El caballo de seis patas. Por Eugenio Montoro
Hace unos años escribí, con este mismo título, una nota de apoyo para una amiga que debía presentar un trabajo sobre gerencia. Con ello trataba de significar el frecuente error de muchos altos gerentes al exigir multitud de índices de actuación y rendimiento para cada una de sus organizaciones, que usualmente se traduce en un enredo de números y gráficos y de iniciativas individuales desarticuladas.
Los gerentes bisoños caen a menudo en esa tentación tratando de buscarla perfección en todos los asuntos y así construir un imaginario caballo de seis patas, imposible de caer, pero desdibujando con ello los principales objetivos de la empresa.
Recordaba en mi nota que las empresas se parecen mucho a los asuntos de guerra. Los generales de antes planificaban e iban a la batalla con el propósito de ganarla y no establecían índices para reducción de heridos o metas de uniformes rotos y sables quebrados o del uso eficiente de los balazos. Por supuesto indicadores importantes siempre habrá, pero la sencillez en expresar el objetivo principal debe hacer que todos entiendan que el esfuerzo individual es su contribución al logro.
Poco antes de iniciar las acciones terrestres para recuperar Kuwait los periodistas presionaron a Norman Schwarzkopf, el general responsable de la operación, para que diese una rueda de prensa. Todos esperaban una explicación militar sobre desplazamientos de aviones, tanques, soldados etc, pero el general se limitó a decir:” Los vamos a rodear y los vamos a matar”. Quizás en tiempos de paz la frase es difícil de digerir, pero su sencillez de guerra era clara para sus tropas y más clara aún para sus enemigos.
No trato con esto de animar a comportarnos como los militares. Mi recordado amigo Manuel Caballero decía que eso de “inteligencia militar” era un oxímoron y bastante bien lo han demostrado en la Venezuela de nuestros días donde el fracaso de los generales y oficiales como gerentes públicos ha sido superlativo y su irrespeto a la Constitución ya roza lo nauseabundo.
Lo que llamamos oposición al régimen dista mucho de ser un grupo militar y en realidad es bastante disperso. La razón es clara, la oposición la forman partidos políticos y el objetivo de estos es la conquista del poder. Así las cosas, todos pueden estar de acuerdo en que se debe salir de Maduro, pero en ese proceso cada uno lucha por quedar “bien parao” en términos de su cuota de poder.
Para evitar dedicar mucho tiempo en esa lucha, en algunos casos los partidos hacen pactos para el caso en que cualquiera de ellos acceda al poder. Este reparto previo de la torta también deja a otros fuera de la fiesta y, por supuesto, menos contentos.
La ilusión de una oposición unida generalmente tiene una respuesta retórica en los dirigentes políticos, pero al no existir una estructura jerárquica de mando (el sueño ingenuo del ciudadano) cada partido se ocupa, principalmente, de aumentar su militancia.
También hay políticos que son como el caballo de Troya, pero hay que reconocer que la Asamblea Nacional ha llegado a acuerdos que han permitido avanzar en el camino de salida del régimen. Por supuesto existen otros partidos y personalidades que preferirían acciones diferentes, pero mientras todos apunten hacia el mismo enemigo no debería haber asuntos insalvables y serían, como dicen algunos sesudos politólogos, “otros tableros simultáneos de lucha”.
A todos nos es bastante fácil criticar a los dirigentes políticos, pero son los que tenemos y mientras usted decide construir un partido y reemplazarlos, ayude en lo que pueda. Para ellos tampoco es fácil estar en medio de esta macro tragedia con la amenaza permanente de ir preso o desaparecer,así que, en lo que valga, va nuestro aplauso a nuestros líderes políticos por su dedicación para salir de los bicharracos.
Sin ínfulas de consejero, nos gustaría decirles a nuestros amigos políticos, que mantengan siempre pocas y sencillas reglas que permitan al ligero y brioso caballo de cuatro patas estar listo para ganar la batalla final.
Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es