Quien lo iba a creer, en pleno siglo 21, era de la modernidad y posmodernidad, tiempos de globalización y grandes avances tecnológicos, hoy detenidos por un virus convertido en pandemia, como si se tratara de una película de ciencia ficción y nosotros sus protagonistas.
Se ha abierto un debate especulativo sobre si esta pandemia es inducida o no y si este forma parte como elemento de guerra, una guerra que el Papa Francisco alerto en el 2017 y definió como “tercera guerra mundial a pedazos” o lo que algunos expertos han llamado “guerra no convencional” es temprano aun para obtener respuestas, hasta ahora la información que se maneja no tiene vinculación directa con lo antes mencionado, lo único cierto es que la pandemia es real y ha paralizado al mundo, sus consecuencias negativas apenas comienzan y seguramente habrá un antes y un después.
¿Cuánto dinero ha gastado la humanidad en armas e instrumentos de guerra y porque no hemos sido capaces de destinarlos a combatir el hambre, la educación, la conservación del medio ambiente y/o la prevención de enfermedades?
Recientes informes hablan de que el “confinamiento o lockdown” ha traído menor polución, una atmosfera más limpia que ha resurgido el cantar de los pájaros a toda hora, los canales de Venecia lucen transparentes y hasta animales silvestres pasean libremente por las grandes ciudades, no se diga de la disminución de la contaminación sónica.
Hay todavía naciones que centradas en el afán desenfrenado de hacer dinero, obvian y desafían la peligrosidad de esta pandemia que todos los días se lleva a la tumba a miles de seres humanos, ante esta dantesca realidad el argumento de la “economía” luce más importante que la vida, es increíble cómo algunos inescrupulosos, cosa que no es nueva en el comportamiento humano, intentan aprovechar la desgracia para hacer más dinero, en días pasado recibí un mensaje de un banco de inversiones que invitaba a sus clientes a aprovechar el momento, insistían en que era el momento de “mover el dinero”.
La otra paradoja característica de nuestras contradicciones humanas es la competencia absurda entre las grandes potencias y Coorporaciones farmacéuticas por conseguir la vacuna contra el Covid-19, realmente lo que buscan es la patente que les garantice los miles de millones de dólares como premio por haber sido el primero, tienen claro que en los negocios quien pega primero pega dos veces.
El éxito hoy es sinónimo de dinero, tenemos una humanidad volcada al materialismo, la honorabilidad y el respeto hoy se ganan y se miden por la cantidad de dinero acumulado, nuestro valor dentro de la sociedad es medido por el dinero que tenemos, expresiones como: “dime cuanto tienes y te diré cuanto vales” o “todo tiene un precio” forman parte de nuestra cultura “moderna”.
El Covid-19 ha puesto a la humanidad a reflexionar, además lo ha hecho en una época que para los cristianos tiene una significación especial, ojalá esto contribuya a que salgamos fortalecidos y se abran las puertas de la esperanza para poder vivir una modernidad centrada en el Ser Humano y no en el dinero, terminando el articulo me encontré con una noticia que ejemplifica y cae como anillo al dedo de lo aquí planteado, Dan Patrcick quien es vicegobernador republicano del estado de Texas en Estados Unidos ha declarado que los “abuelos deberían sacrificarse por EE.UU” aquí la vida queda de lado, otorgándole a lo económico un valor superior que inclusive la vida, según Patrick paralizar al país ocasionaría una recesión económica con peores consecuencias que las que esta produciendo el Covid-19, A Patrick se le olvida que el pasado y el futuro no nos pertenecen solo tenemos el presente y es este al que debemos atender, cuidar y vivir.
José Lombardi / @lombardijose