin de semana nos comunicó que había ordenado a Carlos Vecchio, reunirse con el Comando Sur para coordinar la cooperación internacional.
Guaidó no sufre de despistes. Sus palabras tienen algo de mansedumbre y confianza. No lo perturban ni lo sacan de su concentración decisiva, las maldades y opresiones de la usurpación. Ha dicho con una visión clara que “tenemos el apoyo del mundo. La dictadura está en su peor momento, llena de desconfianza, traición y conspiración”.
Imaginé a Guaidó con los mismos juicios para su llamado, así como ve el comisionado Gordon al teléfono rojo para convocar a Batman. Esta vez la llamada tendrá cobro internacional y no requerirá de justicieros enmascarados. A pesar de seguirse en el intento de apretujar con sanciones, obstáculos financieros e incomodidades políticas las gestiones del régimen, resulta ya probable que se llegue a las decisiones bélicas para sacar a estos retorcidos de poder.
MgS. José Luis Zambrano Padauy / zambranopadauy@hotmail.com / @Joseluis5571