Juan Guaidó endureció ayer su pulso a Nicolás Maduro tras una noche de caos provocada por un fallo eléctrico masivo. Después de semanas centradas en la exploración de un diálogo con el Gobierno, el jefe del Parlamento, reconocido como presidente interino por más de 50 países, impulsó la aplicación de un tratado interamericano llamado TIAR, que autoriza a solicitar la intervención de otro Estado en caso de agresión la soberanía de una nación. El apagón volvió a sumir en la oscuridad al país de la tarde del lunes a la madrugada del martes.
El paso dado por Guaidó no supone la interrupción de las negociaciones auspiciadas por Noruega en la isla de Barbados. Pero es un mensaje en sí: al chavismo, a la llamada comunidad internacional y a los sectores más radicales de la oposición, que muestran impaciencia ante la estrategia adoptada. El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, también conocido como Tratado de Río, estaba en el aire desde hace meses. En los últimos días parecía claro que el jefe del Legislativo iba a utilizarlo como advertencia hacia fuera y como escudo interno. Lo hizo en una sesión de la Asamblea Nacional celebrada en la plaza Sadel, en la urbanización caraqueña de Las Mercedes, al cumplirse seis meses de su aclamación como mandatario encargado durante una movilización antichavista.
El TIAR establece que un ataque contra un país del continente “será considerado como un ataque contra todos los países americanos”. Con este mecanismo, Guaidó intenta dejar la puerta abierta al amparo de un Estado extranjero, ya que desde el pasado 23 de enero su principal objetivo ha consistido en demostrar la violación por parte del régimen de la propia Constitución aprobada hace dos décadas por Hugo Chávez. La interpretación mayoritaria, enarbolada precisamente por el ala opositora más intransigente representada entre otros por María Corina Machado, es que ese tratado allana el camino a una hipotética intervención militar.
En realidad, según el mismo Guaidó, esa lectura no es correcta. “Dicen que tiene que ver con el tema del uso de fuerza. No es así. Principalmente afecta a cuestiones de asistencia humanitaria”, manifestó el fin de semana en declaraciones a EL PAÍS. Además, pese a su carga simbólica, no se trata de un paso automático. En primer lugar, porque su aprobación depende en última instancia de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Y también porque los gigantes de la región, incluso los más beligerantes con Maduro, ciñen su apoyo al Parlamento al cerco diplomático.
“El TIAR no es mágico, no es una solución que nos manda a nuestras casas, al contrario, debe mantenernos con más fuerzas para ponerle fin al sufrimiento de todos los venezolanos”, advirtió Guaidó. El político lleva semanas tratando de conjurar la desmovilización de sus seguidores en la calle. Y promete mantener una “lucha en todos los frentes”, incluido el intento de buscar una salida negociada en Barbados. Todas las opciones, en su opinión, forman parte de la presión al Gobierno. “Somos una inmensa mayoría, millones de venezolanos decididos a impactar contra un tren que es la dictadura”, enfatizó.
Mientras tanto, Maduro y el aparato chavista volvieron a atribuir el apagón, que afectó a Caracas y a 18 de los 23 Estados venezolanos, a un supuesto “ataque de carácter electromagnético”, sin aclarar el sentido de esa acusación. “Somos un pueblo que ha luchado durante más de dos siglos contra el colonialismo, el esclavismo, el racismo y toda forma de agresión imperial”, escribió en Twitter el mandatario, recurriendo a la habitual retórica antiimperialista. “Jamás nos doblegaremos ante las agresiones. Venceremos todas las dificultades y alcanzaremos la prosperidad. ¡Nuestro destino es triunfar!”, clamó.
El País (España)