A propósito de un trabajo académico que estoy efectuando, he tenido a la mano en estos días el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, publicado a solicitud de Juan Pablo Segundo, que contiene principios y normas para la vida social, inspirados en la religión católica. Encierra lo más medular de las enseñanzas de los pontífices en materia social y política, lo que me lleva por supuesto a la obvia conclusión de que lo que hoy tenemos en Venezuela, está lejos de ser democracia, es barbarie, primitivismo y comunismo liquidador de la esencia misma de la democracia y del ser humano.
“Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de Derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana”, ya que para la doctrina social de la Iglesia, democracia no es solo respeto formal a las reglas, sino la aceptación de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: “La dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre, la asunción del ‘bien común’ como fin y criterio regulador de la vida política”. Sin estos valores no hay democracia.
Es esencial a la democracia la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y la garantía“a los gobernados de la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica”. Como se ve, esto suena extraño en la Venezuela de hoy, en el estatismo impuesto por la dictadura comunista, que aleja la participación de los ciudadanos, no garantiza la posibilidad de elegir en propiedad, entiéndase en libertad, y menos aún permite controlar a los gobernantes y “sustituirlos oportunamente de manera pacífica”.
El comunismo está reñido con el humanismo, por eso el choque frontal entre lo que hoy padece Venezuela y la Doctrina Social de la Iglesia es inevitable. Para los cristianos “la persona humana es el fundamento y el fin de la convivencia política”. La sociedad existe para servir al hombre y a todos los hombres. “Dotado de racionalidad, el hombre es responsable de sus propias decisiones y capaz de perseguir proyecto que dan sentido a su vida, en el plano individual y social. Por ser una criatura social y política por naturaleza, la vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental, sino una dimensión esencial e ineludible”.
Al hombre vivir en sociedad, surge la comunidad política como una consecuencia lógica, digamos como una necesidad: “La comunidad política deriva de la naturaleza de las personas, es realidad connatural a los hombres, existe para obtener un fin de otra manera inalcanzable: el crecimiento más pleno de cada uno de sus miembros, llamados a colaborar establemente para realizar el bien común, bajo el impulso de su natural inclinación hacia la verdad y el bien”.
La tutela y promoción de los derechos humanos son una obligación general: “Considerar a la persona humana como fundamento y fin de la comunidad política significa trabajar, ante todo, por el reconocimiento y el respeto de su dignidad mediante la tutela y la promoción de los derechos fundamentales e inalienables del hombre”. El bien común no es otra cosa que la defensa de los derechos y deberes de la persona humana, ya que en los derechos humanos se condensan las exigencias morales para la construcción de la comunidad política, no pueden ser ignorados por la comunidad política, porque “la persona es, desde el punto de vista ontológico y como finalidad, anterior a aquella: el derecho positivo debe garantizar la satisfacción de las exigencias humanas fundamentales”.
En Venezuela tenemos la particular desgracia actual de que el materialismo y estatismo del comunismo en marcha, por depravación del régimen, se ha combinado con el narcotráfico, la guerrilla colombiana y el terrorismo internacional, ofreciendo la soberanía de nuestro Estado para la protección de delincuentes, olvidando plenamente al ser humano, al ser venezolano que sucumbe de hambre y enfermedades, en un país empobrecido por el saqueo constante de sus riquezas. Sacudirnos esta barbarie es el objetivo hacia el cual marchamos. Lo lograremos pronto. Esto no es democracia, es barbarie.
Paciano Padrón / pacianopadron@gmail.com / @padronpaciano