En medio de esta tragedia del coronavirus, pareciera fuera de foco el escribir sobre otro tema, pero lo hago a conciencia con el propósito de que, al menos por unos minutos, mis sufridos lectores puedan distraerse con alguna otra vaina que no esté relacionada con el bicho que amenaza con poner a toda la civilización “patas arriba”.
El tema de la recuperación de PDVSA, ha generado opiniones distintas entre los conocedores de la industria, que van desde el sueño mágico de que todo volverá a ser como antes, hasta la pesadilla horrible de que todo está perdido y hay que empezar desde cero.
Usualmente, la verdad en los asuntos mundanos se sitúa entre los extremos y nonos atreveremos a predecirla, pero lo que si haremos en estas líneas es compartir información para que cada quien se pueda formar su propia opinión.
Dividamos imaginariamente a PDVSA en dos partes. Una es su parte organizativa, sus procedimientos, su personal (parte A) y la otra todas sus instalaciones (parte B).Cualquiera que sea la forma que pensemos sobre cómo manejar la industria, cuando termine este régimen de truhanes rojos malnacidos, se deberá enfrentar la realidad de, sin calificarla por ahora, que seguirá existiendo una PDVSA con su parte A (y cien mil fichas rojas a la expectativa) y su parte B y, hasta ahora, parece inobjetable, que el nuevo presidente de la República nombrará una nueva junta directiva para PDVSA.
Lo que hará esa nueva junta directiva estará por verse. Para entretenerse, tendrá a mano decenas de escritos y presentaciones de muchos bien intencionados expertos. Lo que sí parece obvio es que tendrá que nombrar enseguida a los nuevos gerentes para atender las diversas unidades de operación y a nuevos gerentes para las funciones de apoyo, para, al menos, “jefear” a los que allí se queden, tratar de mantener algún orden y empezar a arreglar lo que se necesite.
De Perogrullo es decir que la prioridad será resolver el gravísimo problema interno de suministro de combustibles. Obtener el dinero necesario para ese propósito, producir crudo adicional en occidente y oriente y reparar las plantas que se precisen en las refinerías para producir gasolina sería lo primero en atender. Casi de seguro, para realizar estas tareas, se utilice personal de experiencia dentro de la lista de los despedidos en 2002 y 2003.
Hasta allí se ve clara la película. El cómo evolucione luego la parte “A” de PDVSA tomará tiempo el saberlo y ese será un tópico mayor para la nueva junta directiva. A falta de cobres, no sería de extrañar que empresas privadas y mixtas fuesen poco a poco abarcando muchas de las labores necesarias para el funcionamiento de la industria.
En cuanto a la parte “B” de PDVSA, o sea sus instalaciones, todo indica a que tienen un deterioro mayor. Algunos hasta dicen que es irrecuperable y que ni siquiera tiene el valor de chatarra.
Esto pareciera una exageración. Muchos recordarán algunos incendios fuertes antes de 2002. A veces, el incendio era de una planta entera que destruía totalmente los equipos menores y afectaba a casi todo, pero, aun así, generalmente se podía reparar con talento, dedicación y por supuesto dinero.
La PDVSA “B” de hoy está desmantelada, una rapiña progresiva ha ido haciendo desaparecer, válvulas, instrumentos, líneas de aire, cables, escritorios, radios, piezas sanitarias y una lista larga de peroles de cualquier tipo. Como si un voraz incendio hubiese pasado. Muchas tuberías también necesitarán ser reemplazadas, pero los grandes equipos, los intercambiadores de calor, las torres de proceso, las bombas mayores, los tambores de separación y filtrado, las torres de enfriamiento, los hornos y calderas, los turbogeneradores y compresores, los tanques de almacenamiento, los muelles y plataformas, las grandes tuberías y válvulas todos siguen allí y la posibilidad de un ataque severo por corrosióna estos robustos equipos nunca será masivo. Además, todo cuenta con el bono extra de que su configuración dimensional y cada localización de planta, sistema, equipo o yacimiento representa la experiencia de muchísima gente que aportó su ingenio y esfuerzo para dejarlo bien dibujado en el lienzo de la realidad.
De manera que poner en servicio las refinerías y otras instalaciones industriales como plantas de compresión en el lago de Maracaibo, plantas de tratamiento de gas, plantas petroquímicas y otras muchas, es, a nuestro criterio, perfectamente factible y, aunque se requerirá un trabajo duro y mucho dinero, posiblemente sea la vía correcta pues el grueso de la inversión sigue allí de pie.
Muestras muy cercanas a nosotros de que es factible hacerlo son la refinería de Cienfuegos en Cuba, parada por muchos años y puesta a funcionar y la refinería de Aruba, también parada por años, y que puede ponerse a producir según una reciente evaluación.
Esa es la información. La respuesta al título del artículo es privilegio del lector.
Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es