La ética puede definirse como la ciencia del comportamiento moral, ya que determina y estudia la actuación de un individuo respecto a una acción o decisión. Aunque la ética no es coactiva (no impone castigos legales), el código de ética supone una normativa interna de cumplimiento obligatorio.
En la carrera policial existe una serie de elementos cuya importancia es inculcar ideas de bien común y sobre todo, un espíritu crítico y equilibrado, para saber actuar siempre en pos del bien de la comunidad en general. Un policía sin ética será un profesional que antepondrá el dinero al bien de la ciudadanía y esto supondrá un desorden moral en el accionar y un serio riesgo para los sectores que asiste. Una de las causas decisivas para que la corrupción se haya generalizado en la policía, es que el personal carece de una sólida formación ética y moral, es decir, que internalice en su real dimensión los principios éticos y morales que regulan la conducta humana y que le permitan en un momento dado rechazar tentaciones de diversa índole durante el ejercicio de sus funciones. La obligación de todo profesional en materia policial es manifestar una conducta impoluta donde la ética sea su principal objetivo.
El policía esta frecuentemente en contacto con la parte más conflictiva, las personas en situaciones de emergencia, en los peores días de cada ciudadano, en resolver conflictos y haciendo prevalecer en muchas ocasiones el interés global por encima de algunos intereses particulares. El policía es un funcionario al servicio de todos los ciudadanos y no solamente necesita unos conocimientos profesionales y excelentes aptitudes en el desarrollo de su trabajo, necesita asumir normas estrictas para evitar desviaciones, torturas y abusos de poder que pongan al policía ante el escarnio colectivo. Es por ello, que en muchas ocasiones no es bien vista la policía, pero se pide su actuación cuando nuestros intereses están en peligro. Es una actitud ambivalente que el policía ha de saber sobrellevar como profesional.
El policía tiene una autoridad delegada de la sociedad para hacer sobresalir los intereses generales, para proteger a las personas más desfavorecidas y para que sea la garantía del libre ejercicio de los derechos y libertades de todos los ciudadanos, sean estos ricos o pobres, de una raza u otra, pertenecientes a cualquier religión y actuando de manera neutral ante ideologías políticas. Lamentablemente a lo largo de estos últimos años, el sistema policial se ha descarrilado de su propósito, que es la de ayudar a las personas a mejorar su calidad de vida en cuanto a seguridad y ha llegado a ser un instrumento de manipulación política; esto ha llevado a que muchas personas descrean de la policía y que en la actualidad la seguridad y la justicia se haya tornado manipulable.
Pese a ello, es importante señalar el interés de recuperar el verdadero sentido de servir y proteger, de salvaguardar vidas y propiedades, de socorrer al inocente de la maldad, al débil de la opresión o intimidación, empleando la paz contra la violencia y el desorden. Respetando los derechos constitucionales, velando por el bienestar de todas las personas sin actuar de manera impulsiva y evitando que los sentimientos personales influyan ante cualquier inclinación política, manteniendo la esencia y los valores policiales activos, reconociendo a su vez los principios de la ética policial para luchar constantemente por los objetivos e ideales de esta digna labor, de manera que pueda cambiar de rumbo hacia una institución policial con principios y valores éticos que permita el respeto y reconocimiento de su propia sociedad, por lo que es necesario rediseñar una adecuada formación de policías y recuperar el prestigio como POLICIAS EJEMPLARES, POLICIAS RESPETABLES y POLICIAS SOCIALMENTE ACEPTABLES en este hermoso país cuna de hombres y mujeres, valientes y honorables que luchan y llevan dignamente su uniforme.
Dra. Desireé Parra / @desireeparraf