A lo mejor no te has dado cuenta, pero se supone que hoy es el día más triste del año. El término blue Monday (lunes triste) empezó a hacerse popular hace algunos años, cuando un investigador de la Universidad de Cardiff echó mano a diversas fórmulas y promedios y concluyó que el tercer lunes de enero es el día más deprimente de todos.
¿Losmotivos? Los hay meteorológicos, puesto que en este lado del hemisferio hace frío y se concentran muchos días grises; financieros, porque la cuesta de enero empieza a parecer a estas alturas la montaña del Everest; los hay relacionados con el estado de ánimo, como la depresión post-vacacional y el hecho de que los nuevos propósitos de año nuevo que tanto nos ilusionaban empiezan a quedar olvidados…
Yo tengo una teoría, y es que después de tanto exceso y tanta felicidad navideña −a veces más artificial que otra cosa− necesitamos inclinar la balanza hacia el otro lado para acabar, poco a poco, volviendo al equilibrio. Sea esto cierto o no, sea este lunes más blue o más triste que otros, hoy puede ser un buen momento para incluir en nuestras rutinas algo que nos cuide de verdad, nos levante el ánimo invernal y nos acerque a la felicidad.
1. Busca la luz
No nos referimos aquí a ninguna recomendación esotérica, sino a algo tan simple como exponerse a la luz natural. En esta época del año, muchas personas sufren el llamado SAD (Seasonal Affective Disorder) o Trastorno Afectivo Estacional, conocido por provocar a quien lo padece fuertes cambios de humor. El SAD (triste, en inglés) se ha relacionado con la falta de luz solar, algo de lo que habla en detalle Linda Geddes en su magnífico libro Bajo el sol (Urano).
Y es que, aunque no nos lo parezca, en esta época recibimos mucha menos luz natural sobre la piel que en otras estaciones del año, y eso acaba por alterar nuestro ritmo circadiano, nuestro descanso y nuestro estado de ánimo. Así que, en cuanto puedas, haz una pausa de 15-20 minutos en tu jornada y busca exponerte a los rayos benéficos del astro rey. Leer un libro en el parque, bien abrigado, o tomarte el almuerzo al aire libre pueden ser dos maneras fáciles de llegar al mínimo de exposición diaria recomendada.
2. Da un pequeño paseo
Una caminata de unos veinte minutos a un ritmo moderado mejora de forma inmediata nuestro estado de ánimo. Andar tiene muchos beneficios para la salud física y mental. Y si además paseamos durante el día mataremos dos pájaros de un tiro y obtendremos también el efecto benéfico de la energía del sol.
3. Haz esa llamada
Solo por hoy, olvídate del whatsapp y llama por teléfono a esa amiga o a ese amigo con el que hace tiempo que no hablas. Una de las necesidades primarias de los seres humanos es la conexión, y no la de internet precisamente.Un café o una comida con alguien a quien aprecies puede ser una buena manera de poner afecto y sentido a la jornada. Pero si la agenda no te lo permite, coge el teléfono y llama. ¡No lo dejes para mañana!
4. No escatimes en cumplidos
Proponte hacer un cumplido al menos a cinco personas hoy. Alaba el vestido de tu compañera de trabajo o lo bien que le quedan esos zapatos a tu pareja. Pregúntale a tu vecina si ha cambiado de peinado. Puede que te suene raro al principio, pero ser amable con los demás y provocar en ellos alegríate subirá el ánimo de inmediato.
5. Haz algún plan
Enero es un mes largo y todavía le quedan algunos días. Aprovecha y pide cita para darte un masaje, para hacerte la manicura o para ir a esa galería de arte que acoge esa exposición que te interesa. Tener algo agradable en perspectiva aligerará el día y te ayudará a mantener la ilusión.
6. Habla con tu tristeza
Estar triste de vez en cuando no es ninguna catástrofe. Los expertos en psicología afirman que todas las emociones que experimentamos son útiles, siempre que nos permitamos vivirlas con naturalidad y no nos apeguemos demasiado a ellas. Estar decaído un día tampoco es ninguna tragedia, así que, ¿por qué no permitirnos experimentarlo y aprender algo de ello?
Al fin y al cabo, la tristeza es una emoción que nos hace ir hacia adentro para examinar qué es lo que no funciona en nuestra vida y desde ahí poder hacer los cambios necesarios. Una propuesta para hacer este viaje hacia dentro puede ser encontrar un lugar y un momento tranquilos, sentarnos cómodamente con los ojos cerrados y hacer unas cuantas respiraciones profundas.
Una vez nos relajemos y bajemos revoluciones, ¿hay algún lugar en el cuerpo en el que sintamos especialmente esa tristeza? ¿Quizá en el pecho? ¿En la garganta? ¿El diafragma? Cuando hayamos localizado el ”punto triste”, todavía respirando profundamente, nos permitiremos sentirlo durante el tiempo que haga falta, sin reprimirnos ni juzgar nada de lo que estemos sintiendo o pensando al respecto. ¿Hay algo que esta tristeza desee transmitirnos? ¿Algún mensaje que necesitemos recibir? Acabaremos esta pequeña “meditación blue” agradeciendo lo que hemos experimentado y volviendo poco a poco a entrar en contacto con la realidad, moviendo ligeramente los pies y las manos y abriendo los ojos cuando nos sintamos preparados.
La Vanguardia