En una especie de “pijamadas” que el pastor evangélico organizaba para los niños, de los cuales era su líder espiritual, habrían sucedido los presuntos actos lascivos y abuso sexual a 10 menores, por lo menos, delitos por los que ahora está siendo investigado.
La investigación del caso la asumió la Fiscalía Superior del Táchira, cuyo representante, Alejandro Celis, este miércoles en la tarde, se hizo presente en las instalaciones de Politáchira para conocer detalles de las indagaciones hasta el momento desarrolladas, así como del resultado de las entrevistas que los psicólogos forenses del Cicpc sostuvieron con los niños y los padres y representantes de las víctimas.
Del pastor evangélico investigado, de la iglesia Jesucristo, al final de la séptima avenida de San Cristóbal, se dijo que seguía manteniendo su inocencia.
Sergio M., de 25 años, está siendo señalado de presuntos actos lascivos contra al menos 8 niños, de entre 8 y 10 años de edad, y de violación a otros dos, de 10 y 11 años.
Estos últimos fungían como sus ayudantes en las denominadas vigilias nocturnas que realizaba constantemente con los infantes, durante las cuales el adulto los incitaba a masturbarse, luego de untarles en las manos lo que llamaba un “aceite consagrado”.
Tras descubrirse todo, este martes, en la tarde, se estableció que los dos pequeños ayudantes del pastor habían sido víctimas de abuso sexual, de acuerdo con el examen médico-forense que se les practicó.
Pero fue uno de los niños más pequeños, que se rehusó a regresar a las vigilias, quien de alguna manera sacó a la luz pública las supuestas aberraciones de las que estaba siendo objeto el grupo.
Trascurridos varios días de que el pequeño no acudiera a la actividad grupal, el pastor comenzó a enviarle mensajes de texto a su celular, preguntándole por qué no había regresado, pero el niño no respondió.
Fue a su madre, al revisar el teléfono celular, a quien le causó suspicacia que el pastor se comunicara con él y no con ella, siendo su progenitora, por lo que decidió conversar con el niño, el cual terminó explicándole lo incómodo y perturbado que se sentía por lo que estaba pasando en dichas actividades.
Sorprendida e indignada, la madre se comunicó con los padres de otros niños, que al conversar con sus hijos confirmaron lo expuesto por el primero.
Fue así como cinco padres de familia, con igual número de víctimas, denunciaron la situación ante Politáchira y los funcionarios de la Diep se encargaron de la detención del sospechoso.
Para el miércoles, antes del mediodía, se sumaron otras tres denuncias, por el mismo delito, contra el pastor.
Se dijo que un hotel, ubicado cerca del parque Sucre, donde eventualmente el sospechoso trabajaba, sería allanado, pues según las víctimas, algunos niños habían sido llevados allá por el ahora investigado; sin embargo, el resultado de esta diligencia no fue revelado.
La Nación