Estados Unidos y China siguen dando pasos para suavizar su conflicto y ambos han acordado esta madrugada retrasar la imposición de aranceles ya anunciados, lo que parece un intento de enfriar la tensión de cara a su cita negociadora de principios de octubre.
Aunque estos nuevos aranceles no son los más importantes en las relaciones comerciales entre China y EEUU, el retraso en su imposición permitirá a las delegaciones de ambos países acudir a la reunión convocada en Washington a principios de octubre sin presiones adicionales.
Esta reunión, que se anunció hace apenas dos semanas, parece una de las últimas oportunidades para solventar la guerra comercial que mantienen ambas economías, cuando todo parecía indicar que las negociaciones estaban rotas.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China comenzó a principios de 2018 con las acusaciones del presidente estadounidense, Donald Trump, al país asiático de prácticas comerciales desleales y se recrudeció a mediados de 2019 cuando la crisis del grupo chino Huawei introdujo la carrera tecnológica en el conflicto.
Aplicación de aranceles
Esta madrugada y en aras de este nuevo periodo de distensión, China anunciaba que posponía un año -hasta septiembre de 2020- la aplicación de aranceles a 16 productos estadounidenses, cuyos gravámenes estaba previsto que entraran en vigor el próximo martes.
Entre los bienes afectados por el retraso del arancel del 25 % previsto para entrar en vigor el 17 de septiembre están el alimento para peces, varios tipos de lubricante y materias primas necesarias para la manufactura de medicamentos contra el cáncer, informó la Comisión Arancelaria en un comunicado emitido este miércoles.
En cambio, los gravámenes empezarán a aplicarse la próxima semana tal y como estaba previsto a la soja, la carne de cerdo y los automóviles, entre otros productos.
Cuando ya se conocía la decisión de la Administración china, Trump anunciaba en Twitter que se disponía a retrasar 15 días, del 1 al 15 de octubre, la entrada en vigor de la anunciada subida de aranceles (del 25 al 30 %) a bienes por valor de 250.000 millones de dólares.
Esta iniciativa, según Trump, se adopta a petición del viceprimer ministro y líder negociador de China, Liu He, y como gesto hacia Pekín por el 70 aniversario de la fundación de la República Popular.
La guerra comercial entre Washington y Pekín, que se ha traducido en sucesivas subidas arancelarias por ambos países durante casi dos años, tuvo su último episodio el pasado 1 de septiembre con la entrada en vigor de la subida del 10 al 15 % sobre importaciones chinas por valor de 112.000 millones de dólares.
Está previsto que el próximo 15 de diciembre se aplique esa misma subida al resto de importaciones gravadas al 10 %, hasta alcanzar los 300.000 millones de dólares al 15 %.
Como represalia, China puso en marcha los aranceles de entre el 5 y el 10 % a productos estadounidenses valorados en 75.000 millones de dólares.
Trump advirtió tras la imposición de esos nuevos aranceles de que si es reelegido en las presidenciales de 2020 será «mucho más duro» a la hora de negociar un acuerdo comercial y que, «mientras tanto, la cadena de suministros» del país asiático se «desmoronará».
Con este conflicto, Trump se ha fijado la meta de equilibrar el intercambio comercial entre los dos países, ampliamente favorable a China, pero hasta ahora y pese a la imposición de aranceles, ha tenido poco o nulo resultado.
Tensiones comerciales
Las tensiones comerciales entre las dos mayores economías mundiales, desatadas tras la llegada de Trump a la Casa Blanca en 2017, van más allá de las relaciones bilaterales y tienen profundas consecuencias globales.
En sus últimas previsiones de crecimiento global, divulgadas en julio, el Fondo Monetario Internacional (FMI) rebajó sus proyecciones de expansión global al 3,2 % este año, una décima menos que en abril, lastradas por las dudas sobre la posible solución de esta disputa.
EFE