Uno de los asuntos impelables para cualquier filósofo es razonar sobre el asunto de la verdad. ¿Qué es? y que no es la verdad, ¿cómo varía, que elementos la componen? y una larguísima lista de asuntos relacionados. Si quisiéramos volvernos chalados solo debemos leer lo que desde Platón para acá han escrito centenares de pensadores sobre el tema de la verdad, condimentados, por supuesto, con ese lenguaje incomprensible y de alto cacumen que pareciera usan los eruditos, para que nadie los interrumpa y menos los contradigan.
Muchos afirman que la verdad es la coherencia entre un enunciado o entendimiento y la realidad y que dentro de las modernas ideas la llaman “teoría correspondista”. Otra teoría moderna es la pragmática que dice que algo es verdadero si su enunciado funciona en la práctica y es útil. Otros afirman que la verdad es un descorrimiento de velos y que a medida que avanza la ciencia y el conocimiento nos acercamos a la verdad.
Lo cierto es que los humanos podemos vivir buscando la verdad, pero también aceptamos la mentira como parte de la vida. Por ejemplo,la influencia de los astros en nuestra suerte es una mentira aceptada y lo prueba el éxitomediático de los horóscopos.También nuestros brujos constituyen una sabrosa mentira tropical, pues fumarle un tabaco al paciente y darle unos ramazos no puede curar, pero ocurre que muchos de los pacientes si creen en lo misterioso y su sistema endocrino se activa de tal manera que no solo se curan, sino que, hasta a veces, ocurren curas milagrosas.
Recientemente, con la novedad de la teoría cuántica, centenares de “expertos” utilizan los conceptos de incertidumbre y los asocian con un universo vibrante que nos devuelve de regalo lo que le enviamos como señal. Suena bonito, aunque nadie tenga una sola prueba más allá de la probable auto sugestión del individuo.
Por ahora lo más aceptado es que en la mayoría de los asuntos humanos, la verdad es algo deslizante. Nuestra creencia inicial sobre algo, a medida que investigamos y conocemos más del asunto, con harta frecuencia nos hace cambiar nuestra percepción original, pues una de las características fundamentales de la verdad es su fluidez.
Todo lo que parezca rígido y dogmático está muy cerca de la mentira y esto incluye a nuestras líneas anteriores de rechazo a la brujería y a los vibrateros cuánticos a los que sin embargo les dejamos una pequeña rendija de duda por si acaso. Ni siquiera en las ciencias duras parece funcionar el dogmatismo. Nadie pensaba, ni remotamente, que las brillantes ideas y extraordinarias y precisas fórmulas de Sir Isaac Newton sobre la gravitación podrían ser alteradas, perosucedió, y Albert Einsteincreó conceptos y fórmulas para una nueva concepción del universo.
Del mismo modo, podríamos intuir que, si Karl Marx hubiese visto el pobre resultado de sus teorías y de cómo el mundo está por llegar a la inteligencia artificial, no habría escrito tantas pendejadas. Pero para millones de personas, lo expuesto por Karl fueron palabras santas y se extendió tanto que hasta por estos rincones nos cayó una plaga deformada de Marx pues no solo han tratado de aplicar sus enseñanzas con la pepera de las comunas o la eliminación de la empresa privada, sino que, además, le agregaron una corrupción mollejúa, el narcotráfico y el terrorismo.
El foro de Sao Paulo no tiene duda de que su misión es extender el marxismo y acabar con el capitalismo. Esta certeza, única, absoluta y firme, junto a los malos resultados, es precisamente el indicativo clarísimo de que están alejados de la verdad y, quizás por ello, su moral se desfigura al creer que todo vale con tal de alcanzar el objetivo. Nada mejor para demostrarlo que la reciente puesta en escena de la mentirosa bufonada de un acuerdo entre el régimen y varios tarifados supuestos opositores abundantes en edad y pobres en seguidores.
Aunque suene paradójico las muchas confusiones de la oposición al régimen en Venezuela, las decenas de propuestas antagónicas, las idas y venidas en las decisiones y hasta las rabietas entre los actores, son acciones muy cercanas a la principal característica de la verdad que es su fluidez. A muchos les gustaría contar con un solo mando que ordene, que todos obedezcan y se acabe el relajo, pero si vale de algo el recordar así fueron Hitler, Mao, Mussolini y Stalin.
Como lo evaluemos, el régimen es el campeón de la mentira y nosotros estamos en el lado correcto y verdadero de la historia, por eso no hay duda alguna de que vamos a triunfar.
Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es