En tiempos en que la mayoría de los venezolanos no quieren ni respetan a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, colocando a los militares en el nivel más bajo de credibilidad entre las instituciones del país, Felipe Pérez Martí con su Movimiento Libertadores promueve “una alianza con partidos políticos, militares realmente bolivarianos, y comunidad internacional consecuente, para instaurar una verdadera república,en la que los ciudadanos manden, y los partidos y militares le sirven”.
En exclusiva para Infobae aclara que sí hay partidos y políticos que rechazan y son aquellos “caza-rentismo”, que por definición le quieren dar poder a los corruptos, y quitárselo al pueblo. Pérez Martí es un respetado economista, quien fue ministro de Planificación, jefe del gabinete económico, presidente de la Comisión de la Transformación del Estado y presidente de la Comisión del Poder Popular, desde mayo 2002 hasta abril 2003 en el Gobierno de Chávez. Hoy coordina el Movimiento Libertadores, a quien califica como una especie de Consejo Nacional Electoral (CNE) fáctico, pues impulsa el poder del soberano. No solo en elecciones, como la Consulta del 16J, sino con sus acciones de protesta en la calle, con asambleas comunitarias, cabildos abiertos, organización para la lucha y para resolver problemas de manera solidaria.
De inmediato agrega que “como buen CNE, no se parcializa por los partidos políticos. Por definición es independiente, y lo seguirá siendo. Que el pueblo decida a cuál elige, y cómo se organiza. Nuestra labor es promover el poder ciudadano, y que los partidos y el Estado le sirvan. No como hasta ahora, que ha pasado lo contrario, con la partidocracia que tenemos, que sirve a la cleptocracia”.
¿Qué es el Movimiento Libertadores y qué objetivo pretende?
Ideamos e implementamos, con ayuda de los partidos políticos, la Consulta del 16J. La consigna era “El pueblo decide” y nos hemos mantenido con ella desde que la MUD (la opositora Mesa de la Unidad Democrática) nos traicionó, al abandonar la ruta del coraje, que implicaba instaurar un gobierno legítimo y cesar la usurpación, estimulando a la Fuerza Armada patriota a deponer al tirano bajo el mandato del soberano que se manifestó en este acto constituyente originario.
¿Cuál fue su relación con la revolución bolivariana?
Hugo Chávez me llamó al Gobierno luego del 13 de abril del 2002. Llegó mansito, buscando reconciliación con la oposición y el empresariado. Puso a un “Chicago boy”, a un “IESA boy” a presidir el gabinete económico. Asumí esa oportunidad que me dio, y promoví un cambio pro-mercado. En el poco tiempo que estuve, promoví el régimen cambiario más exitoso que hemos tenido: de flotación limpia (de mercado) con bandas anchas que nunca fueron tocadas, sin que el Banco Central interviniera. Tremendo éxito que ni los bancos privados creían que fuera posible. También estuve organizando el sistema más transparente de seguimiento de la gestión pública que se podía imaginar, de “gobierno electrónico”: no solo el presidente, los gobernadores y alcaldes, iban a poder hacer seguimiento de los ingresos y gastos del estado, sino los ciudadanos a través de la web. Incluyendo las contrataciones con empresas privadas.
¿Por qué entonces se apartó del Gobierno de Chávez y de la revolución?
Bueno, muy pronto mi plan fracasó. Tenía enemigos inmensos en el chavismo y también en la oposición. Luego del paro petrolero, Chávez viró hacia el estalinismo, y yo era un estorbo. Buscó a Jorge Giordani para hacer eso. Me ofreció la embajada en Argentina o la representación en el Banco Mundial. Le dije que seguiría lo que mi único Comandante Supremo (Dios), me indicara. Y es esto en lo que estoy, en lo que me siento contribuyendo al país, identificando los males no solo en el chavismo, sino en la oposición corrupta.
¿Durante estos años qué experiencia o anécdota considera especialmente valiosa de lo que usted vivió en la cercanía del poder?
Apenas entré al gobierno, los enemigos muy pronto detectaron el peligro que yo representaba. Los caza-renta se dieron cuenta de que la transparencia y las reformas pro-mercado implicaban el final de su reino. Trataron de corromperme, no solo con personeros del gobierno como José Vicente Rangel, el de las contrataciones militares, sino de líderes opositores, y banqueros como Nelson Mezerhane. Le voy a decir que va a sonar muy duro, pero el paro petrolero en realidad, más allá de las apariencias, y de las buenas intenciones de muchos, como los trabajadores petroleros, significó un intento del caza-rentismo de impedir que su reinado se pusiera en peligro. Fue durante esa puja que Chávez cayó por completo en las manos de Fidel Castro, quien le dio un diagnóstico equivocado: “Te están tratando de tumbar la burguesía y el imperialismo”, le dijo. En realidad, los enemigos eran los caza-renta, nacionales e internacionales. Los mismos que hoy tratan de cohabitar, y que las cosas sigan como van, con cambios gatopardianos.
Es muy duro aceptar que eso pase.
Si, pero es la absoluta verdad. Al final, Chávez cayó en las garras del caza-rentismo como ningún gobierno antes lo había hecho. Sucedió con todos sus síntomas: militarismo, populismo rentista, centralismo territorial, institucional, corrupción sistemática. Sobre todo, por el boom petrolero, cuyos ingresos fueron a parar a las manos de los caza-renta de todo pelaje. Una de las mafias del cartel era la cubana, que ha reprimido y aterrorizado a nuestro pueblo, expoliando sus riquezas.
