Hace unos años, cuando yo aún estaba activo en el movimiento gremial empresarial, un político amigo, me describió la política de la siguiente forma: “la política partidista es una actividad que debe ser practicada las 24 horas del día y los 365 días del año.Los procesos electorales, por el contrario, son solo una circunstancia en la carrera política”. Luego se extendió en la explicación: “la actividadpolítica es equiparable a unmaratón y los procesos electorales a las estaciones de hidratación dentro dela carrera”. Según el símil utilizado, vas corriendo, te detienes para hidratarte y continúas corriendo, independientemente de lo que haya ocurrido en la estación de abastecimiento.El mejor operador político que he conocido, rubricó este comentario de la siguiente forma: Para el político de corazón,no existe el descanso, colgará el flux, pero nunca su vigilia.
Pareciera que los procesos electorales son a la política, lo que el aire es a la vida: indispensables. pero si esos procesos vitales no son manejados cautelosa y estratégicamente, podrían convertirseen una guillotina para los dirigentes políticos y por extensión para sus organizaciones. Este comentario no está traído de los cabellos, tiene su asidero en los signos que últimamente está emitiendo la AN, los cuales permiten columbrar que los partidosdel g-tanto, se están preparando para asistir a un proceso electoral parlamentario, donde ni por asomo se menciona el cese de la usurpación. Sin olvidar que,el símil de la hidratación es fundamental para el desarrollo y consolidación de la democracia, así como también parael fortalecimiento de las organizaciones políticas,es imperativoseñalar que cuando sabes que los organizadoresdelmaratón, son individuos sin escrúpulos, es muy probable que los envases de hidratación contengan ácido muriático.
Por experiencia propia, sé lo difícil que resulta para una organización política negarse a concurrir a un evento electoral y tener que lidiar con los costos políticos que implica, la decepción de la militancia, bien porque algunos se han venido preparando para aspirar a un cargo de elección popular, o bien porque, es el momento de la zafra, como señalan otros. No obstante, prendo una señal de alerta: Si algo debemos agradecer al reciente evento electoral boliviano es que, nos demostró que frente a los regímenes autoritarios no existen procesos electorales limpios y confiables, sin que importe cuantos observadores internacionales asistan, los tiranos siempre se las arreglaran para que, antes, durante y posterior al evento electoral, se pueda consumar el fraude.
Es una ingenuidad supina, por decir no decir una estolidez, el haber permitido la reincorporación de los diputados del Psuv a la AN y el pretender concurrir a un proceso electoral, sin antes haber exigido el desmontaje del mamotreto constituyente. El permitir que se reincorporara un grupo de diputados que había aceptado otros cargos remunerados, coloca en una situación de violación constitucional, tanto a los reincorporados como a los aceptantes. Haber puesto en peligro la supervivencia democrática del único ente legítimo que queda en el país no tiene precio y ni siquiera tiene asidero el falaz argumento de que,por no reconocer la validez de la constituyente, no habría violación por haber ejercido como constituyentista. Me pregunto entonces ¿Qué pasa con los que ejercieron comoministros u otros cargos dentro de la administración pública? ¿tampoco existen esos entes?
Si tomamos como bueno el otro argumento esgrimido: de que se está respetando la voluntad del pueblo que eligió a los diputados el 6 de diciembre del 2015, en consecuencia, todos tienen derecho a estar presentes en las sesiones del hemiciclo. Nuevamente me pregunto ¿Dónde queda el respeto a la decisión del soberano que eligió a los diputados de la oposición que hoy se encuentran presos, refugiados o exiliados y que también deberían estar presentes en esas sesiones? ¿O es que la guasacaca que se le pone al pollo, no sirve también para la gallina?
Desde hace muchos años vengo pensando y sosteniendo que los políticos piensan y miden los acontecimientos en tiempo ontológico, es decir en hechos y no en horas, ni minutos, y por tanto les resulta muy cómodo seguir detentando sus posiciones actuales, con las que algunos, según leyendas urbanas, resolvieron su situación de por vida, mientras que el pueblo llano vive su crisis y su hambruna cronológicamente, minuto a minuto, y en consecuencia, se muere de hambre y mengua, mientras que sus representantes se pasean por el mundo disfrutando de la buena vida que proporcionan las mieles del poder ¡La historia ineluctablemente pasará factura!
Noel Álvarez / @alvareznv / Noelalvarez10@gmail.com