El derrocado expresidente egipcio Hosni Mubarak murió a los 91 años, dijo el martes la televisión estatal, semanas después de someterse a una cirugía.
Mubarak gobernó Egipto durante 30 años hasta que fue derrocado por protestas masivas contra su régimen 2011.
Estuvo encarcelado durante años luego del levantamiento, pero fue liberado en 2017 luego de ser absuelto de la mayoría de los cargos.
Llegó a la presidencia en el agitado 1981 tras presenciar el asesinato a tiros del mandatario Anwar Sadat. Pocos pensaron que Mubarak, que era vicepresidente al momento del atentado, duraría en el cargo, pero paulatinamente sobrevivió a varios intentos por acabar con su vida hasta convertirse en un “faraón” que presidió décadas de opresión en el norte de África.
Mubarak murió el martes, envejecido y convertido en un convicto de por vida por su papel en los asesinatos de cientos de manifestantes, muchos de ellos demasiado jóvenes para recordar los días en que Egipto no era gobernado por él.
“Nadie imaginaba que podíamos presionar un botón y que las libertades llegarían (…) hundirían al país en el caos y serían un peligro para las personas”, dijo Mubarak en 2004.
“He vivido por el bien de esta nación, protegiendo a la nación y asumiendo mis responsabilidades”, dijo en su despedida en 2011.
Su legado es un Egipto en permanente crisis económica y, a pesar del optimismo desencadenado por las manifestaciones en la Plaza Tahrir, un país que sigue políticamente muy dividido y donde muchos están desesperados por encontrar la senda del orden y el crecimiento.
Reuters