Stalin tuvo un hijo en Solvichegadsk con su casera María Kurzakova, y dos más en la ciudad de Kureika con la adolescente Lidia Perepriyna. De estos dos últimos, el primero murió al nacer y el segundo no lo conoció. De allí partió, al enterarse de la caída del Zar en febrero de 1917, hacia San Petersburgo (Petrogrado, como se le bautizo después de la 1ra. Guerra Mundial/Leningrado, luego de la muerte de Lenin).
Tuvo numerosas amantes bolcheviques, o compañeras de éstas, en la época anterior al triunfo de la revolución. Alvasi Talakvadze, hermana de bolchevique; Estefanía Petrovizkaya, militar bolchevique pese a ser de familia noble, confinada en Solvichegadsk a la vez que Stalin; Polia Anifrieva, joven amante de un bolchevique al que había seguido al confinamiento; Serafina Khosorhevina, revolucionaria que también coincidió con Stalin en el confinamiento; Tatiana Slavinskaya, militante destacada de San Petersburgo casada con un bolchevique judío; Valentina Lobova, importante bolchevique. Las amantes de Stalin fueron innumerables en esa primera época de pistolero, militante clandestino, asaltante de bancos, desterrado por siete ocasiones a Siberia. Fue un tiempo de mujeres e hijos no reconocidos que quedaron perdidos para la historia.
Destaca en esta época, Ludmila Stal, revolucionaria muy aguerrida 6 años mayor que Stalin, a quien la policía zarista señalaba como bolchevique peligrosa. Stalin estaba tan impresionado con ella que tomó su nombre. En ruso, “stal” significa “acero”, por lo que Stalin seria “el hombre de acero”. Ludmila estaba muy próxima a Lenin, y, en los momentos previos a la revolución, trabajaba en el Rabonitsa, periódico del movimiento femenino bolchevique que ella misma había cofundado. También sería el contacto con los marineros de Kronstadt, el grupo revolucionario más decidido. La marinería rusa, que había tenido un papel destacado en la revolución en 1905, era un vivero de revolucionarios. Kronstadt, fortaleza ubicada en Kotlin, una isla situada a 30 Kms de San Petersburgo, era la principal base de la flota del Báltico con una guarnición de 12 mil marineros que en 1917 volvieron a adquirir un papel protagónico pues constituían un cuerpo militar muy disciplinado, bien armado y de ideología política izquierdista consolidada. Fue el Crucero Aurora, procedente de Kronstadt, el que disparó contra el Palacio de Invierno del Zar en el inicio de la Revolución bolchevique de octubre que los llevó al poder. Sin embargo, los marineros de la Isla no eran bolcheviques sino que pertenecían a otras fuerzas de la izquierda social revolucionaria y algunos anarquistas. En 1921 se rebelaron contra el totalitarismo de los bolcheviques pero fueron aplastados y duramente reprimidos. Después del triunfo comunista, Luzmila cumplió tareas en el Comité Central y, antes de morir, en 1940 editó las obras de Stalin.
En 1906 Stalin se casó por primera vez con Katherina Suadnidze, hermana de un compañero de estudios, frustrado seminarista y camarada de la lucha revolucionaria. Todos recuerdan a Cato, como le decían, como una chica de 20 años de carácter dulce, muy enamorada de Stalin quien no era bolchevique sino sumamente creyente. Reyes Blanc precisa que, pese a no ser bolchevique, cumplió las características que se esperaba de las militantes. Soportó estoicamente el difícil papel de una joven casada cuyo marido vivía en la clandestinidad, que no se preocupaba por ella, ni por la casa, ni por el hijo que tuvieron a principios de 1907. Stalin la abandonó frecuentemente y esas ausencias o retrasos eran vividos por la pobre mujer con auténtica angustia pensando que en cualquier momento podían matarlo. Cuando Stalin, trabajador noctambulo durante toda su vida, pasaba la noche afuera, al volver de mañana se encontraba con que ella no se había acostado esperándolo.
Pese a darle esa mala vida, Stalin amaba profundamente a Cato pero era radicalmente incapaz de tener consideración hacia nadie, de pensar en nada que le apartase de sus elucubraciones revolucionarias, sus designios políticos y sus maniobras y estrategias. Cato dio luz a Jacob y, casi recién nacido éste, se la llevó a la ciudad de Baku, donde se había convertido en el director de orquesta de la agitación política del centro petrolero y no atendió a lo mal que le sentaba a Cato el tórrido clima de la región hasta que fue demasiado tarde. De alguna manera, la mató por descuido. Fue Cato una mujer enamorada, dispuesta a aguantarlo todo. Momentos antes de morir Stalin le prometió un entierro cristiano.
Continuará…
Luis Acosta