La pandemia del coronavirus volvió a golpear con especial dureza a Italia y España este sábado, con más de 1.700 muertos entre ambos países y el nerviosismo creciente de la población, mientras que en Estados Unidos, el país con más contagiados, el presidente Donald Trump advertía que podría poner el estado de Nueva York en cuarentena.
Europa ya representa dos terceras partes de los más de 30.000 muertos causados por el COVID-19, un coronavirus que se ceba en la franja de población con más edad, y para el que no hay vacuna por el momento.
España registró 832 defunciones en un día, un triste récord en medio de tensiones por la falta de material para los médicos y enfermeras.
El gobierno del socialista Pedro Sánchez, que tiene poderes especiales gracias al estado de alarma, ordenó que los trabajadores que no estén empleados en los sectores esenciales del país se queden en casa durante 15 días, para doblegar como sea la propagación de la enfermedad.
«Todo lo que puedo ofrecer es sacrificio, resistencia y moral de victoria», declaró Sánchez en tono dramático.
Esos trabajadores recibirán su sueldo con normalidad, pero deberán quedarse confinados, como es el caso del resto de la población española desde hace dos semanas.
Italia, por su parte, ya superó la cifra de 10.000 muertos (y 92.000 casos). Este sábado reportó 889 fallecidos, apenas un ligero descenso respecto a la víspera.
Madrid y Roma insisten en que la epidemia da muestras de estabilizarse. En Italia la tasa de contagio va bajando, y en la región de Lombardía, la más afectada (+40.000 casos), los hospitalizados solo han aumentado en 15 casos en las últimas 24 horas (11.152 en total).
En España (más de 72.000 contagios) «estamos llegando ya al pico de esta curva (de casos) que tanto nos preocupa», indicó Fernando Simón, director del centro de emergencias sanitarias.
Pero la carencia de mascarillas, de guantes, de trajes de protección, desgasta enormemente al personal sanitario, tanto en Europa como en Estados Unidos. En España, más de 10.000 contagiados trabajan en el sector sanitario.
«Esto es un tsunami total» dice a AFP Pablo Rodríguez, un radiólogo del madrileño Hospital de la Princesa.
A este problema se le añade otro en el horizonte. En Sicilia y el sur de Italia se han producido ya las primeras escenas de saqueo. La parte de la población que trabaja en el sector informal, que no puede acogerse a las ayudas oficiales para los trabajadores en paro forzoso, exige comida.
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, anunció este sábado por la noche que el gobierno distribuirá bonos alimentarios.
En Francia (más de 2.300 muertos), que ha tenido que mandar enfermos graves a Alemania ante la congestión de sus hospitales, los próximos 15 días «serán más difíciles» aún, advirtió el primer ministro, Edouard Phillippe.
– Advertencia de Trump –
En Estados Unidos, que está haciendo tests exhaustivos a la población, los contagiados son más de 115.000, una sexta parte del total mundial (641.000).
En la primera potencia mundial, la guerra contra el coronavirus se libra ante todo en Nueva York, una ciudad que ya ha registrado cerca de 400 muertos y cuyo personal sanitario sufre el inicio de la ola.
«Hay una sensación de desesperanza y a la vez de solidaridad entre nosotros», dice Diana Torres, una enfermera de 33 años.
La ciudad ya está en cuarentena, pero el estado de Nueva York no. «Tienen problemas en Florida, muchos neoyorquinos se desplazan hacia el sur. No queremos eso», advirtió Trump mediante un tuit.
Mientras los científicos buscan denodadamente algún paliativo a la pandemia, el confinamiento es por el momento la medida más drástica a disposición de los gobiernos para frenar la expansión del nuevo coronavirus. Cerca de la mitad de la población mundial, más de 3.000 millones de personas, está sometida a algún tipo de aislamiento.
Rusia cerrará totalmente sus fronteras terrestres, a partir del lunes, después de haber suspendido casi todas las conexiones aéreas esta semana.
Paraguay extendió el confinamiento hasta el 12 de abril.
En México y Brasil, dos países que han resistido hasta el último momento la idea de decretar el encierro de su población, la presión aumenta.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, incitó a los mexicanos a «quedarse en casa».
México informó de 7.171 casos positivos de COVID-19, y 12 fallecidos. En 24 horas aumentó el número de casos en 132.
Por su parte, un tribunal federal de Rio de Janeiro prohibió al gobierno brasileño difundir propaganda contra medidas de aislamiento. El presidente, Jairo Bolsonaro, insiste en que el país no debe abandonar la normalidad, y ha calificado al COVID-19 de «gripecita».
– Un tren para en Wuhan –
China, por su parte, intentaba volver lentamente a la normalidad con la llegada de un tren a la ciudad de Wuhan, donde se detectó en diciembre el covid-19, y que desde hace más de 60 días ha vivido prácticamente aislada del mundo.
Hasta ahora, nadie podía ingresar en la ciudad, salvo personal médico y trabajadores encargados de suministrar bienes de primera necesidad.
«Mi hija y yo estábamos emocionadas cuando el tren se acercó» a Wuhan, explicaba una mujer de 36 años, que prefirió no dar su nombre.
Debido al confinamiento, no veía a su marido desde hacía diez semanas. Cuando su hija lo vio, «corrió hacia su padre y yo no pude evitar llorar», relataba a la AFP. Los recién llegados son sometidos a estrictos controles sanitarios.
– Sin abrazos frente al miedo –
El confinamiento también tiene un impacto psicológico, aumenta la depresión, la ansiedad y otros problemas de salud mental, según la Cruz Roja. «Incluso en zonas de conflicto, podemos abrazarnos cuando tenemos miedo. Lo terrible de esto es la falta de contacto físico», comentó un directivo.
«Lo más duro era la noche, no podía dormir, la angustia invadía la habitación. Por el día, pasaban los médicos, el personal de limpieza, los que distribuían la comida. Por la noche, llegaban las pesadillas, la muerte merodeaba», declaró Fabio Biferali, un cardiólogo romano de 65 años que pasó ocho días «aislado del mundo» en una unidad de cuidados intensivos.
AFP