Los países latinos no es que tienen mala suerte con sus dirigentes políticos sino que no los educan. Así, ellos andan por un lado y el pueblo por el otro. La unidad no existe y el acordar, tampoco. Por eso se dan esos errores donde, mientras mejor van los pueblos, peor van sus dirigentes. Si no, que alguien explique cómo Chile, estando en su mejor momento económico, el pueblo estuvo en su peor decisión; o ¿será que a las masas la manejan mas la televisión y los comunistas con su anarquía que las razones y los hechos? Esto no sucede ni en Costa Rica, ni en EEUU ni en Canadá… ¿por qué?
Chile. Países recuperados de sus problemas, como el caso de Chile, se devuelven por la vía del abismo y el desorden. Los años de luz de Piñera y sus ministros, que llevaron la unión en tiempos de los mineros perdidos en la mina, deseos de trabajo, ilusiones y prestigio ganados por el pueblo y los mineros, se esfumaron. La catástrofe de quienes dicen tener la razón apareció ruda y llena de odio tranquilamente provocado. Ni la fantasía del país, que había sonado Andrés Bello para su Chile adorado, detuvo la fuerza de aquel Chile que no era. Ni Piñera con su honestidad fresca, llana, llena de buena fe, como bien han sido sus triunfos y ganancias durante su vida útil, pudo contener a Atila y sus barbaros y a los aguardentosos que se fueron “del festín al motín” llevándose todo lo que consiguieron a su paso y en su camino de lo que nada era suyo. Pero el daño es peor. Llega esa hecatombe cuando el país había retomado sus líneas de mando y el rendimiento de sus obras. En efecto, Chile había logrado actualizar sus deudas, equilibrar sus Reservas Internacionales, normalizar su moneda. Por otra parte, crear empleo, fortalecer su movimiento universitario, tocar con prudencia los salarios y tranquilizar el problema del puerto y las aspiraciones de Bolivia.
Por tanto, el momento le era favorable a la economía chilena, tanto así, que los precios del cobre habían mejorado en el ámbito internacional, que todo el sur se estaba volcando hacia ellos en busca de sus productos en su mercado; estaban recibiendo cada día solicitudes de todo tipo de profesionales para el trabajo y para la universidad. Cuando todo esto estaba así, el pueblo se volvió “loco de atar”. Niños, jóvenes, mujeres, hombres, trabajadores, profesionales y obreros se convirtieron en turbas no menos que salvajes, sin respeto ni asombro sobre lo que estaba pasando. En conclusión, el propio pueblo chileno enredó a su país en algo peor que Pinochet.
Bolivia. No vamos a llover sobre mojado. Evo se ocupó de sus propios malos manejos en el centro de las riendas de su administración y de sus otros pormenores. Los mineros, ministros y el resto del gobierno de poco se enteraban. De su gobierno solo uno de sus miembros lo acompañó a México. Evo tiene que convencerse que erró y que la democracia como base principal y sentido de gobierno es controlada por una ley que obliga a la alternabilidad, donde cada centro de funciones es responsable ante la ley. Evo abusó de su poder.
Argentina. Perón acabó con Argentina hace 75 años. Esta nación tenía “luz propia como las estrellas”. Perón aupó a su pueblo sin preparación pero querendón, al punto que todavía vota por la Sra. Cristina. Por cierto, de esta señora podemos inferir que su carácter, terriblemente arrogante y temerariamente vanidoso, no la hace de perfil inteligente. Sí es trabajadora, cosa que la tiene donde está.
Argentina es bella y hermosa con agua y tierras fértiles. Las pampas se pueden usar con las limitaciones de su composición agraria. Los rasgos europeos de ciudad capital, les dan mucha dimensión como urbe a Buenos Aires. Su conformación económica es muy importante. Cebada y sorgo en abundancia. Ferrocarriles y astilleros de gran calado y tamaño. Turismo y aviación. Cruceros navieros, uvas, peras, durazno y manzanas.
Las masas y la televisión ganaron la pelea.
Venezuela. De todo el sur, el peor ejemplo ha sido Venezuela. “Ni lava, ni presta la batea”. Es algo más que un misterio y, por lo tanto, es el reflejo de lo que no se debe hacer. Cinco soldados y cien generales han hecho el milagro de convertir al país en un estado sin tierras, sin dulzura, sin amor, sin conducta. Perdidos en el desierto de Coro, lo repetimos, unos algo hacen y los demás no hacemos nada.
Colombia. Con su Presidente Duque, Colombia se distingue por su trabajo y sentido de nación. Nadie puede negar su fortaleza, su temperamento y equilibrio que se reúnen para las mejores causas. Los guerrilleros por años en su territorio, amainaron las fuerzas de su ejército que cada día tenían que cubrir campos mas difíciles tanto en las maniobras como en los desplazamientos. A todo esto hubo que dar mucho trabajo, tanto civil como militar, pero siempre el problema político está y se quedó. Duque es inteligente y valiente, leal a sus principios y elocuente en su palabra. Además, no se devuelve en los terrenos entunados y escabrosos y por el contrario, pisa con el zapato con más fuerzas.
Es importante apuntar que Colombia ha dado albergue a un millón trescientos mil venezolanos en menos de dos años.
Perú. Los últimos soldados realistas se alojaban en el Alto Perú. Allí llegó Bolívar para retirarlos y dejarnos libres de la corona. Hoy los peruanos mantienen una diáspora venezolana de más de setecientos mil personas viviendo en ese país, cosa que agradeceremos los venezolanos por siempre.
Luis Acosta