Fiel a la naturalidad y a ese carácter brutalmente honesto que despliega cuando se dirige directamente a sus seguidores de las redes sociales, el cantante Romeo Santos ha querido ofrecer una impactante anécdota -curiosa a la par que dramática- ligada a la grabación del exitoso videoclip de su canción ‘La mejor versión de mí’: un tema coprotagonizado por su buena amiga Natti Natasha que, además, ya se ha convertido en uno de los sencillos más radiados del mes en las emisoras hispanohablantes.
Antes de contar exactamente qué ocurrió para que haya terminado recordando el rodaje como una de las experiencias más “complicadas” de su carrera, el que fuera líder de la banda Aventura ha explicado a sus incondicionales que los artistas, tanto femeninos como masculinos, han de someter con frecuencia a sus cabelleras al efecto de ciertos productos químicos para que puedan lucir perfectas en pantalla.
“Pese a que fue un proceso muy divertido para ambos, para Natti y para este servidor, sí ocurrieron algunos obstáculos en este rodaje“, ha empezado a relatar el famoso vocalista en la grabación que ha compartido en su perfil de Instagram, la cual ha superado ya la barrera de los 300.000 likes y acumula también una infinidad de comentarios de toda clase y condición.
“Cuando ustedes ven que empieza a llover en la habitación, para mí esa escena fue un poco complicada. Como ustedes se imaginarán, a nosotros los artistas nos aplican en el cabello productos especiales en rodajes y sesiones de fotos, así uno puede lucir con más glamour“, ha añadido a continuación sobre la secuencia concreta que acabó convirtiéndose en su calvario particular.
Y es que esas expresiones de “sufrimiento y agonía” que exhibe Romeo en el, todo sea dicho, aclamado videoclip al ponerse en la piel de un “personaje” afligido y con el corazón roto no eran del todo fruto de su innegable talento interpretativo, sino más bien de las desafortunadas consecuencias derivadas de rociar más agua de la necesaria sobre un cabello aderezado con tales sustancias.
“Cuando el agua empieza a caer, obviamente los productos que le ponen a uno también empiezan a rodarle a uno por la cara. Esto funcionó, ya que el personaje tenía que mostrarse sufriendo, en agonía. Yo verdaderamente sentía un maldito ardor en los ojos. Cuando ustedes ven que yo transmito ese sentimiento y ese sufrimiento, es que verdaderamente mis ojos estaban mal. Yo estaba impaciente, mierda“, reza el desenlace de su sorprendente testimonio.
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La Opinión