¿Satisfecho?, si Luis. Por Eugenio Montoro

A alguien se le ocurrió comparar el equilibrio emocional de una persona con una balanza de dos platillos A y B. En el platillo A se ponen sus recursos y en el B sus necesidades y si “pesan” igual la persona se siente bien.

Pero ocurre algo curioso, si los recursos son muchos, la persona se encarga de nivelar las cosas aumentando sus necesidades. Y allí tampoco se detiene y siempre la persona estará deseando más allá de sus recursos,añadiendo más al platillo de necesidades. Los comerciales utilizan esta aparente debilidad para que los nuevos deseos estén siempre en oferta.

El más común de los recursos es el dinero. Si se tiene algo de sobra en el platillo A (poco probable en estos tiempos) inventaremos nuevos gastos, un viaje, muebles, ropa hasta nivelarnos y, desde ese nuevo punto de equilibrio, empezaremos a agregar al platillo B más deseos iniciando un nuevo ciclo de búsqueda de más recursos.

Independientemente de cuan acertado sea este modelo, en algo coincide con las muy sólida safirmaciones de psicólogos sobre motivación en el trabajo. Es muy conocido que los aumentos de sueldo, por ejemplo, son motivadores de corta duración, precisamente por la nivelación casi automática que ocurre entre los nuevos ingresos y el aumento en los gastos.

Si esto es así de enredado para cada individuo, imaginemos la complejidad con que desarrollan los grupos sociales sus insatisfacciones colectivas. Hobbes en su Leviatán nos muestra cómo se crea al gobierno y a las instituciones para que nos controlen en nuestras luchas desproporcionadas por la satisfacción. Al mismo tiempo se crea una imagen todopoderosa de las instituciones con la que creemos podemos satisfacernos. El gobierno permuta en el gran proveedor de recursos y, así, el solucionador de las necesidades de una sociedad insaciable. Para presionar al gobierno la sociedad también inventó el mecanismo: la protesta.

La protesta tiene usualmente que ver con lo mal que estén las cosas, con los altos precios, con los malos servicios o con los bajos ingresos, pero, curiosamente, también surge en los lugares donde todo parece funcionar bien y los ingresos son buenos. En estos casos la sociedad ha elevado sus necesidades a niveles superiores y más allá de lo que otras sociedades aceptarían como bueno

En Venezuela todo ha venido al revés. El régimen ha desbaratado los servicios y ha sacado del platillo de las necesidades a casi todo de manera que la poblaciónno puede aspirar mejores cosas sino acostumbrarse a vivir en lo mínimo. Esto permite entonces que los ingresos sean también miserables y la balanza casi se mantenga en equilibrio. Adicionalmente, todas las protestas han sido reprimidas fuertemente para evitar su influencia telúrica.

Con esta estrategia el régimen dictatorial logra un cierto equilibrio en un importante sector de la población que, aunque quiere un cambio de gobierno, se mantiene alejada de las protestas. Esto podría sugerir que las protestas en adelante deben ser más cualitativas que cuantitativas. Repensar los actos e incluir más sorpresa, más creatividad, más creación de incertidumbre en el contario y, nuevos métodos de actuación pueden ayudar mucho.

Los otros factores de lucha, para desequilibrar, son de alta política donde se juntan el ingenio de países amigos con el ingenio de nuestros dirigentes políticos. Continuar la senda electoral es lo correcto y seguir presionado por una salida de fuerza también.

Ninguna sociedad estará siempre satisfecha pues nuestra naturaleza humana lo impide, pero tener una calidad de vida de primer mundo es lo que, al menos, merecen nuestros ciudadanos ydisfrutando de algo a lo que nunca renunciaremos como lo es la libertad.

El reto es grande al igual que grande es el país por el que luchamos.Y al final, que nadie lo dude, ganaremos.

 

Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es 

 

 

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