La carrera hacia el poder, en todos estos siglos de historia, se ha valido de una institución, como lo es la democracia, que ha permitido amalgamar todas las ideologías, todos los movimientos, todos los partidos, todos los países, todas las naciones, todas las religiones y confesiones, ese factor aglutinante, ha sido precisamente el instrumento por excelencia de las tiranías de los Estados a lo largo de todos los procesos históricos por los que ha transitado la humanidad, en los últimos dos siglos.
No es en balde, la democracia, se haya originado en la Antigua Grecia, lugar donde se produjo la historia del Caballo de Troya, ambas inventivas fueron y han sido creadas por figuras militares, para que, de forma estratégica y táctica a la vez, poder introducirse en los territorios más seguros y mejor guardados del contrario.
A pesar, que la democracia ateniense, dista mucho de lo que es hoy, la democracia moderna, en el fondo guardan ambas el elemento popular, como herramienta de consenso que, si bien, se muestra positivo en todos los ámbitos, incluyendo el religioso ha sido la institución más perjudicial, a la hora de un balance general, ya que, en materia de desarrollo humano en todo el mundo, proporcionalmente a los avances en algunas naciones; en otras, por el contrario, se ha hecho eco, la izquierda internacional de la democracia, generando los retrocesos más tremendos en materia de desarrollo humano, incorporada a poblaciones sumidas en el caos social, sumado a ello, la miseria de todos los valores humanos.
La democracia en Latinoamérica es incompleta, hablar de democracias sin separación de poderes, y más en específico sin republicas federales autonómicas de las entidades federales y municipalidades, es una contradicción, donde cada provincia, Estado, región y municipio no goce de autonomía, fiscal, financiera, política, administrativa y económica, no es propiamente una democracia, sino más bien una pre-democracia, un caudillismo arrastrado desde la emancipación.
Es falso que las poblaciones sean las merecedoras del desbarajuste social, cultural, económico, y político donde se encuentran las naciones, si bien es cierto que la democracia sirve de muro de contención para el posicionamiento de regímenes tiránicos, autoritarios o totalitarios. actualmente no sucede así, con el robo de la izquierda de estos conceptos, ya que, a lo largo de las últimas décadas, se ha podido evidenciar el como elementos democráticos como el del voto, el dialogo, la negociación, los acuerdos, los arreglos y los consensos han erigido los peores regímenes en relación a las libertades y derechos humanos se refiera.
Por ello, es que se hace un llamado conforme a los derechos naturales, las libertades políticas, civiles y económicas de todas las personas, a no permitir que, a través, de la democracia y sus valores se destruya lo poco o mucho de libertad, propiedad privada, mercados libres, del que gozan las naciones, ya que, es absurdo votar a políticos y políticas públicas que destruirían la nación, como sucede en gran parte de occidente, cobijados por la democracia.
Por otro lado, a las personas, las embarga el miedo, y este se señala como un factor determinante a la hora de ejercer el derecho al sufragio, y a la hora de los escrutinios, y después de haber surgido un ganador, las poblaciones se sienten amarradas a una silla, sin saber cuáles serán las vías que tomara el abanderado, ya que se vota por el personaje, pero nunca por el programa de políticas gubernamentales que éste emprenderá, a pesar de haber tenido un programa de gobierno más o menos visible, casi nunca, los presidentes, se dejan guiar por él, porque existen una centena de argumentos para no ejecutarlos, entre esos, el más conocido es el costo económico y político que eso le representa a la bancada oficialista de la administración.
Lo cierto es que una vez, estos llegados a la presidencia, se revisten de dinero y poder, tal como si fuese un botín de guerra, sin ningún límite, más que el de sus consciencias, para saquear todo lo que humanamente puedan sustraer de las arcas del tesoro público, convirtiendo esta malversación, usufructo y peculado, en deuda que años posteriores les toca pagar a la población bien sea con más impuestos o con una vida embargada por cada miembro de la nación a la inflación, mala situación económico, servicios públicos e infraestructura de pésima calidad, precaria atención médica, y a veces inexistente, sumado a una educación ideológica propinada por un Estado socialista, como consecuencia de la propuesta política de gobierno.
es precisamente contra ello lo que se quiere despertar consciencia, la propuesta es cambiar el sistema, limitar el poder de las instituciones que componen el sistema estatal, y ubicar a los funcionarios públicos civiles y militares, por debajo de los ciudadanos.
Esta es la historia de las democracias latinoamericanas a lo largo y ancho de todos sus procesos históricos durante 200 años, la cuestión está: ¿Qué está haciendo la ciudadanía para corregir y detener este flagelo de las instituciones democráticas en los Estados Nacionales? Pues el silencio de las masas ante la opinión pública que se ve en los medios no es nada alentador. Los estudios de opinión, dan un rechazo o una desconfianza casi total hacia los sistemas políticos de gobierno, no sólo en Latinoamérica sino en los países tocado por la tesis socialista, de cualquier tendencia, las gentes no se sienten escuchadas, a pesar del eslogan en que han convertido aquella frase del difunto Lincoln, “un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, asesinado, por cierto, o aquella, otra, más conocida, que reza así: “la soberanía descansa en el pueblo”. Frases con mucha fuerza y contenido humano, pero que, a la verdad, siguen siendo huecas y vacías ante los mecanismos de control gubernamental que suscitan los peligros y desafíos que representa el sistema de Estado, al que se opone el liberalismo político y económico.
Por Albert Geovo / albertgeovo@gmail.com /@aegeovo