Muy pocos tratadistas han dejado libros y trabajos académicos dedicados a la economía como el escocés Adam Smith. Su temperamento filosófico intuyó que las economías se acomodan, es decir, buscan su propio cauce tal cual los ríos. De esa forma van construyendo su staff de defensa hasta lograr el equilibrio por su propia materia y su definitivo económico. Por otro lado, en su principio mágico y transparente de “dejar hacer, dejar pasar” en ese asomo de competencia dinámico, angelical y único, los otros no han tenido el don de la aplicación exitosa y el sentido de lo que se logra a tal punto que nadie ha sabido, ni podido copiar. Nadie, solo o acompañado, ha podido entender el tino de su lenguaje, tan legitimo y adecuado que su conformación ha logrado el éxito más profundo y el vigor más perfecto que mantiene y sostiene a los Estados Unidos en la cresta de su crecimiento y en la ola alta de su prestigio.
De suerte, pues, que la economía ha dado luz y comida a las necesidades propias de su estado y al mantenimiento y alimentación de los batallones de soldados que fueron capaces con Roosevelt, y junto a Stalin, Truman, Churchill y el resto de aliados de la 2da guerra mundial, de vencer la amenaza totalitaria alemana. En dicho periodo, las tropas norteñas vivieron en sus proporciones más aceptables y el territorio de los EEUU no sufrió pérdidas notables sino pequeñas escaramuzas.
Desde luego que ese “dejar hacer, dejar pasar” extremó una amplia filosofía y evidencia conceptual en la legitimidad y el control humano; tal la fuerza que le dieron Smith y los agentes económicos del sistema, consistente en que nadie hace lo que quiera sino solamente lo que las leyes le permiten hacer. Esa consolidación se armó con el apoyo del estado y su judicatura legal. En efecto, los tribunales y los jueces de turno se hicieron famosos por su fiel cumplimiento de las leyes que sirvieron a la República, dónde la Procuraduría General de la nación guardaba mas severidad intelectual y de actitud; donde nadie salía favorecido de sus errores y, en cambio sí, los Tribunales salen distinguidos y avalados por la comunidad y sus instituciones por la gracia de su seriedad y el alto propósito de pulcritud de jueces y cabildos, desde los más elementales hasta los más superiores tribunales de su jerarquía. Pero las razones desbordaron sus propias tesis, cuando en el Foro de Justicia aun permanecen jueces de 80 y mas años de edad y cincuenta años de servicio en excelente competencia jurisdiccional y de excelso estado de consciencia y responsabilidad, tal el Foro Inglés, llevado a lo mejor por Sir Winston Churchill y de donde ha salido todo para sembrarse con suficiencia, y en honesta vía, en la vida del Derecho Constitucional y consuetudinario, para que el mundo no perezca por el abandono de los hombres y el estancamiento de la justicia por causa de la falta de respeto mutuo.
Así pues, Adam Smith logró, con asombro del mundo económico y filosófico, un sistema de vida que, aceptando todo lo posible, no permita nada que choque con las décadas de desarrollo y de universidad. De esta forma, ha logrado mantenerse; todo tiempo en que se anuncia su muerte, reacciona más y mejor; y donde el país más endeudado florece con fuerzas además que su tamaño crece creciendo su territorio institucional. Además, lleno de árboles con iguales maderas y sus ciudades y tierras urbanas convertidas en un jardín colectivo, estén o no ocupadas. Así mismo, lo verde del ambiente denota vida común; la madera para la construcción de las casas, apartamentos y edificaciones señala la igualdad de sus sectores donde todo es difícil pero todo se realiza sin reparos, si se cumple con las leyes. Aparte de todo esto, usa registra una superficie sobre los 10 millones ochocientos mil kilómetros cuadrados totalmente llenos de líneas férreas, aéreas, terrestres y marítimas organizadas como en ninguna otra nación en el mundo.
Luis Acosta