Carlos Raúl Hernández, autor de La democracia traicionada, Vértigo comunicacional, entre otros, ofrece, a través de esta entrevista, un análisis en función de acontecimientos trascendentales en la escena política venezolana, ocurridos en lo que va de 2019, junto a algunos datos revelados por el trabajo de investigación de El Universal.
Para el doctor en Ciencias Políticas y profesor titular de la UCV, el gobierno actúa con habilidad, pero la revolución es un desastre humanitario que aumenta con las sanciones: «hoy la mayoría popular depende de las dádivas para sobrevivir. 80% recibe los Clap». En alusión a la oposición, sostiene que está desmantelada orgánicamente y en ella persiste una grave división que amenaza con ensancharse.
Hernández hace referencia a la última declaración de Trump en la que habló de un posible bloqueo a Venezuela y apunta que “él debe recordar que lo más cerca que estuvo el mundo del holocausto nuclear fue cuando la crisis de los cohetes, cuando Kennedy ordenó el bloqueo naval a Cuba. A cambio de impedirlo,la negociación con Kruschev, entronizó a Fidel Castro. El pueblo cubano languidece por sesenta años”.
En este sentido, dice que al país quieren cubanizarlo unos y otros y espera que las fuerzas opositoras se unifiquen en rechazo a este “gravísimo error”.
La ruta marcada por la oposición a comienzos de año creó expectativas en cuanto a un cambio de gobierno. ¿Cuál es la situación actual?
La ruta original feneció porque el cambio express era una fantasía, como resultaba previsible. Partía de que la abstención de 2018 traería la “intervención militar democrática” o una invasión extranjera. Tal idea recibió su bautismo en enero e implotó con los incidentes catastróficos del 23 de febrero y el 30 de abril. El llamado a abstención desvalijó a los partidos, que renunciaron a los mecanismos de poder que les permitían en estados y municipios sostener la actividad de los dirigentes, hoy abandonados en la miseria. La confesión de estar en conspiraciones le permitió al gobierno arremeter contra la AN.
Según la investigación de El Universal, 83% y 64% de una muestra calificada (integrada por líderes de opinión, analistas y empresarios), creen respectivamente en la posibilidad de una solución pacífica y elecciones negociadas apoyadas por Estados Unidos y la Unión Europea ¿Por qué entonces la negociación no ha tenido éxito?
Maduro, Cabello, Arreaza y Héctor Rodríguez propusieron en enero y febrero de este año ir a elecciones, golpeados por el auge del movimiento opositor, pero no se atendió a ese llamado porque estábamos por convertir el agua en vino. Las transacciones tiene timing y eso deben saberlo los políticos.
Luego ya en reflujo, pasado el 30A fuimos a una negociación a espaldas de la opinión pública después de acusar de traidores a quienes la pedían desde siempre. Vamos a la mesa tras una cadena de derrotas y se le exige una rendición al gobierno, con esa viveza tonta que llaman el mantra. En todos los procesos parecidos, la oposición va con la idea fija de conseguir elecciones y darlas por ganadas. Del prolijo apoyo internacional surgió un estamento que se siente cómodo y quiere que se vaya Maduro para quedarse con el poder. Si no, céteris páribus. Por eso los acuerdos no han cuajado.
¿Podrían convocarse las elecciones con Maduro en la presidencia?
Eso sería lo mejor posible porque 80% quiere que el gobierno se vaya, claro, si la oposición hace su trabajo: tener testigos en las mesas y actas de votación. La presencia internacional es otra garantía. En muchísimas transiciones ha sido así. Solo citaré Brasil, Chile, Portugal, Uruguay, Perú, España, México, Polonia y Nicaragua para no abundar.
Y es lógico que sea la experiencia mayoritaria, los regímenes autoritarios convocan las elecciones con las que salen del poder. Por el momento, pese a la urgencia de cambio, lo único firme es que la Constitución establece para 2020 elecciones parlamentarias, en otro clima, con el nuevo mantra: normalización y elecciones. Y por ahí anda el bendito Referéndum Revocatorio, si se logra consenso y reconciliación nacional. Todos deben dejar de enseñarse los dientes.
¿Y si Maduro fuera candidato?
Si Maduro fuera candidato sería prueba de que Dios ciega a quien quiere perder. Su rechazo haría imposible que pudiera remontar sobre 25% y si hubiera primarias del PSUV, habría que votar masivamente por él o por Cabello. También Héctor Rodríguez resulta vulnerable porque es comunicacionalmente la prolongación del statu quo. Por el momento el PSUV no tiene cómo ganar y en ese cuadro, si el gobierno acepta ir a unas elecciones es porque acepta perder y los militares están de acuerdo.
Por eso, cuentos como el TIAR y la amenaza creíble son criminalmente contraproducentes. Al principio de año varios se dedicaron a adular a los militares después de tantos insultos. Es tal la candidez que no se dieron cuenta de que si habían convencido a algunos de ellos, llamar al quiebre, a un golpe o a una invasión extranjera, les dejaría claro que ese nuevo amor era una simple maniobra.
El Universal