Según varios estudios de universidades, gremios empresariales y centros de investigación independientes, en la Venezuela de 2020 persistirán los problemas de producción y distribución de proteínas, en especial de la población más vulnerable. El paradigma nutricional de la revolución, las cajas con comestibles de los comités locales de abastecimiento y producción- Clap-, no contienen pollo, cerdo, huevos o carne, con lo cual se condena a los dependientes de este subsidio a vivir sin una alimentación balanceada.
De acuerdo con los cálculos y la investigación del economista Wilfredo Briceño, en la actualidad el venezolano está consumiendo 7 kilos de carne por habitante en promedio, unas 560.000 toneladas por año.
El también docente y productor agropecuario residente en el estado Barinas comentó a Infobae que “los venezolanos deberíamos consumir unos 18 kilos promedio por año de carne bovina o roja. Esto indica que el déficit del consumo de este producto se ubica en 68 %”.
Una combinación de factores incide en esta merma en el consumo de la carne: “la producción ha caído notablemente, hay una merma dramática del rebaño bovino nacional. En 1998, según cifras oficiales, teníamos unas 16.200.000 cabezas de ganado. Cerramos 2019 con unos 9.000.000 millones de cabezas. El rebaño cayó 44 % los últimos 20 años, precisamente el tiempo que lleva en el poder la revolución bolivariana”.
Briceño expresó que los productores agropecuarios enfrentan problemas que ya son estructurales y que atentan contra la producción: “Los rebaños se han reducido porque hay una severa escasez de medicinas para los animales que no permiten la realización de planes sanitarios. Esto impacta negativamente la eficiencia en la reproducción. La inseguridad jurídica inhibe las inversiones además del abigeato o robo de ganado actúan en la misma dirección. No somos rentables”.
Desde la perspectiva del consumidor, la merma en la demanda se relaciona directamente con la hiperinflación. “El bajo consumo obedece, esencialmente, a la caída estrepitosa de la capacidad de compra del ciudadano común. Unos salarios míseros excluyen a millones del consumo de quizás, la más importante fuente de consumo protéico”.
El economista Briceño cree que esta situación se agravará “pues la inflación seguirá su criminal curso ascendente, en consecuencia, el precio de la carne seguirá aumentando, los salarios continuarán perdiendo poder de compra y el consumo seguirá descendiendo. Es lo que sucede en toda economía que vive un proceso hiperinflacionario y nosotros tenemos 27 meses padeciéndola”.
Los porcicultores en quiebra
Otra proteína animal que está ausente en la dieta cotidiana de los venezolanos más pobres es el cerdo. El presidente de la Federación Nacional de Ganaderos- Fedenaga-, Armando Chacín, comentó a este medio que la industria porcicultora solo está produciendo 20% de su capacidad instalada. “Está trabajando a su mínima capacidad pues no tienen acceso a alimentos concentrados y a maíz amarillo, que son dos componentes fundamentales de la dieta de los cerdos”.
Chacín trabaja en el occidental estado Zulia, un antiguo enclave de producción agrícola y pecuaria nacional. Aseguró que la falta de planificación desde los ámbitos gubernamentales, la crisis económica y la falta de músculo financiero de la industria nacional evitó que se programara un ciclo de cría de cerdo que pudiera abastecer medianamente al mercado local en el año 2019.
Cuestionó el plan de importaciones masivas de cerdo que hizo el gobierno de Maduro, para surtir del producto a la red de distribución de los Clap, a fin del año 2019.
“Las divisas que se utilizarron para traer cerdo desde el exterior pudo ser destinada a la inversión en el campo venezolano y para la mejora del sector porcino nacional, el cual se recupera muy rápidamente si hay inyección de capitales”.
Datos de esa entidad gremial señalan que hasta 2015 el consumo per cápita de cerdo estaba entre seis y siete kilos por año. Para fines de 2019 la cifra llegó a 1,3 kilos.
Chacín advierte que “la política de importaciones del gobierno de Maduro da trabajo en las industrias de otros países y cierra puestos acá. Los porcicultores han tenido que cambiar de rubro y hasta de negocio, hay quien se ha dedicado al comercio luego de toda una vida trabajando en una granja”.
Clap insuficiente
Técnicos de la ONG “Ciudadanía en acción” presentaron el jueves la actualización del Informe de la disposición alimentaria en Venezuela. Su director ejecutivo, el sociólogo Edison Arciniega, explicó a Infobae que se intensificó la ausencia de proteína animal en la dieta del venezolano y muy especialmente el de escasos recursos que depende del programa de alimentación Clap que ha impuesto Maduro en Venezuela desde el año 2015.
“Ni en las cajas bolsas Clap ni en la mesa del venezolano promedio hay suficiente proteína animal: huevos, leche, carne o cerdo. Registramos que entre enero y diciembre de 2019 hay un déficit de alimentación de 62,6%. En tanto que la dieta local está conformada por cereales, raíces y tubérculos, azúcares, leguminosas, hortalizas. La ingesta de carnes de res y de cerdo, aves y huevos representa menos de 3% de la disposición promedio de alimentos”.
Sobre las cajas o bolsas Clap, instauradas por Maduro en 2015, la pesquisa de “Ciudadanía en acción” señala que éstas llegan al comprador con menos productos. Las disposiciones oficiales señalan que las Clap deben tener un peso de 19 kilos. No obstante este lineamiento, para el mes de diciembre el peso promedio osciló entre 8 y 9 kilos.
Es de destacar que en las entregas mensuales de los Clap no hay proteína animal de ningún tipo. En algunas ocasiones muy puntuales se hace la venta de los llamados “Combos proteicos” de ocho productos, 3 de carne, pollo o cerdo y 5 entre legumbres, hortalizas y frutas. El estudio de la ong detectó que en 2019 hubo entrega de 1,873,436 de este producto. Arciniega sentenció: “Ni las cajas Clap se salvan del déficit alimentario que sacude a Venezuela”.
Infobae