El fútbol es un juego sencillo en el que se emplea un balón, dos porterías y once jugadores en cada equipo. Sin embargo, más allá de la complejidad de este deporte, existen algunas reglas no escritas que hasta ahora se habían ido cumpliendo época tras época. Una de ellas era la casi obligación de fichar ‘bueno, bonito y barato’; una regla que se empleaba prácticamente de forma exclusiva para la caza de jóvenes talentos que pudieran aumentar su valor con el paso del tiempo y multiplicar los beneficios de un futuro traspaso a otro club.
Bien es cierto que este verano no será solo para fichajes porque será difícil aburrirse con el fútbol. La Copa América, con encuentros como el Chile – Perú del próximo 4 de julio, donde en Betfair fútbol se da como favorito al combinado dirigido por Reinaldo Rueda con una cuota de 1.85, es una de las mejores competiciones que podremos seguir durante el período estival.
Pero cuando comienza el verano, y a falta de las principales ligas, se abre la batalla por conseguir a los mejores futbolistas al mejor precio. Prácticamente todos los clubes tienen claro sus objetivos, pero se ven limitados tanto por su liquidez como por el Juego Limpio financiero instaurado por la UEFA desde hace unos años. Hace no muchas temporadas, los grandes clubes trataban de apostarlo todo a jugadores que llevaban años destacando en sus clubes y selecciones nacionales. Los jóvenes futbolistas eran apuestas de futuro por las que no había que hacer importantes desembolsos y se curtían cedidos en clubes de menor calibre.
Pero las reglas del juego han cambiado desde hace un tiempo y los jóvenes talentos han pasado hoy a ser un riesgo financiero asumido por los clubes que no dudan en mover cada vez más importantes sumas de dinero por jugadores que aún no han competido entre los ‘mayores’ ni siquiera un par de temporadas. Son los casos de Vinicius o Rodrygo, brasileños del Real Madrid por los que el club blanco desembolsó alrededor de 45 millones de euros por cada uno el pasado verano.
Las apuestas suben cada vez más y esta temporada ya se habla de traspasos cercanos o incluso por encima de los 100 ‘kilos’ por jóvenes como Joao Félix, que apunta al Atlético de Madrid por una suma superior a los 120 millones de euros, como Matthijs De Ligt, que se marchará del Ajax por no menos de 80 o de Kylian Mbappé, por el que el PSG pagó la pasada campaña alrededor de 140 millones y este verano podría volver a hacer las maletas en una transferencia de unos 250 kilos nada menos.
Son los nombres de los jóvenes del verano, pero ya durante el desarrollo de la temporada de fútbol se habían realizado algunos movimientos escandalosos como la compra de Frenkie De Jong por el Barcelona a cambio de unos 85 millones de euros o la venta del colchonero Lucas Hernández por otros 80 al Bayern de Múnich.
Hace una década, sin embargo, los movimientos que más ruido provocaron durante el verano fueron de futbolistas con mucha experiencia como Cristiano Ronaldo, Kaká, Ibrahimovic o Luis Suárez. Todos ellos venían de jugar varias temporadas en la élite del fútbol. El contraste con chavales como Joao Félix, que viene de disputar únicamente 21 partidos como titular en el Benfica esta temporada o con De Ligt, tras solo dos temporadas en el primer equipo del Ajax, es bastante notable.