Alberto Fernández tomó una decisión protocolar que permite observar los límites que impondrá a su agenda internacional: por recomendación del canciller Jorge Faurie, el presidente electo no invitará a su asunción ante la Asamblea legislativa a Nicolás Maduro, Jeanine Áñez y Hasan Rohani, los cuestionados líderes de Venezuela, Bolivia e Irán.
Hasta la ejecución de esta decisión política, era factible considerar que Alberto Fernández no invitaría a Yañez por su participación en la renuncia forzada de Evo Morales en Bolivia. El presidente electo considera que Morales fue derrocado en un golpe de Estado, y su inesperada reemplazante tenía pocas posibilidades de aparecer el 10 de diciembre en la Asamblea Legislativa.
Pero existían las dudas políticas respecto a Maduro y Rohani. El líder populista venezolano tiene fluidas relaciones con Cristina Fernández de Kirchner y el jefe del régimen iraní conduce un estado fundamentalista que suscribió a instancias de la vicepresidente electa un Memo sobre la AMIA que fue declarado inconstitucional por la justicia federal.
Sin embargo, las dudas se aclararon hace un par de días cuando Alberto Fernández decidió que Maduro y Rohani no fueran invitados a la ceremonia de asunción en la Cámara de Diputados. El presidente electo puso límites a su agenda internacional, pese a la cercanía política que exhibió CFK con Venezuela e Irán cuando ocupaba la Casa Rosada.
Alberto Fernández había sido muy crítico del Memo con Irán que terminaba con la investigación del atentado terrorista a la AMIA, y eso hacía prever que no invitaría al jefe del régimen iraní Rohani a su asunción presidencial, que finalmente se hará en el Congreso adonde llegarán todos los invitados especiales.
En cuanto a Maduro, el panorama aparecía más opaco. Alberto Fernández no califica al régimen venezolano como una dictadura y resistía la tesis del Grupo de Lima de forzar una transición democrática sin la participación de Maduro en la mesa de negociaciones. Al contrario, el presidente electo considera que el líder populista debe interactuar con las fuerzas políticas que resisten al sucesor de Hugo Chávez.
Desde que derrotó a Mauricio Macri en las elecciones, Alberto Fernández se reunió, chateó y habló por teléfono con importantes protagonistas de la agenda global que empezaron a pulir su propia perspectiva del escenario mundial. En este contexto, el presidente electo asumió que Maduro debía ser obviado de las invitaciones oficiales a su asunción como sucedía con Añez de Bolivia y Rohani de Irán.
La exclusión de Maduro, Añez y Rohani también es el resultado de la tarea diplomática ejecutada por Jorge Faurie. El canciller debe cursar a todas las embajadas acreditadas en la Argentina y a todas las representaciones argentinas en el mundo, la invitación formal del presidente electo a los jefes de Estado para el día de su asunción.
A través de su staff, que se reunió con asesores de Alberto Fernández, el canciller recomendó que Maduro, Añez y Rohani no fueran invitados a la ceremonia de asunción. Faurie cumplía órdenes directas de Macri que se había comprometido con el presidente electo en facilitar la transición de un gobierno a otro.
En sus oficinas de Puerto Madero, Alberto Fernández evaluó la recomendación con Felipe Solá -posible canciller- y Santiago Cafiero, probable jefe de Gabinete. Al final de las deliberaciones, el presidente convalidó la sugerencia de Faurie y autorizó que se enviaran las invitaciones formales a más de cien países alrededor del mundo.
Con excepción de Maduro, Añez y Rohani que fueron excluidos de la asunción presidencial por razones políticas, ideológicas e institucionales.
Infobae