¿Qué hizo usted ante todos esos enemigos que se ganó?
Bueno, que mi plan fracasó. No solo porque Chávez abandonó ese intento pro-mercado para virar hacia el cuasi-estalinismo liderado por Cuba, sino porque la oposición y el empresariado caza-renta no querían una reforma que les quitara su dominio, tal como hicieron cuando sabotearon los intentos de reforma de CAP II (segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez). Entonces a Giordani lo usaron Chávez, Fidel y los caza-renta para capturar al país, como nunca antes, con las consecuencias que hoy están a la vista.
¿Usted cree que es posible la salida de Nicolás Maduro del poder por la vía de las elecciones?
Para nada. Imagínate un pueblo que tenía a sus gobernantes elegidos democráticamente y llegan unos delincuentes, capturan la mina de oro de dicho pueblo, compran a los políticos y “ganan” las elecciones. ¿Crees que los vas a sacar del poder con elecciones limpias, que impliquen que salgan de la mina, y esta vuelva a los pobladores ahora expoliados? La única manera de hacerlo es por la fuerza. El juego cambia de uno institucional, de jure, a uno de facto.
¿Qué están haciendo entonces?
Como ya sabemos, el Frente Amplio, sucedáneo de la MUD, nos acaba de traicionar de nuevo, y abandonó la ruta del coraje. La que fue decidida no solo el 16 de Julio de 2017, sino que fue refrendada por la Asamblea Nacional a principios de año, con el Estatuto de Transición. Pero no nos desesperemos. Estamos jugando el “juego de la soga” (tug of war, en inglés), un juego en el que gana aquel que tiene más fuerza fáctica.
¿Quién representa en el juego venezolano esa fuerza fáctica?
Se ha vendido, por la falsa oposición, que el desgobierno tiene más fuerza fáctica que nosotros, y por tanto hay que cohabitar con él. Pero es lo contrario, tanto en lo internacional (con el liderazgo de EEUU), como en lo militar (el 80% o más está contra Maduro), como en la calle, le llevamos una morena al desgobierno. Una asonada militar con apoyo internacional y popular viene en camino. No les conviene a los cohabitadores, pues perderían sus prebendas: el caza-rentismo perdería la guerra y por eso no la quieren. Pero es inevitable, pues en el juego de la soga que estamos jugando, cuando los de ese lado halan para allá, nosotros reaccionamos halando para acá con más fuerza, como pronto veremos.
Si usted tuviera la oportunidad, ¿qué haría en estos momentos para buscar salida a la situación trágica que vive el país?
Esta tragedia es una página nefasta en la historia de todos los tiempos, no solo de Venezuela, sino del mundo. En el futuro se tendrá como referencia de lo que no se debe hacer en ningún lado nunca más. También hemos escrito historia de lo que sí se debe hacer: la Consulta del 16J jamás había ocurrido en lugar alguno. Casi ocho millones de personas salieron ese día a votar pacíficamente para expresar su voluntad democrática, para que se instaurara un gobierno legítimo y se depusiera el ilegítimo. Pero ni el gobierno ilegítimo ni la oposición traidora escucharon el mandato popular por la vía pacífica. Por eso la Fuerza Armada realmente Bolivariana, siguiendo con la escritura de páginas históricas positivas de estándares mundiales, se está preparando para obedecer el mandato popular del 16J. Lo hemos predicho desde hace tiempo, y vemos signos de que se acerca la hora de la acción a pasos acelerados.
¿Un golpe no significaría más de lo mismo?
Mucha gente no está consciente de eso, pero Simón Bolívar es el único genio militar del mundo que hizo la guerra para liberar naciones. No para conquistarlas. La cúpula militar corrupta que hoy tenemos en el poder es totalmente contraria al espíritu bolivariano, al servir a un régimen nefasto para esclavizar y explotar a su pueblo y sus riquezas. La asonada militar que viene va a recuperar ese espíritu con estándares para el mundo, pues va a liberar al mismo pueblo que hoy se encuentra oprimido de nuevo. No para aplicar la máxima de “quitate tú pa’ ponerme yo”: por muy buenos que sean, ellos saben que deben entregar el poder al soberano una vez que nos liberen de la satrapía. Sus intenciones son no solo obedecer el mandato soberano del 16J, sino servir a ese soberano luego de su liberación. El mismo espíritu bolivariano deberían tenerlo los partidos políticos, y todas las instituciones del estado, y hasta el mercado mismo, servir al pueblo, en vez de servirse de él, como ha pasado hasta ahora.
¿En eso anda el Movimiento Libertadores con usted a la cabeza?
El Movimiento Libertadores está promoviendo un Pacto Republicano de los líderes honestos de este país para que nos quitemos el yugo del cartel de mafias caza-renta que ha capturado no solo a los gobiernos de turno por mucho tiempo ya, incluso antes de Chávez, sino a las oposiciones de turno, y a muchas instituciones del país, como medios de comunicación, empresas privadas, etc. En una verdadera república, los ciudadanos son los dueños de la cosa (la res) pública. El Estado, los partidos, los militares, los policías, y hasta el mercado, deben servirlo, no servirse de ellos. Eso vamos a instaurar cuando caiga la satrapía, con esta nueva coalición política que se propone restar al país, no solo el gobierno.
¿De tener la oportunidad qué le diría a Nicolás Maduro?
La ira de Dios se cierne sobre ti. Espero que la ira popular no te descuartice físicamente. Tu fin está cerca. Vete antes de que sea tarde, para evitarle males al cuerpo.