El castrismo tiene como principal característica la neutralización de su disidencia, su hegemonía no puede ser cuestionada, sus líderes deben ser exaltados, idolatrados, obedecidos… depende del temor que pueda infundir, de la opresión, por tal motivo, no acepta medias tintas. En Venezuela los intentos de fusionar esfuerzos, de diálogos, de gobiernos de transición o de emergencia han sido y serán inútiles, el castrismo venezolano nunca cederá un milímetro a su absolutismo, a su verticalidad.
El denominado “chavismo disidente” al apartarse de la corriente madurista tienen dos opciones, callarse o, en caso contrario, criticar, confesar o denunciar desde el exilio pues, sí permanecen en el país, serán perseguidos, apresados. Claro, la premura depende del peso y protagonismo que hayan asumido, pero en líneas generales, ese es el trato a quienes tratan de salvar su pellejo. Para el venezolano común, sí no es militante del Psuv o no está inscrito en el “Carnet de la Patria” sencillamente no existe.
Por todo esto, es consabido desde época de Chávez, los diálogos y demás acercamientos son inoficiosos para el país, siempre terminan favoreciendo al régimen. El recién propuesto “Gobierno de Emergencia Nacional” es una total quimera, un ensayo del que no se obtendrá ningún beneficio. El llamado de Guaidó dirigido al chavismo no inmerso en corrupción ni narcotráfico no es factible, imagínense el futuro inmediato que le aguarda a cualquier personalidad militante o exmilitante del chavismo sí aceptase formar parte de esa propuesta aún con Maduro y su élite en posición de poder, serían inmediatamente apresados con cargos de traición a la patria, por lo menos.
El castrismo venezolano no da tregua, o se habla en su tiempo o no se habla, para hablar de él en pasado como hoy hacen algunos es demagógico, primero debe ser superado, mientras tanto será quien imponga lo que se hace y lo que no, no en vano lo primero que hizo Chávez fue acceder al control discrecional de los recursos, las armas e institucionalizó la violencia… eliminó la institucionalidad.
No hay gobierno interino, al menos dentro de Venezuela. En nuestro territorio manda el chavismo, es la única autoridad, el único gobierno, las únicas instituciones que accionan son las de él. Guaidó tiene un importantísimo apoyo internacional, determinante podríamos decir, pero su radio de acción dentro de nuestro territorio nacional es mínimo, ni siquiera controla la Asamblea Nacional.
Así las cosas, todavía el proyecto cubano continúa su rumbo indetenible, más aún, con una sociedad extremadamente debilitada como la de hoy, sin poder adquisitivo, sin servicios públicos, subalimentada, en cuarentena por el virus, la fortaleza del chavismo es la debilidad de la población. El “Plan de la Patria” del que no se habla desde hace algún tiempo, sigue siendo implementado, sin petróleo, pero con más represión, velocidad.
Para poder comenzar a vislumbrar cambios, una Venezuela distinta, se debe cambiar absolutamente toda la institucionalidad, todo vestigio del nefasto “Plan de la Patria”, para que ello ocurra se debe recobrar la constitucionalidad, la democracia, el chavismo no puede estar en el poder en la forma impositiva en que hoy lo usurpa. Cuando nuestra democracia sea rescatada, el chavismo obtendrá las plazas de poder que pueda obtener en contiendas electorales reales. Por ahora, mientras el chavismo controle las armas, los recursos, las instituciones, en Venezuela se habla chavismo… no hay lugar para más.
Leandro Rodríguez / @leandrotango