La situación del país día a día es más alarmante, el coronavirus dio el tiro de gracia al remanente del aparato productivo/comercial, no se trata de una visión “capitalista”, el mismo Marx destacó “lo económico determina lo social” y es así, porque el crecimiento de la producción, distribución y comercialización genera empleo, ingresos a la república, crecimiento sustentable. Cuando ello funciona mal, todo marcha mal; la salud, la educación, la seguridad, el país se hace insostenible… la nación se derrumba como efecto dominó.
La confianza es la variable insustituible a la hora de atraer inversionistas, se refleja en la seguridad jurídica, en la seguridad pública, la eficiencia de los servicios públicos, políticas económicas y fiscales coherentes, gobernanza, entre otras. La Venezuela 2020 requiere como nunca antes inversiones de todo tipo, criollas y foráneas, públicas y privadas, en todas las áreas, motivado a que el modelo impuesto por Chávez, del “Súperpapá Estado”, basado en la petróleodependencia extrema, no fue viable… como era de esperarse.
Ahora, no hay gobierno serio ni inversionista que se respete que mesuradamente se atreva invertir en esta Venezuela roja rojita, pues no existe ninguna de las variables constitutivas de confianza, en pocas palabras, el país no ofrece ninguna protección a las inversiones, al contrario, la coyuntura es ideal para que éstas se pierdan.
Muy temprano en su reinado (2013) Maduro a través del trágicamente recordado “Dakazo” puso en alerta a los inversionistas. En la forma como se contuvieron las protestas sociales en 2014, la inconstitucional evasión del revocatorio 2016, lo perpetrado entre 2015-2018 contra la AN, con la ANC y demás elecciones al margen de la ley, el régimen pulverizó todo vestigio de confianza, ni siquiera sus aliados rusos o chinos hoy se atreven invertir, lo poco que dan lo hacen tras haber recibido el pago en petróleo o demás minerales explotados en un impenetrable oscurantismo.
He ahí el dilema, los únicos antídotos capaces de revertir la tragedia comunistoide que se ha transformado Venezuela pasan sin paliativos por el retorno de la constitucionalidad, la gobernabilidad (institucionalidad) y el diseño de políticas económicas/fiscales ajenas a toda ideología, o sea, que sean respetuosas de la ciencia, como sabemos, el chavismo es antónimo a todo esto… además, se resiste encontrar una salida racional al pandemónium creado.
Estamos económicamente rojicondenados, aun queriendo, el régimen no podrá convocar inversiones toda vez que su pedigree le precede, además pesan sobré él todo tipo de sanciones originadas por su ilegal, ilegítimo y violento proceder, hechos en los que no solo los venezolanos se ven afectados, sino otros países.
La cura de Venezuela es hacer exactamente lo contrario a lo indicado en el fatídico “Plan de la Patria”, lo contrario al legado de Chávez, lo contrario a más de 2 décadas de leonino populismo que produjeron la perdida de, al menos, 70% del aparato productivo criollo. La cura de nuestro país se llama educación de primera, trabajo, la priorización de lo “Hecho en Venezuela”, de los servicios públicos y de todo cuanto haga posible el desarrollo de las infinitas capacidades de un pueblo que ha sido condenado a la fuerza a innaturales controles cubanos, a la privación de las libertades y derechos por los que lucharon y dieron sus vidas nuestros próceres.
Mientras no haya un cambio de conducción del Estado, estaremos por la misma ruta de destrucción, estaremos política, social y económicamente rojicondenados.
Leandro Rodríguez / @leandrotango