Un día después de haber sido puesto en libertad, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva llegó a la sede del sindicato que alguna vez dirigió.
Se esperaba que Da Silva diera un discurso el sábado más tarde en la sede del Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos, cerca de Sao Paulo.
Da Silva dirigió una vez el sindicato, que le sirvió como la base de su carrera política.
Miles de seguidores se congregaron fuera del edificio, muchos de ellos con camisetas rojas y ondeando banderas. Una gigantesca imagen del exlíder con la banda presidencial estaba en medio de la multitud.
Da Silva fue puesto en libertad el viernes después de que la Corte Suprema resolviera que una persona sólo puede permanecer en prisión después de que se hayan agotado todas las apelaciones a los tribunales superiores.
Da Silva sigue apelando su condena, por corrupción y lavado de dinero, en relación con la compra de un apartamento frente al mar en el estado Sao Paulo.
La salida de prisión de Lula ha dado aliento a una debilitada oposición de izquierdas, aunque es probable que enoje a los conservadores que consideraban que su encarcelación era la prueba de que el país se tomaba en serio la lucha contra la corrupción.
El político, de 74 años y orígenes humildes, que gobernó el país durante el boom económico.
El expresidente estaba encarcelado desde abril de 2018. La liberación podría revitalizar a una oposición debilitada por los escándalos de corrupción, el juicio político a su sucesora Dilma Rousseff, la entrada en prisión del propio Lula y, más recientemente, la debacle en las elecciones generales de 2018. Por el momento no está claro cuál será ahora su papel político.
Aunque tiene prohibido postularse a la presidencia mientras tenga recursos pendientes, el también exlíder del Partido de los Trabajadores (PT) sigue siendo una figura popular en la izquierda. Sin embargo, podría tener que volver a la cárcel si las apelaciones se resuelven en su contra.
El nuevo estatus de Lula podría irritar a los conservadores, y posiblemente al gobierno de ultraderecha del presidente Jair Bolsonaro, quien consideró que su encarcelamiento era un golpe a la corrupción generalizada. La detención de Lula dividió aún más a la polarizada sociedad brasileña, y su liberación podría reavivar las tensiones.
Este fin de semana se convocaron movilizaciones en las principales ciudades del país en apoyo a la investigación anticorrupción Lava Jato, que envió a docenas de destacados políticos y líderes empresariales a prisión. Muchos podrían solicitar su salida de la cárcel en base a la decisión del Tribunal Supremo.
Además de su promesa de erradicar la corrupción y frenar la violencia, Bolsonaro realizó una fuerte campaña contra el PT. Ganó las elecciones con el 55% de los votos y asumió la presidencia el 1 de enero.
Lula, que gobernó de 2003 a 2010, era favorito en las encuestas para los comicios de 2018 pero la condena le prohibió presentarse.
El exmandatario dijo que, cuando estuviera libre, recorrería el país para animar a la oposición. Los analistas políticos apuntan que podría no enfrascarse de inmediato en una confrontación directa con Bolsonaro, y que en su lugar intentaría influir en las presidenciales de 2022.
“Lo que hace que Lula sea muy peligroso para Bolsonaro es que Lula comprende el juego a largo plazo”, dijo James Bosworth, fundador de Hxagon, una firma de análisis de riesgos políticos, enfatizando que Lula se postuló en cuatro ocasiones antes de ganar por primera vez en 2003.
“Lula es un organizador sindical y político de la vieja escuela que va a tomarse su tiempo para colocar al PT y a otros aliados en posiciones para aprovechar las debilidades de Bolsonaro en los próximos años”, agregó.
El exlíder sindical gobernó en un período de rápido crecimiento económico azuzado por el auge en los precios de las materias primas, lo que expandió la clase media del país. Su enorme programa de ayudas sociales Bolsa Familia ayudó a sacar a millones de personas de la pobreza, y dejó la presidencia con un índice de aprobación superior al 80%.
Para Claudio Couto, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Fundaçao Getulio Vargas en Sao Paulo, su salida de prisión tendrá profundas consecuencias a ambos lados del espectro político nacional.
Por un lado, será útil en la retórica antiPT y antiLula de Bolsonaro, dijo Couto. “Por el otro, pone fin a la retórica de ‘Liberen a Lula’ del PT, y obliga al partido a asumir otra agenda”.
Aunque ya no esté tras las rejas, Lula sigue implicado en varios procesos judiciales. Además del departamento en la costa, una corte de primera instancia lo condenó en un caso relacionado con la propiedad de una hacienda en Atibaia, a las afueras de Sao Paulo. Si alguno de estos recursos podría regresar a prisión.
Lula niega haber cometido delito alguno y acusa a los fiscales de la investigación Lava Jato de persecución política.
En su salida del penal donde pasó los últimos 19 meses, Lula se dirigió a sus partidarios en un breve mensaje en Facebook Live en el que dijo: “Voy a trabajar el resto de mi vida para pagarles, con gratitud, con amor, contrabajo”.
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