En toda sociedad el orden se encuentra asegurado por el respaldado del castigo y por los mecanismos simbólicos, que moldean y marcan la visión del mundo, que desea el gobierno para sus ciudadanos. En las sociedades modernas, la defensa frente al desorden, la ejerce el Estado con su aparato represivo (Policía y Ejército) con sus mecanismos jurídicos, es decir, este último ostenta el monopolio de la violencia física y simbólica del castigo. Sin embargo, en el Zulia, el orden desapareció, se escondió y nadie lo consigue y la legitimidad del Estado y sus instituciones se ve cuestionada.
El desorden en el Zulia, logro domesticar, los canales institucionales y amenaza con salir totalmente de control, la respuesta frente a la criminalidad, no existe.
Como un hecho, que patentiza esta situación, se verifica cuando los propios, cuerpos de seguridad apostados en las diferentes estaciones de servicio, junto a civiles, en el Zulla, comercializan bajo el término “DE LA MARAÑA”, la venta del combustible, AUNADO este hecho, A OTRA NUEVA MODALIDAD, como es, la venta de puestos en los lugares donde se efectúan las respectivas colas, de quienes acuden a surtirse de combustible, en las diferentes estaciones de servicio, cuyos precios oscilan entre veinte y veinticinco mil bolívares en efectivo. Quienes además, gozan de la seguridad y protección de los cuerpos policiales. Hecho este conocido, por todos y cayados por muchos, que acuden a surtirse de combustible. Situación esta ultima, que se presenta en tres modalidades.
Esta realidad, no hace más que verificar, el crecimiento de la criminalidad, la sensación de que esta se multiplica, por la complicidad y la falta de capacidad para enfrentarla. Situación esta, que lleva a cuestionar la idea de un futuro mejor.
Es la imagen de un deterioro imposible de revertir. El decaimiento que se percibe, es uno de los factores que debilita a la sociedad y le impide combatir el problema. La representación que parece prevalecer, es la de una situación de entropía, en la que la sociedad, se encuentra en peligro de retroceder, a una situación de barbarie en la que priva la ley del más fuerte.
Los factores, que agravan esta situación de criminalidad, son la precariedad, la ausencia de autoridad, y la corrupción de los órganos de seguridad, que facilitan además, los atracos en las colas de los ciudadanos que acuden a surtirse de combustible, para poder hacer mejor su maraña.
La inseguridad frente a la delincuencia, ya es una sensación cotidiana en el Zulia. En este ambiente de inseguridad y precariedad, la desconfianza se proyecta hacia los cuerpos de seguridad, al no cumplir con su labor.
Esta situación es también una traba para la cooperación y el desarrollo de confianza, ante la amenaza del desorden, que asegura ser violenta y escapar de todo control. En esta lógica, la muerte de un ciudadano en manos de un efectivo de seguridad en el Estado Mérida, quien cumplía con su maraña, esta semana, verifican que estos meses serán los casos que comenzaran a definir el desarrollo de los acontecimientos a desarrollarse en el País, y el crecimiento de la criminalidad.
Johnny Galue / @COOTUR