El Barcelona recibe este miércoles al Real Madrid en el clásico español de la 10ª jornada de la Liga con la amenaza de movilizaciones convocadas por los independentistas catalanes, que buscan dar visibilidad a sus reivindicaciones.
«Sabemos que vivimos un momento social y político complejo pero estoy convencido que es compatible con que se juegue un partido de fútbol», afirmaba recientemente el presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, convencido de que «no se volverá a aplazar».
Los dos gigantes del fútbol español chocan casi dos meses después de la fecha inicialmente prevista el 26 de octubre, cuando las protestas y altercados en Barcelona tras la condena a prisión ese mes de nueve dirigentes separatistas por un intento de secesión en 2017 llevaron a su aplazamiento «por circunstancias excepcionales».
Un Tsunami independentista
Sin embargo, el retraso en su celebración no ha desanimado a la misteriosa plataforma independentista Tsunami Democrático, que espera utilizar un evento con una audiencia estimada de 650 millones de espectadores en el mundo para dar publicidad a sus reivindicaciones.
Esta plataforma ya ha llevado a cabo acciones de envergadura como el bloqueo parcial del aeropuerto de Barcelona o el corte en noviembre durante dos días de la principal autopista entre España y Francia.
Ahora, Tsunami quiere hacer una acción visible «en las gradas y el terreno de juego» con su eslogan «Spain sit and Talk (España, siéntate y dialoga)», un llamado que busca el diálogo entre el gobierno central y las autoridades regionales.
Cómo piensan hacerlo es una incógnita, aunque la plataforma, que ha afirmado que no quiere hacer que se suspenda el partido o impedir que los equipos lleguen al estadio, ha dado cita a sus militantes en los alrededores del estadio horas antes del encuentro.
En esta situación, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, mostró su confianza en que «tal y como se ha dicho públicamente por parte de todos los actores, será compatible el derecho a la protesta con que se haga el partido con normalidad».
Para ello, las autoridades han dispuesto un dispositivo de seguridad con más de 3.000 efectivos de policía y servicios de emergencias, reforzando los controles y registros de aficionados y estableciendo un cordón que impida a una eventual manifestación acercarse al estadio.
El Barça, por su parte, ha pedido a los aficionados que lleguen al menos una hora y media antes al estadio.
«Lo estamos organizando desde la normalidad y convicción de que este partido se jugará.Es compatible la organización de un gran espectáculo con la reivindicación cívica en el estadio», afirmó el martes el portavoz del Barça, Josep Vives.
Encuentro igualado
Como medida excepcional, los dos equipos se concentrarán en un mismo hotel de las cercanías del Camp Nou, desde donde se trasladarán juntos al estadio dos horas antes del partido.
«Dijeron que tenemos que salir juntos y vamos a salir juntos, no hay que explicar más cosas por ahí», afirmó el martes el técnico blanco, Zinedine Zidane, añadiendo que «no sé si es una derrota o no» jugar un clásico en estas condiciones.
En el Camp Nou, Barcelona y Real Madrid se juegan el liderazgo de la liga española, que ambos encabezan empatados a 35 puntos.
«Estamos igualados en todos los sentidos, comparado con los otros partidos que hemos jugado aquí, no hay tanta diferencia», dijo el martes el técnico del Barcelona, Ernesto Valverde.
Los dos equipos llegan al encuentro en su mejor forma desde el inicio de la temporada con ventaja en la tabla liguera, clasificados para octavos de final de la ‘Champions’ y con unas delanteras afinadas lideradas por Karim Benzema y Leo Messi.
El francés y el astro argentino lideran la tabla de goleadores ligueros con 12 tantos cada uno antes de su duelo este miércoles sobre el césped del Camp Nou.
Su rendimiento será crucial para decidir tres puntos de oro antes de la última jornada de Liga del año el fin de semana.
AFP